México, como exportador de diésel emergente, enfrenta una oportunidad histórica ante la inminente tensión en el suministro estadounidense. Con la refinería Dos Bocas en marcha, el país podría mitigar su dependencia importadora y abastecer al mercado norteamericano. Esta coyuntura, marcada por factores estacionales y logísticos en 2025, invita a un análisis profundo de las dinámicas bilaterales.
La tensión en el suministro de diésel en Estados Unidos: un catalizador inesperado
Estados Unidos, el mayor consumidor mundial de diésel, navega por aguas turbulentas en 2025. La Administración de Información Energética (EIA) proyecta un precio promedio de 3.65 dólares por galón este año, con una caída a 3.46 dólares en 2026, impulsada por inventarios crecientes. Sin embargo, alertas sobre escasez de fluido de escape de diésel (DEF) —esencial para motores modernos— amenazan con paralizar el sector transporte desde el verano. Mantenimientos programados en plantas clave han reducido la producción de DEF en un 20%, según analistas de Mansfield Energy.
Esta vulnerabilidad se agrava en la temporada de cosecha, de septiembre a noviembre, cuando la demanda de diésel para maquinaria agrícola sube un 15%. En agosto de 2025, los precios nacionales escalaron 0.5 centavos a 3.754 dólares por galón, según la EIA. Históricamente, huracanes como Ida en 2021 provocaron picos del 50% en costos; hoy, con cadenas de suministro globales frágiles, EE.UU. importa aproximadamente el 20% de su diésel de Canadá y México. Fuentes como Reuters destacan cómo estos flujos evitan disrupciones mayores, pero la dependencia externa expone riesgos geopolíticos.
Pemex, por su parte, suministró 244 mil barriles diarios de diésel en julio, un alza del 19% interanual. Esta cifra, respaldada por reportes oficiales de la petrolera estatal, subraya el potencial de México para llenar vacíos. Expertos de S&P Global coinciden: la demanda estadounidense de importaciones podría crecer un 10% si persisten las presiones estacionales.
El renacer refinador de México: de importador a exportador de diésel
México ha invertido miles de millones en su sector hidrocarburos para revertir décadas de importaciones netas. La refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco, simboliza este giro. Inaugurada en 2024, procesó aproximadamente 6.800 barriles diarios de crudo en febrero de 2025 y exportó su primer cargamento de diésel ultra bajo en azufre (ULSD) en marzo: 300 mil barriles hacia Florida y Puerto Rico, vía el tanquero Torm Singapore. Argus Media reporta que esta entrega evitó 1.300 camiones de transporte terrestre, aliviando congestiones en el Golfo de México.
En el primer trimestre de 2025, la producción de diésel de Pemex alcanzó 171 mil barriles diarios, pese a una caída general del 9.2% en destilados. La capacidad instalada del Sistema Nacional de Refinación, excluyendo Olmeca, es de 1.640 mil barriles diarios, con una utilización del 54.8%. Inversiones presupuestadas por 22.5 mil millones de pesos en transformación industrial apuntan a elevar esto al 80% para fin de año. Datos de Pemex confirman un procesamiento de crudo de 936 mil barriles diarios en Q1, un paso hacia la autosuficiencia.
Históricamente, México exportaba solo el 5% de su diésel; en 2025. El Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) facilita este flujo, con exportaciones totales mexicanas a EE.UU. alcanzando 264.38 mil millones de dólares en el primer semestre, un 6.3% más que en 2024, según el INEGI. Bloomberg y Forbes destacan cómo México superó a China como principal proveedor estadounidense por tres meses consecutivos este año.
Capacidad plena de Olmeca es 340 mil bpd; exportaciones diésel eran ~5% pre-2025, con potencial de crecimiento vía T-MEC.
Oportunidades y barreras: un equilibrio delicado en el comercio energético
La crisis en EE.UU. abre puertas para México como exportador de diésel, pero no sin desafíos. Económicamente, un aumento del 10% en envíos podría generar 2 mil millones de dólares anuales, fortaleciendo reservas y reduciendo el déficit comercial energético de 15 mil millones en 2024. Socialmente, impulsaría empleos en Tabasco y Veracruz, donde Dos Bocas ya genera 30 mil puestos directos.
Técnicamente, la calidad ULSD de Olmeca cumple estándares EPA, clave para el mercado estadounidense. Sin embargo, barreras logísticas persisten: el 80% de exportaciones mexicanas van a EE.UU., pero cuellos de botella en puertos como Coatzacoalcos elevan costos un 12%. Ambientalmente, la transición a diésel bajo en azufre alinea con metas de descarbonización, aunque críticos como el Instituto Mexicano para la Competitividad urgen mayor inversión en renovables para evitar dependencia fósil.
Implicaciones bilaterales son profundas. Bajo el T-MEC, México podría negociar incentivos fiscales para exportadores, similar a los de Canadá. Analistas de BBVA Research proyectan que, con estabilidad política post-2024, las exportaciones energéticas crezcan un 15% en 2026. No obstante, volatilidad en precios globales —con Brent en 75 dólares por barril en septiembre— exige diversificación hacia Centroamérica.
Hacia un horizonte exportador: propuestas para consolidar la posición mexicana
Para capitalizar esta ventana, México requiere acciones concretas. Primero, acelerar la integración de Dos Bocas al 100% de capacidad mediante alianzas con firmas como ExxonMobil, que ya colaboran en upstream. Pemex planea invertir 211.5 mil millones de pesos en 2025, priorizando exploración y refinación.
Segundo, políticas de infraestructura: modernizar ductos como el de Pemex-Texas, que transporta aproximadamente 150 mil barriles diarios, para cortar tiempos de entrega en 20%. Tercero, diplomacia energética: proponer un «puente diésel» en el T-MEC, con cupos preferenciales ante emergencias en EE.UU.
Desafíos incluyen la deuda de Pemex, en 100 mil millones de dólares, y regulaciones ambientales estrictas. Perspectivas futuras son optimistas: la EIA anticipa demanda estadounidense estable en 4 millones de barriles diarios hasta 2030. Con liderazgo visionario, México podría exportar 500 mil barriles diarios para 2027, según proyecciones de S&P Global.
Un llamado binacional: forjando alianzas en tiempos de escasez
México, como exportador de diésel consolidado, no solo aliviaría la crisis en Estados Unidos, sino que tejería lazos más resilientes en Norteamérica. Esta no es mera transacción comercial; es una invitación a la colaboración estratégica. Líderes en ambos lados del Río Bravo deben actuar con urgencia: inviertan en infraestructura compartida y prioricen la estabilidad energética. El futuro depende de visión audaz; ¿estamos listos para encender este motor regional?
Te invito a leer:
Pemex, pagos y promesas: ¿se evitará el colapso operativo en julio?