Aunque el precio del barril de petróleo ha disminuido alrededor de 15% en lo que va de 2025 —lo que sí se ha reflejado en el costo de las gasolinas en países que concentran el mayor consumo mundial, como Estados Unidos, China y Japón—, los usuarios mexicanos no han visto ese beneficio. Por el contrario, México se mantiene como el país con la gasolina más cara dentro del top 10 de mayores consumidores.
De acuerdo con Ramses Pech, analista y asesor en temas de energía, en México se paga en promedio 23.24 pesos por litro, mientras que el promedio de esos diez países es de 17 pesos por litro. La diferencia principal no viene del mercado internacional, sino de la carga fiscal.
“De acuerdo con la información de Trading Economics, que cada mes calcula los costos de la gasolina incluyendo impuestos, México está seis pesos por arriba del promedio de los países que más consumen gasolina”, explica Pech en entrevista con Daily Energy.
El especialista detalla que México suma más de nueve meses sin que la Secretaría de Hacienda otorgue estímulos al IEPS, por lo que hoy el impuesto asciende a 6.45 pesos por litro, a lo que se añade el IVA.
“Por cada litro estás pagando entre 10 y 10.50 pesos solo de impuestos, es decir, entre 40 y 45% del precio final. El resto corresponde al costo de refinación, petróleo crudo, transporte y logística”.
Pech advierte que esta estructura fiscal ha convertido a los combustibles en una fuente de ingresos clave para el gobierno.
“Los impuestos del IEPS significan una gran cantidad de ingreso. Se espera que por gasolina y diésel se recauden más de 400 mil millones de pesos este año. Si hubiera estímulos al consumidor, el déficit presupuestal sería mayor al previsto, y eso implicaría endeudamiento”, señala.
Recordó que alrededor del 41% de los ingresos de Pemex provienen de la venta de gasolinas y diésel, mientras que la aportación de las exportaciones de crudo ha disminuido en los últimos meses. Esto genera una presión adicional sobre las finanzas de la petrolera.
“Está recibiendo una gran cantidad por IEPS e IVA. Pero para equilibrar la falta de estímulos, Pemex debe vender más barato lo que refina, y eso afecta directamente sus ingresos”.
Pech insiste en que es necesario revisar la fórmula fiscal, pues actualmente no se traslada al consumidor el ahorro por la caída en el precio del barril, como sí ocurre en países de alto consumo.
“Además, este dinero no está etiquetado se va a gasto corriente. Debería destinarse a infraestructura carretera o a proyectos ambientales”, sostiene.
Según datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA), el consumo de gasolina mantendrá una tendencia de declinación al menos hasta 2050, mientras México continúa profundizando su dependencia fiscal de los combustibles fósiles.
Pech recuerda que la fórmula original funcionaba como un amortiguador: cuando el precio del barril subía, el gobierno aplicaba estímulos; cuando bajaba, aumentaba la carga fiscal.
“Hoy, con un barril muy por debajo del precio esperado, es indispensable ajustar esa fórmula para que exista una variación directa entre el costo del barril y el precio al usuario final. Esto no solo beneficiaría al consumidor, sino que ayudaría a mejorar la situación financiera de la empresa del Estado”.