Agencia Espacial Mexicana: impulso estratégico al desarrollo científico nacional

La Agencia Espacial Mexicana (AEM) impulsa el desarrollo espacial en México desde 2010. Este organismo busca fortalecer la innovación, la investigación científica y la cooperación internacional en sectores estratégicos para el país.

JULIO 23 , 2025
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Agencia Especial Mexicana
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La Agencia Espacial Mexicana (AEM) representa uno de los esfuerzos más ambiciosos del Estado mexicano por posicionarse dentro de la economía del conocimiento y la innovación. Establecida formalmente en 2010, su misión es clara: coordinar, promover y fomentar actividades espaciales con fines pacíficos que impulsen el desarrollo del país. En una época donde el acceso a datos satelitales, la exploración del espacio y la soberanía tecnológica son elementos estratégicos, la AEM emerge como un actor relevante. ¿Cuál es su papel en el ecosistema científico y tecnológico mexicano? ¿Y cómo se articula con las necesidades actuales del país?

¿Qué es la Agencia Espacial Mexicana?

La Agencia Espacial Mexicana es un organismo descentralizado del Gobierno Federal, sectorizado en la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT). Fue creada por decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de julio de 2010, como parte de una política pública orientada a fortalecer la capacidad científica y tecnológica nacional.

Su objetivo general es usar el espacio exterior de manera pacífica y responsable para mejorar la vida de los ciudadanos, apoyando sectores como telecomunicaciones, monitoreo ambiental, prevención de desastres y educación. Contrario a lo que muchos imaginan, la AEM no se dedica a lanzar cohetes o realizar misiones tripuladas; su enfoque es estratégico, normativo y de coordinación interinstitucional.

¿Qué hace la AEM y cómo trabaja?

La AEM actúa como ente rector en materia de política espacial en México. Sus funciones clave incluyen:

  • Diseñar e implementar el Programa Nacional de Actividades Espaciales.
  • Fomentar la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la formación de capital humano en áreas como satélites, navegación, observación de la Tierra y ciencias del espacio.
  • Promover la colaboración internacional con agencias como la NASA, ESA (Agencia Espacial Europea), JAXA (Japón) y CONAE (Argentina).
  • Apoyar la transferencia tecnológica hacia sectores productivos nacionales.

Uno de sus logros notables fue el impulso al satélite Morelos 3, en colaboración con la SCT y el sistema Mexsat, así como el desarrollo de nanosatélites educativos a través de universidades mexicanas.

Además, participa en proyectos vinculados a la observación de fenómenos naturales como huracanes, incendios forestales o sequías, mediante sistemas satelitales, alineándose con los objetivos de desarrollo sostenible y prevención de riesgos.

Objetivos estratégicos y prioridades nacionales

La AEM se rige por ejes estratégicos que reflejan una visión de largo plazo. Entre sus principales objetivos destacan:

  1. Fortalecer la soberanía tecnológica en telecomunicaciones, observación terrestre y sistemas de navegación.
  2. Impulsar el talento nacional, mediante formación de jóvenes en áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
  3. Desarrollar una industria espacial mexicana capaz de integrarse a cadenas globales de valor.
  4. Estimular la inversión en proyectos satelitales, incluidos sectores productivos como el agroindustrial, energético y logístico.
  5. Fomentar la diplomacia científica, con participación activa en foros multilaterales como la ONU, COPUOS y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Estas metas buscan posicionar a México como un jugador relevante en la economía espacial global, cuyo valor superará los 1.8 billones de dólares hacia 2035, según estimaciones de Space Foundation.

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Logros recientes y proyectos en desarrollo

Durante la última década, la AEM ha trabajado en consolidar alianzas estratégicas con instituciones académicas, privadas y organismos internacionales. Algunos ejemplos incluyen:

  • Misión Colibrí, un nanosatélite universitario lanzado en colaboración con universidades mexicanas y la Agencia Espacial Canadiense.
  • El desarrollo del Centro Regional de Desarrollo Espacial en Atlacomulco, en el Estado de México.
  • Iniciativas de educación STEM para niños y jóvenes en zonas marginadas, integrando tecnología satelital y pensamiento científico.
  • Participación en el diseño de satélites de monitoreo agrícola en colaboración con la FAO y la Secretaría de Agricultura.

La AEM también ha promovido el diseño del proyecto “Spaceport Yucatán”, impulsado por el gobierno estatal, como una plataforma para futuras misiones orbitales, con potencial para detonar clústeres tecnológicos en el sureste mexicano.

Desafíos estructurales y oportunidades futuras

A pesar de sus avances, la AEM enfrenta retos considerables. Entre ellos:

  • Insuficiente presupuesto público: su asignación anual ha oscilado entre 80 y 130 millones de pesos, cifra menor comparada con sus pares regionales.
  • Falta de continuidad administrativa: los cambios sexenales han afectado la estabilidad de proyectos a largo plazo.
  • Escasa visibilidad pública, lo que limita el apoyo político y social necesario para robustecer su operación.

Sin embargo, estos desafíos también abren la puerta a nuevas oportunidades. La reciente estrategia de relocalización industrial (nearshoring) y el interés por los sistemas de monitoreo satelital para seguridad energética, fronteriza y ambiental, posicionan a la AEM como un actor clave en la nueva economía digital e inteligente.

Ciencia espacial mexicana: visión de futuro con vocación pública

El papel de la Agencia Espacial Mexicana será cada vez más relevante en un contexto donde el acceso a la información satelital y el desarrollo de capacidades propias representan elementos críticos para la soberanía tecnológica. A pesar de las limitaciones presupuestarias, la AEM ha demostrado que es posible construir redes de colaboración científica con impacto social, educativo y económico.

Reforzar su presupuesto, garantizar continuidad institucional y fomentar la participación privada en proyectos espaciales serán pasos esenciales para convertir a la AEM en un motor de innovación. En última instancia, el futuro de México en el espacio dependerá no solo de cohetes y satélites, sino de una política pública que entienda el valor estratégico de la ciencia y la tecnología para el desarrollo nacional.

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