El HALEU, centro de una nueva competencia estratégica global
El uranio HALEU no solo es un avance técnico en la industria nuclear: es también una pieza clave en la nueva geopolítica del combustible nuclear. Su control, producción y distribución marcarán el equilibrio de poder energético en el siglo XXI, reconfigurando alianzas y rivalidades entre las grandes potencias tecnológicas.
Este nuevo tipo de combustible, con una concentración de uranio-235 entre el 5% y el 20%, será fundamental para operar los reactores modulares avanzados (AMRs) que están en desarrollo a nivel mundial. Pero, a diferencia del uranio convencional, el HALEU requiere procesos de enriquecimiento más complejos, instalaciones más seguras y cadenas logísticas especializadas, lo que restringe su acceso y convierte su suministro en un asunto de seguridad nacional.
Hasta 2022, más del 40% del HALEU comercial del mundo provenía de una sola fuente: Rusia, a través de su empresa estatal Rosatom. Con la invasión a Ucrania y las sanciones impuestas por Estados Unidos y Europa, esa dependencia se ha vuelto insostenible para Occidente, abriendo una carrera por establecer nuevas capacidades internas y formar un nuevo bloque proveedor confiable.
Estados Unidos: recuperar el liderazgo en el ciclo nuclear
Para Estados Unidos, el desarrollo de una cadena doméstica de HALEU se ha convertido en prioridad estratégica. El Departamento de Energía (DOE) lanzó el programa HALEU Availability, dotado con cientos de millones de dólares para estimular la producción nacional, incluyendo contratos con Centrus Energy Corp., que inauguró en 2023 la primera planta piloto comercial en Ohio.
Además, el Idaho National Laboratory (INL) ya ha producido su primer lote experimental de HALEU, y se espera que aumente su capacidad de procesamiento en los próximos años. Sin embargo, la producción a gran escala aún enfrenta limitaciones: falta infraestructura industrial, logística de transporte especializado, personal capacitado y normativa específica para almacenamiento y distribución.
El gobierno estadounidense busca formar un consorcio internacional con países aliados como Canadá, Japón, Corea del Sur y miembros de la Unión Europea para reducir la dependencia de Rusia. También se evalúa crear un banco estratégico de HALEU, como ya se hace con el uranio LEU, para garantizar el suministro a reactores civiles.
Rusia: de proveedor dominante a actor aislado
Rosatom, la empresa nuclear estatal rusa, ha sido por años el líder indiscutible del mercado de HALEU. No solo concentra la mayor capacidad de enriquecimiento de uranio de grado medio, sino que también ha promovido activamente su propia tecnología de reactores avanzados, como el BREST-OD-300 y los reactores rápidos de neutrones.
Rusia ha firmado contratos nucleares de largo plazo con países en África, Asia Central y Medio Oriente, que incluyen no solo la construcción de plantas nucleares, sino también el suministro de combustible y la gestión de residuos, bajo esquemas de dependencia tecnológica.
Sin embargo, tras la guerra en Ucrania y el aislamiento diplomático, Rosatom ha perdido acceso a sus principales socios en Europa y enfrenta restricciones en transferencia tecnológica. Aunque aún mantiene influencia en países como Turquía, Egipto o India, su modelo de dominio energético se ha debilitado y enfrenta creciente competencia de Occidente y China.
China: expansión silenciosa con ambición global
Mientras Estados Unidos y Europa enfrentan barreras regulatorias, China avanza con rapidez. Ha invertido fuertemente en capacidades nacionales de enriquecimiento de uranio y desarrollo de reactores avanzados. Su empresa CNNC (China National Nuclear Corporation) ha comenzado a producir HALEU para reactores experimentales como el HTR-PM, y trabaja en diseños propios de reactores de torio, sal fundida y neutrones rápidos.
Además, Beijing promueve su tecnología nuclear como parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, ofreciendo financiamiento, construcción llave en mano y suministro garantizado de combustible a países en desarrollo. Con esto busca no solo mercados, sino influencia política y control sobre tecnologías sensibles.
China también ha firmado acuerdos de cooperación nuclear con Pakistán, Argentina, Sudáfrica y varios países del Sudeste Asiático. Aunque su transparencia institucional y estándares regulatorios han sido cuestionados, su capacidad para competir por costos y velocidad la convierten en un actor relevante.
Europa, Japón y la búsqueda de autonomía energética
La Unión Europea ha manifestado su intención de independizarse de las importaciones nucleares rusas antes de 2030. Para ello, está impulsando el desarrollo de capacidades propias de HALEU y reactores avanzados como el nuScale SMR, además de apoyar empresas como Urenco, que posee experiencia en enriquecimiento.
Alemania, pese a haber cerrado sus plantas nucleares, participa en la cadena de suministro a través de su industria de componentes. Francia mantiene activos sus programas de investigación en reactores rápidos con CEA y su liderazgo en el diseño de combustibles con Framatome. Por su parte, Japón y Corea del Sur, con experiencia nuclear consolidada, se perfilan como socios estratégicos para co-desarrollar tecnología de HALEU bajo estándares occidentales.
¿Hacia un orden nuclear multipolar?
El mapa geopolítico del combustible nuclear avanza hacia una estructura multipolar. Estados Unidos, Europa y Japón buscan establecer un eje democrático de confianza mutua, basado en transparencia, trazabilidad y regulación internacional. Rusia y China, en cambio, ofrecen modelos cerrados, con mayor control estatal, sin condiciones políticas explícitas.
El acceso al HALEU definirá no solo qué países podrán operar reactores de nueva generación, sino también quién controlará los estándares de seguridad, comercio y no proliferación nuclear. En este sentido, organismos como el OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) jugarán un papel crucial como árbitro técnico y diplomático.
Para países en desarrollo, elegir entre proveedores implica compromisos tecnológicos de décadas. La dependencia de un solo país para el suministro de combustible puede limitar la soberanía energética. Por ello, diversos gobiernos exploran acuerdos multilaterales de seguridad de suministro, como los bancos de combustible propuestos por la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Seguridad energética, poder y diplomacia: el nuevo uranio
En el fondo, la geopolítica del combustible nuclear no trata solo de energía, sino de quién define las reglas del nuevo orden energético mundial. El control del HALEU y de las tecnologías asociadas no es únicamente una cuestión comercial: es un instrumento de poder diplomático, estabilidad estratégica y dominio tecnológico.
En este escenario, la decisión de producir, compartir o restringir el acceso al HALEU puede moldear el futuro energético y diplomático de varias generaciones. Entender su dimensión geopolítica es fundamental para anticipar el papel que jugará cada país en la transición energética global.
Te invito a leer:
Trump insta a Apple a trasladar su producción a Estados Unidos