Garantías financieras: Claves históricas y su impacto en el mundo empresarial actual
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El manejo de capital es una forma de subsistencia tanto en la vida empresarial como en la cotidianidad; sin embargo, las garantías son muy importantes para el aseguramiento de quienes hacen posible que terceros adquieran préstamos financieros. Este acuerdo de pago, por su relevancia en el cumplimiento de las obligaciones, ha estado presente a lo largo de la historia.
Desde la antigua Roma, en el Derecho Romano se desarrollaron varias formas de garantías. La fiducia era una forma temprana en la que el deudor transfería la propiedad de un bien al acreedor como garantía. Posteriormente, surgió el pignus o prenda, consistente en transferir la posesión del bien, no la propiedad.
Tiempo después, en la Edad Media, las garantías reales y personales se consolidaron. La hipoteca y la prenda se utilizaron ampliamente para asegurar el cumplimiento de obligaciones.
En la época moderna, con el desarrollo del sistema financiero, surgieron nuevas formas de garantías, como el aval y la fianza. Éstas se utilizan principalmente en contextos financieros y comerciales.
Aunque en el ámbito mercantil se hallan normas y medidas que certifican el acatamiento de las deudas, para garantizar el cumplimiento de obligaciones contractuales, existen varios mecanismos legales que se utilizan. Veamos algunos de ellos:
Fianza: es un contrato en el que una tercera persona constituida como sociedad mercantil y autorizada por el Gobierno (fiador), se compromete a cumplir con la obligación adquirida por el deudor (fiado) frente a un creedor (beneficiario), en caso de que éste no lo haga.
Aval: similar a la fianza, pero generalmente utilizado en contextos financieros. Un banco o entidad financiera garantiza el cumplimiento de la obligación.
Hipoteca: se emplea, sobre todo, en contratos de préstamo. El deudor ofrece un bien inmueble como garantía del cumplimiento de la obligación.
Prenda: similar a la hipoteca, pero se usa con bienes muebles (por ejemplo, un vehículo).
Anticresis: el deudor entrega un bien inmueble al acreedor para que éste lo explote y obtenga beneficios hasta que se cumpla. Estas garantías pueden ser personales (como la fianza y el aval) o reales (como la hipoteca y la prenda), y están reguladas en el Código Civil.
Las fianzas
En las transacciones mercantiles, las fianzas juegan un papel decisivo en el ámbito empresarial por varias razones:
Seguridad financiera: las fianzas proporcionan una garantía de cumplimiento de obligaciones contractuales, ya sean de obra o proveduría. Esto es especialmente importante para proyectos del sector de construcción e ingeniería, petróleo y gas, energía, etc, en que los contratistas deben asegurar que completarán el trabajo según lo acordado.
Confianza entre partes: al contar con una fianza, las empresas generan confianza entre las partes involucradas en un contrato. Esto pude facilitar la colaboración y mejorar las relaciones comerciales.
Acceso a oportunidades: muchas veces, la obtención de fianzas es un requisito para formar parte de licitaciones o proyectos importantes. Sin ellas, las empresas son susceptibles de perder oportunidades valiosas.
Protección contra riesgos: las fianzas ayudan a mitigar riesgos financieros. En caso de incumplimiento, la fianza puede cubrir las pérdidas, lo que protege tanto a los clientes como a los proveedores.
Mejora de la reputación: las empresas que utilizan fianzas de manera efectiva optimizan su reputación en el mercado, lo que se traduce en más negocios y una mayor lealtad de los clientes.
En resumen, las fianzas son una herramienta esencial que contribuyen a la estabilidad y confianza en las transacciones comerciales, lo que a su vez favorece al crecimiento y desarrollo.
Estas garantías han sido fundamentales para asegurar el cumplimiento de obligaciones y proteger los derechos de las partes involucradas en un contrato.