Proyecto Escolín: una nueva era para la petroquímica mexicana
En Poza Rica-Coatzintla, Veracruz, Pemex reactiva el proyecto Escolín, una iniciativa clave para consolidar la soberanía agroindustrial mediante una planta de fertilizantes de última generación, con un modelo de inversión mixta sin concesión.
Antecedentes e impulso político
El proyecto retoma el rescate del antiguo Complejo Petroquímico Escolín, con gestiones iniciadas durante la administración del expresidente López Obrador, ahora consolidado por la actual administración federal como parte de una estrategia integral para revitalizar la industria petroquímica.
Infraestructura, capacidad productiva e inversión
Inversión y capacidades técnicas
El proyecto contempla una inversión estimada de 1 553 millones USD, con capacidad nominal de 2 125 toneladas diarias de urea, equivalente a cerca de 750 000 toneladas anuales, suficiente para abastecer gran parte del consumo nacional y reducir la dependencia externa.
El consorcio liderado por Mota-Engil México asumirá el paquete completo de ingeniería, construcción, financiamiento y operación, con participación técnica de Duro Felguera en las fases iniciales.
Ubicación y sinergias logísticas
La planta se instalará en terrenos dentro del predio del Centro Escolín, entre los municipios de Poza Rica y Coatzintla. Su ubicación geográfica facilita la conexión con gasoductos, permite atender mercados del centro y norte del Golfo, y abre oportunidades para activar una cadena de valor petroquímica regional.
Impactos económicos, sociales y agroindustriales
Fortalecimiento del campo mexicano
Al producir urea domésticamente y abastecer el programa Fertilizantes para el Bienestar, el proyecto promete garantizar suministro estable, reducir costos de importación y mitigar la volatilidad de precios internacionales.
Reactivación industrial y empleo local
Se estima que el proyecto generará entre 3,000 y 5,000 empleos, impulsando la actividad comercial, el desarrollo industrial y multiplicando beneficios socioeconómicos en la región.
Además, Escolín formará parte de un polo petroquímico en formación junto con otros activos como Cangrejera, Morelos y Cosoleacaque, lo que puede transformar Veracruz en un hub estratégico de petroquímica nacional.
Sustentabilidad y desarrollo tecnológico
Dentro de los 1 553 millones USD, aproximadamente 8.2 millones USD están destinados a medidas ambientales de mitigación y recuperación, evidenciando una visión enfocada en responsabilidad ambiental.
Modelo de inversión y liderazgo institucional
El proyecto Escolín es el primer caso en México de inversión mixta para petroquímica sin concesión de la planta, lo cual refuerza la política de Pemex como empresa estratégica del Estado, con control soberano sobre activos clave.
Calendario inicial y perspectivas
Según análisis recientes, el flujo de trabajo incluye permisos ambientales, compra de equipos críticos (reformador, granulación de urea), conexiones a gasoductos y acuerdos con SADER para distribución. El paquete contractual con Mota-Engil tiene un plazo aproximado de 33 meses.
Un impulso clave para la soberanía agroindustrial
El proyecto Escolín no es únicamente una planta de fertilizantes, sino un catalizador para redefinir la relación de México con su campo y con la seguridad alimentaria. Su puesta en marcha significa menos dependencia de importaciones, mayor estabilidad en los precios agrícolas y un efecto multiplicador en cadenas productivas asociadas, desde la petroquímica hasta la logística y la distribución de insumos. En un contexto global marcado por crisis energéticas y alimentarias, Escolín se posiciona como un activo estratégico que combina visión industrial, política pública y desarrollo social.
Transformación agroindustrial, soberanía y desarrollo regional
Con Escolín, México avanza hacia una visión sólida de autosuficiencia agroindustrial, disminuyendo su exposición a mercados externos, fortaleciendo el empleo regional y reactivando la infraestructura petroquímica con enfoque moderno y responsable. Este proyecto no solo representa un renacimiento de la petroquímica en Veracruz, sino también un pilar para la seguridad alimentaria y energética del país. Su éxito podría marcar un antes y un después en la manera en que México articula su política energética, agroindustrial y de desarrollo regional en el siglo XXI.
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