Data centers: la nube es un territorio

La infraestructura digital que sustenta la nube, la IA y la conectividad global no sólo consume energía de forma masiva, también se concentra en unos pocos polos geográficos.

Hace 13 horas
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Depositphotos_Data Centers
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Un data center puede concebirse como el corazón digital de una organización: el núcleo donde se concentran servidores, redes y sistemas de almacenamiento y enfriamiento sincronizados para procesar, guardar y distribuir información.

Sin embargo, una metáfora más precisa sería decir que es el sistema nervioso central de una organización: no sólo impulsa datos, sino que los transforma en inteligencia operativa. En estos espacios físicos —el hábitat de la infraestructura tecnológica— los algoritmos dependen tanto de una compleja red física de cables, routers y sistemas de energía, como de su capacidad de cálculo para coordinar cada parte del organismo empresarial.

También son los cimientos del ecosistema digital contemporáneo, pues alojan aplicaciones, bases de datos, sitios web y servicios de Inteligencia Artificial (IA) que sostienen la comunicación, el trabajo y el acceso a la información en tiempo real para millones de personas. Actúan como motores silenciosos de la economía global, aunque su funcionamiento ininterrumpido tiene un costo creciente: un consumo energético colosal que garantiza que nunca se apaguen.

Este sistema nervioso global tiene un cuerpo físico que devora energía y cuya presencia no se distribuye de manera homogénea. Es la paradoja energética de la nube: una geopolítica del poder digital que concentra infraestructura, información y capacidad de cómputo en pocas regiones, profundizando desigualdades preexistentes.

Consumo energético creciente

El consumo energético de los data centers se ha disparado con la expansión del comercio electrónico, la computación en la nube y la IA. Esta demanda, que crecía a un ritmo anual del 12% hace una década, ha mantenido su ascenso: de 230 TWh globales en 2013 (1.4% del total mundial) a unos 250 TWh en 2018. En Estados Unidos, su consumo pasó del 1.8% de la demanda nacional en 2014 a cerca del 2% estimado para 2024, con una densidad energética entre 10 y 50 veces superior a la de un edificio comercial común.

Buena parte de esta energía no se destina al procesamiento, sino a los sistemas de enfriamiento y respaldo que permiten la operación continua. Cada búsqueda en internet o videollamada activa miles de servidores que generan calor y requieren refrigeración constante. Este apetito energético, un termómetro de la actividad digital, no se distribuye uniformemente: sigue una lógica geográfica que refleja y amplifica las divisiones económicas globales.

Geografía de los data centers

El crecimiento de los data centers revela tanto expansión tecnológica como desigualdad estructural. Estos representan el 2% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Cabe señalar que esta huella sigue una geografía digital desigual, determinada por tres factores: el tamaño del mercado, la disponibilidad de recursos y la calidad del entorno operativo. Estados Unidos concentra más de 5,300 centros, seguido de lejos por Alemania (522) y el Reino Unido (517), dentro de un mercado global que supera las 10,000 instalaciones impulsadas por el auge del Internet de las Cosas (IoT), la Industria 4.0 y la IA.

En el mapa global, Estados Unidos reúne condiciones ideales: un mercado digital masivo, infraestructura tecnológica madura, abundante energía y estabilidad jurídica. Desde los años 2000, la expansión del internet móvil impulsó la construcción de complejos gigantes, tendencia consolidada con el auge de la nube y la centralización corporativa, que hizo del norte de Virginia el epicentro físico de la economía digital.

Los polos consolidados en Norteamérica, Europa Occidental y Asia Oriental concentran economías digitales maduras, redes estables y personal técnico calificado. A escala urbana, metrópolis como Beijing, Tokio y Shanghái se han convertido en nodos globales, mientras proveedores de servicios en la nube a escala masiva, como Equinix y Digital Realty, amplían proyectos en Australia, India y Hong Kong, consolidando unos pocos corredores tecnológicos de alta densidad.

Frente a esta concentración, los países en desarrollo enfrentan barreras estructurales: redes eléctricas frágiles, altos costos energéticos y escasez de personal técnico. Incluso en potencias tecnológicas como China, la brecha es patente entre la costa oriental con alta demanda económica, y el interior del país, con infraestructura deficiente y menor dinamismo digital.

En América Latina y el Sudeste Asiático, el crecimiento se ve limitado por la infraestructura deficiente, el uso intensivo de agua para enfriamiento y la dependencia de combustibles fósiles. El resultado es una jerarquía digital global, donde unos pocos polos concentran la capacidad de procesamiento y la toma de decisiones que sustentan la economía mundial.

Desafío global

Los data centers son infraestructuras esenciales del mundo contemporáneo: sostienen la operación de plataformas digitales, la IA y la conectividad en tiempo real de la economía global. Sin embargo, su acelerada expansión plantea un dilema urgente: su altísimo consumo energético desafía tanto la sostenibilidad ambiental como la seguridad energética, al tiempo que su geografía desigual reproduce y profundiza las brechas entre regiones con capacidad tecnológica y energética, y aquellas que quedan rezagadas.

El reto, por tanto, trasciende lo técnico para volverse político: reducir la huella energética de estos centros, diversificar su localización y garantizar que el ecosistema digital no perpetúe la concentración del poder, sino que sirva como base para un desarrollo más equitativo, resiliente y sostenible.

[email protected]

Juan Arellanes Arellanes

Juan Arellanes Arellanes

Profesor de Geopolítica y Desafíos Globales en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México. X: @JuanArellanes5

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