Transición energética en México: avances y obstáculos rumbo a 2030

México enfrenta un punto decisivo en su camino hacia la descarbonización. Con metas definidas para 2030, la transición energética avanza entre inversiones renovables, modernización tecnológica y desafíos regulatorios que marcarán su futuro.

Hace 1 hora
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En 2025, México atraviesa un momento decisivo en su transición energética. El país ha establecido objetivos ambiciosos para transformar su matriz eléctrica y reducir emisiones hacia 2030, pero los avances reales muestran un panorama mixto: mientras crecen las inversiones en renovables y surgen proyectos emblemáticos, persisten rezagos en regulación, infraestructura y tecnología que amenazan con frenar el impulso.

Un nuevo impulso renovable en el panorama energético mexicano

Durante los últimos dos años, la transición energética en México ha retomado relevancia estratégica. La Secretaría de Energía (SENER) y la Comisión Reguladora de Energía (CRE) han aprobado proyectos que suman más de 8 GW de capacidad renovable, principalmente solar y eólica, lo que representa un aumento del 15 % respecto a 2023. Estos desarrollos se concentran en estados con alto potencial como Sonora, Oaxaca y Tamaulipas.

La Planta Fotovoltaica de Puerto Peñasco, considerada el mayor proyecto solar de América Latina, es un ejemplo de este impulso. Con más de 1,000 MW de capacidad, se prevé que abastezca energía limpia a más de 1.6 millones de habitantes y reduzca 1.4 millones de toneladas de CO₂ al año. A ella se suman parques eólicos en el Istmo de Tehuantepec y nuevos desarrollos híbridos que combinan solar y almacenamiento.

Además, México ha comenzado a explorar su potencial en tecnologías emergentes. Los primeros pilotos de hidrógeno verde impulsados por alianzas público-privadas ya están en marcha en Baja California y Nuevo León, con el objetivo de abastecer sectores industriales intensivos en energía y abrir oportunidades de exportación.

Compromisos rumbo a 2030: metas claras, camino incierto

El gobierno mexicano mantiene su meta de alcanzar un 35 % de generación eléctrica con fuentes limpias para 2024 y un 43 % para 2030, en línea con los compromisos del Acuerdo de París. Sin embargo, los avances actuales indican que la meta de 2024 será difícil de cumplir: el país cerrará el año con aproximadamente 31 % de participación de energías limpias, según proyecciones del Centro Nacional de Control de Energía (CENACE).

Las causas de este rezago son múltiples. Por un lado, la falta de actualizaciones regulatorias ha ralentizado la interconexión de nuevos proyectos al sistema eléctrico. Por otro, la política energética ha privilegiado el uso de combustibles fósiles en la generación base, lo que retrasa la descarbonización estructural.

Aun así, expertos coinciden en que México tiene margen para recuperar el ritmo. Con inversiones proyectadas por más de 20,000 millones de dólares en infraestructura renovable y redes inteligentes hasta 2030, el país podría alcanzar entre 40 % y 42 % de generación limpia si mantiene un entorno favorable para la inversión privada y acelera las reformas regulatorias pendientes.

Obstáculos que frenan la transición energética en México

Aunque el potencial renovable del país es considerable, la transición energética enfrenta cuatro desafíos estructurales que deben resolverse para lograr los objetivos de 2030:

1. Rezago regulatorio y falta de certidumbre jurídica

La falta de actualizaciones en la Ley de la Industria Eléctrica y la ausencia de mecanismos claros de subastas han limitado la entrada de nuevos proyectos privados. La incertidumbre sobre reglas de interconexión y precios de transmisión ha desincentivado inversiones, especialmente en proyectos a gran escala.

Solar field with solar panels, Depositphotos
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2. Infraestructura eléctrica insuficiente

Las redes de transmisión en México operan cerca de su capacidad límite en varias regiones, lo que impide conectar parques renovables en zonas con alto potencial. CENACE estima que el país necesita más de 15,000 kilómetros adicionales de líneas de transmisión para sostener el crecimiento proyectado de las energías limpias.

3. Limitaciones tecnológicas en almacenamiento

El despliegue de sistemas de almacenamiento sigue siendo incipiente. Aunque se han anunciado proyectos piloto con baterías de litio y tecnologías térmicas, la falta de incentivos fiscales y marcos normativos claros frena su adopción a gran escala.

4. Necesidad de capital humano y desarrollo industrial

El éxito de la transición energética no solo depende de infraestructura, sino también de talento especializado. México enfrenta un déficit de ingenieros y técnicos en energías renovables, automatización y digitalización. La formación de capital humano será crucial para sostener la operación y mantenimiento de nuevas tecnologías.

Innovación tecnológica: el motor oculto de la transición

En 2025, la innovación comienza a desempeñar un papel cada vez más relevante en la transición energética mexicana. Tecnologías como la inteligencia artificial (IA) y el Internet de las cosas (IoT) se integran en redes eléctricas inteligentes, mejorando la eficiencia en la distribución y reduciendo pérdidas técnicas.

Asimismo, empresas del sector privado están implementando gemelos digitales para optimizar el mantenimiento predictivo de plantas eólicas y solares, reduciendo costos operativos hasta en un 30 %. Estas herramientas tecnológicas no solo mejoran el rendimiento, sino que también fortalecen la resiliencia del sistema eléctrico frente a la creciente demanda y los efectos del cambio climático.

La automatización industrial también empieza a transformar la manufactura energética. En el norte del país, nuevas plantas utilizan robótica avanzada para producir paneles solares y componentes de baterías, impulsando la creación de cadenas de valor nacionales y reduciendo la dependencia tecnológica del extranjero.

Hacia 2030: la urgencia de una estrategia integral

Con menos de cinco años para cumplir sus compromisos climáticos intermedios, México se encuentra en una encrucijada. El potencial para convertirse en un líder regional en energías limpias es innegable, pero alcanzar esa meta requerirá decisiones políticas valientes y una estrategia integral que combine regulación moderna, infraestructura robusta e innovación tecnológica.

La transición energética en México no puede depender únicamente del sector público ni del privado: exige una coordinación efectiva entre ambos, así como una visión de largo plazo que priorice la sostenibilidad sin comprometer la competitividad. Si el país logra alinear sus esfuerzos, podría no solo alcanzar sus metas para 2030, sino también posicionarse como uno de los actores clave en la nueva economía energética global.

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