El TMEC, un tratado mal entendido por México

Comparte en Facebook Comparte en Twitter Comparte en Linkedin

Estados Unidos y Canadá han empezado a tocar cuestiones de migración, y dejando claro el tema, para solucionarlo, dependerá mucho las de las fortalezas entre las naciones, y  el que puedan fortalecer las necesidades de cada uno de los mercados, creando los suficientes empleos. 

Texto:  Ramses Pech – Grupo Caraiva – Grupo Pech Arquitectos

Durante el último lustro, en México incrementó la migración, lo que trajo consigo un aumento en las remesas. Sin embargo, esto es un indicador de que no existen las mismas oportunidades que entre los otros socios del tratado. ¿Es acaso que hay gente de EUA y Canadá migrando al sur?

México presenta, al día de hoy, una codependencia, porque gran parte del PIB nacional está en función de las exportaciones realizadas. Característica que afectó el 2022, al haber un alto déficit en la balanza comercial, originado por importar productos de insumo intermedio en mayor cantidad, y con el nuevo plan de inflación presentado este 2023, incrementará aún más, gracias a los productos que han sido seleccionados para este programa, muchos de ellos importados y libres de aranceles. México no produce lo que el mercado necesita.

Ante esta situación, ambos socios comerciales han y continúan revisando a qué otros países de América Latina pueden apoyar. Todo con el objetivo de desarrollar manufactura con inversiones específicas, con la posibilidad también de realizar acuerdos trilaterales o bilaterales. Su visión es satisfacer la demanda ante la poca productividad de México, así como las rupturas legales, normativas, y de seguridad, las inversiones de carácter financiero e integridad física de instalaciones en ciertas regiones. El costo incremental del transporte podría ser sustituido por una mano más barata, y parar la migración.

México está empezando a ser un socio incómodo para  EUA y Canadá, países que analizaron e ingirieron que sería un país aliado a principios de los 90, con el que formarían un bloque único entre los tres países, para hacer frente a cualquier cambio comercial que afectara la región norte del continente americano. Pero al parecer, el tiempo no les dio la razón, ya que nuestro país no entendió. El acuerdo buscaba desarrollar economías de gran escala, tecnología propia, incrementar el PIB per cápita. Sin embargo, según lo contabilizado hasta el día de hoy, sucedió todo lo contrario, y la industria se convirtió en una simple ensambladora de tecnología, sin figura de avance o desarrollo propio.

Esto le ha costado caro a EUA en las últimas dos décadas, debido a que al ver que México no desarrollaba tecnología nueva y su vocación era  solo de ensambladora. Fue notoria la desilusión, dejaron a México por no salir de su área de confort ante el crecimiento de su demanda. Junto con Canadá, tuvieron que arriesgarse y buscar mano de obra barata, encontrándola en China. Con ello, algunas empresas decidieron emigrar hacia este país, pero resultó en una gran pérdida de tecnología ante la falta de una política que protegiera a las patentes. Solo ayudó al país camaleónico, debido al impulso en tecnología de nuestro país vecino, con su incidencia en ella, ante la ilusión de poder tener costos bajos.

China, sin tratado de libre comercio, incrementó su capacidad de crear tecnología, tener mano de obra calificada, mejorar los salarios, tener un mayor crecimiento y el acceso a nuevas formas de energía. Es aquel país de mayor consumo de energía, y de materias primas a mejor precio en los mercados, factor, para poder reducir los costos, al tener margen para negociar con quienes le quieran vender.

En realidad, México no ha sabido, no sabe y creo que no sabrá qué firmó. Adivino que muy probablemente el tratado pueda terminar para nuestro país en 2026, viendo los hechos recientes. Por otro lado, el futuro del TEMEC dependerá de todas las mesas actuales, y que vendrán antes de tal año, y será de gran interés ver cuántas ganaron los socios de México, y cuánto tuvimos que pagar. Ante esto, habría una evaluación determinate, que será:

¿Cuánto tiempo perdemos en disputas y cuánto dinero perdió cada uno, entre costos para poder ponerse de acuerdo?

Un tratado de libre comercio que, en espíritu, fue creado para intercambiar productos, servicios, tecnología, materias primas y ahora energía, no debería estar concebido para sancionar o perder el tiempo, ni en saber quién tiene la razón.

La realidad es que un acuerdo comercial debería facilitar los intercambios comerciales, bajo las normas, leyes y lineamientos de cada país, siempre y cuando no afecte a la sociedad. Además, con la meta de incrementar la calidad de vida de las personas en las regiones signantes, asegurar el futuro con tecnología, energía, conocimiento e inversiones privadas de empresas de los diferentes países. Acaso, el tratado está hecho para que empresas del Estado inviertan.

Un tratado comercial no es político, y no está hecho para saber quién controla a la sociedad, conjeturando la protección de una soberanía. Tal uso sería impropio, y solo indica que la vocación de un país no es realizar negocios, derivado de que pone primero la ideología, soberanía y al último el bienestar de los mercados internos, para generar estabilidad económica y financiera a cada individuo que lo compone.

México, si no entiendes el concepto de negocios y estás preocupado por tu soberanía, mejor salte, y haz un acuerdo bilateral específico de intercambios comerciales, debido a que el actual contempla un todo, y representa una segunda oportunidad para dejar de ser robots humanos que solo ensamblan, y no piensan.

Últimas noticias

Aggreko prueba un generador de hidrógeno y una batería de celda híbrida

La sustentabilidad del lado Renaut

Empoderando a Mujeres: Liderazgo y Transformación en el Seminario sobre Instituciones, Políticas Públicas y Desarrollo del Sector Energético

Fundación Sempra Infraestructura y Cruz Roja Mexicana conmemoran 9 años de colaboración en el Plan Invernal