El impacto del cambio climático en las operaciones petroleras

Las operaciones petroleras enfrentan crecientes amenazas por fenómenos extremos como huracanes, sequías y calor excesivo. La industria debe adaptarse mediante tecnología, resiliencia operativa y nuevas políticas de gestión del riesgo.

Hace 5 horas
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Fenómenos extremos: una amenaza directa para la infraestructura petrolera

El cambio climático ha dejado de ser un concepto ambiental abstracto para convertirse en un riesgo operativo concreto para el sector energético. Plataformas offshore, oleoductos, refinerías y terminales logísticas están cada vez más expuestas a tormentas intensas, aumento del nivel del mar y alteraciones climáticas imprevistas.

En el Golfo de México, una de las zonas más relevantes para la producción petrolera en América, los huracanes se han intensificado en frecuencia y potencia. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) reportó que la temporada de huracanes de 2023 fue un 20% más activa que el promedio histórico, con 20 tormentas con nombre, siete de ellas huracanes de categoría mayor.

Estos eventos obligan a suspender operaciones, evacuar personal, cerrar plataformas y detener producción. Durante el paso del huracán Ida en 2021, la producción offshore de petróleo en EE. UU. cayó 95% durante varios días, según S&P Global.

En México, fenómenos como el huracán Otis (2023) han evidenciado la vulnerabilidad de la infraestructura energética en regiones costeras. Aunque su impacto fue mayor en distribución eléctrica, marcó un precedente para revisar los planes de contingencia ante eventos súbitos de gran magnitud.

Temperaturas extremas, incendios y estrés hídrico: impactos en tierra firme

Las operaciones en tierra tampoco están exentas de riesgos. En regiones áridas o semidesérticas donde se desarrolla gran parte de la actividad petrolera —como el norte de México, Texas o Medio Oriente— las olas de calor están reduciendo la eficiencia operativa.

En 2023, ciudades del Golfo Pérsico como Kuwait y Riad registraron temperaturas superiores a los 50 °C. Estas condiciones no solo ponen en riesgo al personal, sino que afectan los sistemas de refrigeración industrial, elevan los costos energéticos y alteran los ciclos de mantenimiento.

A esto se suma el estrés hídrico prolongado. El agua es esencial para la perforación hidráulica, la inyección en pozos maduros y el enfriamiento en refinerías. En Brasil, Petrobras reconoció en su informe de sostenibilidad de 2022 que tuvo que rediseñar su infraestructura de captación en el noreste del país para enfrentar escasez de agua prolongada.

Las sequías también provocan incendios forestales que amenazan instalaciones críticas. En Alberta, Canadá, el verano de 2023 estuvo marcado por incendios récord que obligaron a evacuar campos de producción y detener operaciones en varias zonas, afectando a firmas como Cenovus Energy y Canadian Natural Resources.

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Adaptaciones tecnológicas y protocolos ante eventos climáticos extremos

Frente a esta nueva realidad, las compañías petroleras están invirtiendo en resiliencia climática y rediseñando su enfoque de gestión de riesgos. ExxonMobil ha desarrollado sistemas de modelado predictivo basados en inteligencia artificial para anticipar trayectorias de huracanes y tomar decisiones logísticas con mayor antelación.

BP y Shell han rediseñado sus plataformas offshore en el Golfo de México para resistir vientos más intensos y oleajes más altos, elevando la infraestructura crítica sobre el nivel del mar y automatizando los sistemas de emergencia.

En tierra firme, Saudi Aramco está implementando sensores de calor extremo y análisis meteorológico geoespacial para monitorear en tiempo real el impacto del clima en su red de oleoductos y refinerías.

Otras medidas incluyen:

  • Fortalecimiento estructural de instalaciones costeras.
  • Rediseño de rutas de evacuación y protocolos de cierre operativo.
  • Sistemas de energía redundante ante cortes eléctricos.
  • Programas de capacitación climática para empleados.

Este enfoque proactivo no solo busca prevenir accidentes, sino también garantizar la continuidad operativa y mitigar pérdidas económicas.

Nuevas reglas de juego: planeación, regulaciones y divulgación de riesgos

El impacto del cambio climático en las operaciones petroleras también ha empezado a influir en la planificación de inversiones. Las empresas deben incorporar variables climáticas en la evaluación de nuevos proyectos, especialmente en regiones propensas a eventos extremos.

Las regulaciones también se están endureciendo. En 2024, la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. (SEC) propuso que las compañías energéticas revelen su exposición a riesgos climáticos físicos y detallen sus planes de adaptación. Esto implicará una nueva era de transparencia y accountability ante inversionistas y reguladores.

Organismos multilaterales como la Agencia Internacional de Energía (IEA) y el Banco Mundial han advertido que, si no se invierte en infraestructura resiliente, los daños por eventos climáticos podrían superar los 100,000 millones de dólares anuales en la industria energética para 2030.

Adaptarse o detenerse: el clima como nuevo actor operativo

El impacto del cambio climático en las operaciones petroleras marca un punto de inflexión en la lógica de desarrollo del sector. Los riesgos físicos —antes considerados excepcionales— ahora son constantes que deben integrarse en todas las decisiones estratégicas.

Las compañías que prioricen la resiliencia y la innovación estarán mejor posicionadas para operar en un entorno incierto, cada vez más regulado y competitivo. El clima ya no es una variable externa: es un actor más en la ecuación energética.

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