Un nuevo paradigma de refinación en México
El gobierno federal ha apostado de forma decidida por un nuevo modelo de refinación 2025 que busca reducir la dependencia de combustibles importados y maximizar el valor de la cadena petrolera nacional. Esta estrategia gira en torno a tres activos clave: la refinería de Dos Bocas (Olmeca), la adquisición de Deer Park en Texas y la rehabilitación del Sistema Nacional de Refinación (SNR). En conjunto, representan un cambio estructural en el papel de Pemex dentro del mercado energético mexicano.
Sin embargo, detrás del discurso de autosuficiencia energética, emergen dudas fundamentales: ¿es este un modelo sustentable técnica y financieramente? ¿Cuál es el verdadero impacto operativo de estas inversiones? ¿Estamos ante un rescate necesario o ante una sobrecarga fiscal y ambiental?
Dos Bocas: promesa de autosuficiencia, realidades complejas
La refinería Olmeca, ubicada en el puerto de Dos Bocas, Tabasco, ha sido presentada como el buque insignia del modelo energético actual. Diseñada para procesar 340 mil barriles diarios (kbd), la planta fue inaugurada formalmente en julio de 2022, pero entró en operación parcial apenas a mediados de 2024.
Hasta julio de 2025, la refinería no ha alcanzado su capacidad total. De acuerdo con reportes de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y datos internos de Pemex Refinación, su capacidad efectiva ronda los 180–200 kbd, lo que ha limitado el impacto inmediato en las importaciones. Además, problemas de integración tecnológica y cuellos de botella en sistemas auxiliares han obligado a extender fases de prueba más allá del calendario original.
A nivel financiero, Dos Bocas ha absorbido un presupuesto superior a 18,700 millones de dólares, más del doble del estimado inicial, según datos de la ASF y la SHCP. Esto plantea un dilema: si bien la planta promete sustituir una parte de las importaciones, su rendimiento aún no compensa la inversión realizada.
Deer Park: eficiencia comprobada, rentabilidad relativa
La adquisición del 50% restante de la refinería Deer Park en Texas a Shell fue una jugada estratégica. Esta planta, con capacidad de 340 kbd, ha operado por encima del 85% de eficiencia desde que pasó a control total de Pemex en enero de 2022. A diferencia de Dos Bocas, su desempeño es estable, gracias a décadas de operación y mantenimiento bajo estándares internacionales.
Sin embargo, el impacto de Deer Park en la reducción de importaciones es más simbólico que sustantivo. La refinería sigue exportando una parte de su producción a terceros mercados, y aunque Pemex ha intentado reorientar volúmenes hacia México, los costos logísticos y contractuales limitan su flexibilidad.
En términos de rentabilidad, Deer Park ha generado ingresos relevantes, pero no ha logrado compensar completamente los déficits acumulados del SNR. Tampoco está libre de críticas: expertos como Miriam Grunstein y Arturo Carranza han señalado que operar una refinería en suelo estadounidense implica riesgos regulatorios y fiscales a futuro.
SNR: rehabilitación parcial, márgenes comprometidos
El tercer eje del nuevo modelo es el Sistema Nacional de Refinación, que agrupa seis refinerías: Salamanca, Tula, Cadereyta, Madero, Minatitlán y Salina Cruz. La inversión en rehabilitación entre 2019 y 2024 superó los 70 mil millones de pesos, con resultados dispares. Si bien la capacidad operativa pasó de 39% en 2018 a alrededor de 60% en 2024, persisten problemas estructurales: obsolescencia tecnológica, emisiones contaminantes y márgenes operativos negativos.
La rentabilidad del SNR sigue comprometida por la baja calidad del crudo maya para producir combustibles limpios y el alto costo de operación. Las plantas no cumplen todavía con las normas internacionales Euro V o Tier 3 en emisiones, lo que impide exportar excedentes o integrarse a cadenas regionales más limpias.
Además, la producción de combustóleo ha aumentado proporcionalmente, lo que contradice el objetivo de producir más diésel y gasolina con bajo contenido de azufre. Este desbalance en el mix de producción ha obligado a la CFE a quemar más combustóleo, con consecuencias ambientales serias.
¿Disminuyen las importaciones? Solo parcialmente
Uno de los principales objetivos del nuevo modelo de refinación 2025 es reducir la importación de combustibles terminados, especialmente gasolina y diésel. Sin embargo, la evidencia muestra avances parciales. De acuerdo con la Secretaría de Energía (Sener), en el primer semestre de 2025, México importó en promedio 350 kbd de gasolina, frente a 500 kbd en 2022. Aunque esto representa una mejora, aún está lejos de la autosuficiencia.
A este ritmo, se estima que el país podrá cubrir hasta el 75% de la demanda nacional con producción propia hacia finales de 2025, si Dos Bocas logra estabilizar su operación. Sin embargo, el margen de refinación en México sigue siendo bajo y presionado por subsidios a los combustibles, lo que reduce el incentivo financiero para una producción rentable.
Costos ocultos: medio ambiente y finanzas públicas
Más allá de la operación industrial, el nuevo modelo de refinación tiene implicaciones profundas en sostenibilidad ambiental y estabilidad fiscal. El aumento en el uso de combustóleo, la limitada capacidad de captura de emisiones y el rezago en normas ambientales han elevado las presiones sobre la SEMARNAT y la opinión pública internacional.
Asimismo, el costo fiscal de mantener subsidiados los combustibles refinados localmente, junto con los déficits operativos del SNR y Dos Bocas, se estima en más de 300 mil millones de pesos anuales, de acuerdo con estimaciones del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
Estas cifras plantean un dilema para el próximo gobierno: ¿se continuará con la política de autosuficiencia a cualquier costo, o se apostará por un modelo mixto que combine refinación eficiente con importaciones estratégicas?
Entre la eficiencia y la ideología energética
El nuevo modelo de refinación 2025 representa uno de los mayores virajes estratégicos de Pemex en décadas. A pesar de las inversiones multimillonarias y la retórica de soberanía energética, los resultados aún están lejos de ser concluyentes.
Dos Bocas lucha por estabilizar su operación, Deer Park entrega resultados sólidos pero limitados, y el SNR opera con márgenes bajos y serios retos ambientales. México enfrenta un dilema estructural: ¿refinar más a costa del erario y del medio ambiente, o buscar una transición energética más flexible, gradual y financieramente viable?
La respuesta dependerá no solo de decisiones técnicas, sino del enfoque político que adopte la siguiente administración.
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