Tecnología satelital para monitoreo ambiental y energético

El uso de tecnología satelital para monitoreo ambiental y energético ha transformado la vigilancia de flaring, exploraciones sísmicas y redes de ductos, optimizando la supervisión en regiones de difícil acceso.

JULIO 23 , 2025
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El monitoreo de zonas remotas para prevenir impactos ambientales y riesgos energéticos solía depender de costosos despliegues en campo, con acceso limitado a tiempo real. Hoy, la tecnología satelital para monitoreo ambiental y energético permite observar desde el espacio lo que antes requería semanas de logística. Desde el seguimiento de ductos de hidrocarburos hasta la detección de emisiones por flaring o la identificación de deforestación ilegal, el uso de satélites se ha convertido en una herramienta crítica para gobiernos y empresas.

En 2023, la Agencia Espacial Europea (ESA) reportó que sus misiones Sentinel detectaron más de 5 mil eventos de quema no autorizada de gas en América Latina. En paralelo, plataformas como Planet, Maxar o GHGSat ofrecen imágenes de alta resolución que mejoran la capacidad de vigilancia en tiempo casi real. ¿Estamos ante una nueva era de responsabilidad ambiental basada en datos satelitales?

Monitoreo de ductos y fugas: prevención desde la órbita

Uno de los usos más estratégicos de la tecnología satelital para monitoreo ambiental y energético es la supervisión de ductos. En países como México, con más de 50 mil kilómetros de redes de transporte de hidrocarburos, las fugas, tomas clandestinas o impactos geológicos representan riesgos constantes.

Empresas como SatSense y Kayrros han desarrollado algoritmos que detectan variaciones térmicas y geomorfológicas a partir de imágenes de radar (SAR) o espectro infrarrojo, capaces de identificar movimientos de suelo o filtraciones no visibles al ojo humano. Esta vigilancia remota reduce tiempos de respuesta y permite actuar antes de que una fuga derive en desastre ambiental o pérdidas económicas.

Pemex ha comenzado a implementar análisis satelital en colaboración con instituciones académicas nacionales, como el Instituto de Geografía de la UNAM, para priorizar zonas críticas en ductos terrestres del norte y sur del país.

Vigilancia de flaring: combatir emisiones invisibles

El flaring, o quema de gas excedente en instalaciones petroleras, representa un problema ambiental y de eficiencia energética. Según la Global Gas Flaring Reduction Partnership del Banco Mundial, México quemó 5.9 mil millones de metros cúbicos de gas en 2022. Parte de este volumen se concentra en instalaciones marinas de difícil acceso.

Los satélites equipados con sensores térmicos, como los VIIRS del satélite Suomi NPP, son capaces de registrar la intensidad, ubicación y frecuencia del flaring. Empresas como GHGSat han perfeccionado sensores para rastrear directamente metano desde el espacio, detectando incluso fugas pequeñas.

Esto permite no solo vigilar, sino también demostrar el cumplimiento o incumplimiento de regulaciones ambientales. Algunos gobiernos, como el de Noruega o Colombia, han comenzado a usar esta información para sancionar operaciones que exceden límites permitidos de emisiones.

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Exploración sísmica y su huella ambiental

La exploración sísmica para búsqueda de hidrocarburos o minerales implica detonaciones, aperturas de caminos y alteración del hábitat natural. En zonas como la Amazonía, el Golfo de México o la Sierra Madre Oriental, estas actividades son altamente sensibles desde el punto de vista ambiental y social.

El análisis satelital permite mapear áreas afectadas, monitorear la apertura de brechas o el uso no autorizado del territorio. En Brasil, la firma GeoKarta utiliza imágenes multiespectrales para observar cómo cambia la cobertura vegetal antes, durante y después de campañas sísmicas.

México, por su parte, carece aún de un sistema nacional de seguimiento satelital continuo vinculado a las autorizaciones de impacto ambiental emitidas por SEMARNAT. Sin embargo, diversos institutos como el CICESE y el CENAPRED están desarrollando capacidades satelitales para cruzar datos geológicos con impactos en ecosistemas.

Deforestación e impactos acumulativos

Más allá del sector energético, el monitoreo satelital tiene aplicaciones directas en el control de la deforestación, especialmente en regiones donde coincide con actividades extractivas. La plataforma Global Forest Watch, desarrollada por el World Resources Institute, ofrece alertas cada 7 días sobre pérdida de cobertura forestal basadas en imágenes de Sentinel-2 y Landsat.

En Tabasco y Campeche, el avance de la frontera energética ha coincidido con la pérdida de selva mediana y alta, en muchos casos sin autorización legal. Satélites como los de la empresa Planet (con constelaciones de nanosatélites) permiten tener imágenes casi diarias con una resolución de hasta 3 metros, lo que resulta útil para monitorear cambios incluso a pequeña escala.

El potencial se amplifica cuando se integran estas imágenes con inteligencia artificial para clasificar tipos de cobertura, predecir tendencias de avance o identificar puntos críticos de presión territorial.

Hacia una política nacional de vigilancia satelital ambiental

La tecnología satelital para monitoreo ambiental y energético no es una promesa lejana: ya se usa en múltiples países para aplicar políticas, sancionar emisiones y proteger ecosistemas. No obstante, su despliegue en México sigue siendo fragmentado, dependiente de convenios, iniciativas de investigación o servicios contratados al extranjero.

Frente a desafíos como la expansión de proyectos energéticos, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, es urgente integrar esta herramienta en una política pública robusta y transparente. El país necesita una agencia o unidad intersectorial que integre datos satelitales, sensores terrestres e inteligencia ambiental para la toma de decisiones.

Apostar por el monitoreo desde el espacio no solo fortalece el cumplimiento regulatorio, sino que mejora la reputación internacional de México en temas de sostenibilidad. La pregunta ya no es si debemos usar satélites, sino cómo, con qué reglas, y bajo qué objetivos comunes.

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