Carreras científicas relacionadas con la energía: geología, física y química en el centro del cambio

En el corazón de la industria energética del siglo XXI, tres disciplinas científicas —geología, física y química— definen la innovación, seguridad y sostenibilidad del sector. Estas carreras no solo explican el presente, sino que modelan el futuro.

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El papel estratégico de las ciencias en la industria energética

Las carreras científicas relacionadas con el desarrollo energético no son nuevas, pero su importancia se ha transformado con los desafíos actuales: cambio climático, transición energética y demanda global creciente. En este contexto, tres disciplinas siguen liderando el cambio desde la base del conocimiento técnico: la geología, la física y la química.

Estas áreas no solo sostienen los cimientos de la industria energética tradicional —como la exploración petrolera o el desarrollo de combustibles—, sino que también son esenciales en las tecnologías emergentes: energías limpias, eficiencia de materiales y reducción de emisiones. Explorar el enfoque de cada una permite entender por qué quienes estudian estas carreras son actores clave del futuro energético.

Geología: más allá de los yacimientos fósiles

La geología es una carrera científica que estudia la Tierra, sus procesos, estructuras y composición. Tradicionalmente ligada a la minería y la extracción de petróleo, hoy su alcance va mucho más allá.

Los geólogos son fundamentales en la identificación de yacimientos de minerales críticos para tecnologías limpias. Elementos como litio, cobalto y tierras raras, necesarios para baterías, turbinas eólicas o paneles solares, requieren de un conocimiento profundo de la dinámica terrestre. Además, los geólogos intervienen en el análisis de suelos para parques solares y eólicos, estudios de riesgos geológicos en infraestructuras energéticas y monitoreo de proyectos de almacenamiento subterráneo de CO₂, cruciales para estrategias de descarbonización.

Según el U.S. Bureau of Labor Statistics, se espera que los empleos para geocientíficos crezcan un 5% hacia 2032, con una demanda especialmente alta en energías renovables y gestión ambiental. En Latinoamérica, universidades como la UNAM o la Universidad Nacional de Colombia han reforzado sus programas en geociencias aplicadas a energía.

Física: la ciencia de la energía en su estado puro

La física es quizá la carrera más transversal cuando se trata de comprender la energía. Desde la mecánica clásica hasta la termodinámica o la cuántica, los físicos aportan herramientas para investigar, modelar y optimizar procesos fundamentales de producción y transformación energética.

Un físico puede trabajar en el diseño de sistemas de fusión nuclear, como los que desarrolla el reactor ITER en Francia; en simulaciones térmicas para mejorar la eficiencia de plantas termoeléctricas o en tecnología cuántica aplicada a redes eléctricas inteligentes. Asimismo, su rol en la medición radiológica, seguridad nuclear y control de emisiones en refinerías o centrales es crucial.

La física también impulsa la frontera tecnológica. Investigadores del MIT, por ejemplo, están desarrollando materiales superconduc­tivos para el transporte de electricidad sin pérdidas. En México, el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) y el Centro de Investigación en Energía (CIE-UNAM) han fomentado la formación de físicos especializados en energía.

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Química: transformar la materia para impulsar la transición

La química es el motor invisible detrás de muchos avances energéticos. Su dominio de la materia a nivel molecular permite desarrollar nuevos combustibles, materiales, lubricantes e incluso procesos industriales más limpios.

En la industria petrolera, la química sigue siendo esencial para el procesamiento de hidrocarburos, la producción de biocombustibles avanzados y la optimización de catalizadores. Pero su impacto también crece en campos más sostenibles: electroquímica aplicada a baterías, almacenamiento de hidrógeno, celdas de combustible y nuevos materiales para paneles solares de alta eficiencia.

Químicos de instituciones como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en España o el Tecnológico de Monterrey en México están liderando investigaciones en fotocatálisis para captura de CO₂, síntesis verde de materiales y economía circular aplicada a residuos industriales.

En cifras, la Asociación Internacional de la Industria Química (ICCA) estima que al menos el 95% de los productos industriales dependen de transformaciones químicas. Esta estadística revela cuán central es esta disciplina para cualquier futuro energético.

Formar científicos para liderar el nuevo paradigma energético

En un mundo cada vez más técnico y exigente, las carreras científicas relacionadas con la energía representan mucho más que una opción académica: son la columna vertebral de la transición energética global. El desarrollo de tecnologías limpias, el diseño de materiales más eficientes y la mitigación de impactos ambientales necesitan de profesionales con una base sólida en geología, física o química.

Además, estas disciplinas están lejos de ser obsoletas. Al contrario, la combinación de métodos clásicos con herramientas digitales (como simulaciones computacionales, inteligencia artificial o sensores de última generación) está transformando el trabajo científico en el siglo XXI.

Frente al aumento de la demanda energética y la presión por reducir las emisiones, los gobiernos, universidades y empresas deben invertir en formación científica, fomentar vocaciones STEM desde etapas tempranas y crear programas especializados que respondan a las nuevas realidades tecnológicas y ecológicas del planeta.

La ciencia como brújula del cambio energético Los desafíos del presente requieren más ciencia, no menos. Geología, física y química forman el núcleo duro del conocimiento que permitirá sostener y rediseñar la infraestructura energética mundial. Estas carreras científicas relacionadas no solo construyen soluciones, sino que trazan el mapa del futuro.

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