Oportunidades de inversión en energías renovables en México

El auge de las energías renovables en México abre un abanico de oportunidades para inversionistas nacionales e internacionales. Con un entorno propicio, el sector privado lidera una transformación energética impulsada por la energía solar y eólica.

Hace 5 horas
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El sector energético mexicano atraviesa una transformación clave. A pesar de las tensiones regulatorias de los últimos años, las oportunidades de inversión en energías renovables en México siguen captando la atención de fondos globales, empresas tecnológicas, fabricantes de equipos y desarrolladores. Las energías solar y eólica se posicionan como los motores del nuevo ciclo inversor, impulsadas por una combinación de ventajas naturales, demanda industrial creciente y presión internacional por reducir emisiones.

En 2024, la generación limpia representó casi el 30% del total eléctrico nacional, y la meta de alcanzar el 35% para 2030 sigue presente en los planes sectoriales. Si bien los proyectos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) han cobrado protagonismo, el dinamismo del sector privado continúa siendo el factor decisivo en el crecimiento del portafolio renovable.

Condiciones estructurales: por qué México sigue siendo atractivo

La geografía de México representa uno de sus mayores activos energéticos. El país cuenta con algunos de los índices de irradiación solar más altos del continente, especialmente en el norte (Sonora, Chihuahua, Coahuila), así como con corredores eólicos de clase mundial en Oaxaca, Tamaulipas y Yucatán. Esta base natural se complementa con una red eléctrica interconectada, aunque en algunos tramos limitada, y con una demanda industrial que se expande por efecto del nearshoring.

Empresas como Iberdrola México, ENGIE, Acciona, Enel y Zuma Energía han consolidado operaciones a gran escala, mientras que nuevas inversiones comienzan a emerger en clústeres industriales como el Bajío y el norte del país, donde el suministro de energía renovable es un factor determinante para atraer a empresas estadounidenses, europeas y asiáticas.

Casos concretos: solar y eólica lideran el mapa inversor

La energía solar fotovoltaica lidera el crecimiento. Proyectos como el parque Villanueva (Coahuila), operado por Enel Green Power, con más de 750 MW instalados, y el parque Don José (Guanajuato), de 238 MW, son ejemplos del alcance que puede tener la inversión privada en este segmento. Según la Asociación Mexicana de Energía Solar (Asolmex), a mediados de 2025 México contaba con más de 7,000 MW de capacidad instalada en solar, entre plantas de gran escala y generación distribuida.

En el ámbito eólico, el Istmo de Tehuantepec sigue siendo el epicentro. Oaxaca concentra más del 60% de la capacidad instalada eólica nacional. La empresa española Acciona Energía opera varios parques en la región, como el complejo Oaxaca II–IV, con más de 300 MW. A esto se suma el creciente interés en nuevos estados como Tamaulipas, donde empresas como Vestas y Taaleri están desarrollando proyectos con capital extranjero.

Nearshoring y demanda industrial: catalizadores de inversión

La relocalización de cadenas de valor hacia México ha intensificado la necesidad de garantizar energía limpia, estable y a precios competitivos. Grandes fabricantes de autopartes, semiconductores y dispositivos electrónicos —como Bosch, Continental o Intel— exigen contratos de suministro renovable como parte de sus compromisos de sostenibilidad. Esto ha impulsado la firma de múltiples acuerdos PPA (power purchase agreements) entre empresas privadas, muchas veces fuera del sistema eléctrico convencional.

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Además, el nearshoring ha incentivado la expansión de parques industriales en estados como Nuevo León, Querétaro y Chihuahua. En esos polos, empresas mexicanas y extranjeras están desarrollando proyectos solares y eólicos para consumo directo o interconectado, con modelos de financiamiento cada vez más sofisticados, incluidos fondos de inversión climática y esquemas de coinversión con fabricantes.

Obstáculos normativos y señales de cambio

El panorama no está exento de desafíos. Las reformas regulatorias de los últimos años, promovidas por la actual administración federal, han limitado el desarrollo de nuevos proyectos privados mediante la suspensión de subastas eléctricas, restricciones en permisos de interconexión y cambios en el despacho de energía.

Sin embargo, el cambio de gobierno federal en 2024 ha abierto la posibilidad de una nueva etapa. La presidenta electa ha señalado que retomará el diálogo con el sector privado y reactivará mecanismos de planeación energética conjunta. Organismos como el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE) han propuesto agendas comunes que incluyen una nueva ronda de subastas y el fortalecimiento de la CRE (Comisión Reguladora de Energía) como órgano técnico autónomo.

Urgencia climática e integración con Norteamérica

En el contexto global de transición energética, México no puede quedarse atrás. Estados Unidos y Canadá, sus principales socios comerciales, están alineando políticas energéticas con metas climáticas ambiciosas. Para mantenerse competitivo y evitar barreras comerciales derivadas de contenido energético con huella de carbono, México debe acelerar la incorporación de energías renovables.

El Acuerdo de París, los compromisos del T-MEC y las iniciativas de electrificación de transporte e industria pesada en América del Norte exigen una infraestructura energética limpia, moderna y confiable. En este marco, la inversión en renovables no es solo una oportunidad, sino una necesidad estratégica.

Un mercado aún lleno de posibilidades

México se encuentra en una coyuntura clave para consolidar su liderazgo en energías limpias. Las oportunidades de inversión en energías renovables en México, particularmente en solar y eólica, siguen siendo amplias, incluso ante entornos regulatorios cambiantes. El apetito del sector privado, las ventajas naturales del país, el empuje del nearshoring y las presiones climáticas globales confluyen en un momento ideal para el capital estratégico.

Quienes logren anticiparse a los ajustes normativos y establecer alianzas sólidas con actores industriales locales tendrán una ventaja sustancial. Apostar por energía limpia en México no es una apuesta ideológica, sino una decisión empresarial con fundamentos sólidos, proyecciones crecientes y un horizonte de retorno cada vez más tangible.

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