Crisis climática y seguros: la nueva vulnerabilidad financiera del siglo XXI

La intensificación de eventos climáticos extremos ha desbordado la capacidad histórica de cobertura de las aseguradoras. En 2025, los seguros climáticos enfrentan el reto de adaptarse a una crisis sistémica que amenaza activos, territorios y estabilidad financiera a nivel global.

Hace 12 horas
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La crisis climática ya no es una amenaza futura

El cambio climático dejó de ser una posibilidad. Hoy es una realidad que impacta la economía global. Incendios, tormentas, inundaciones y olas de calor ocurren con más frecuencia. Su intensidad también ha aumentado.

En 2023, los daños asegurados por fenómenos extremos superaron los 130 mil millones de dólares, según el informe Climate and Catastrophe Insight 2024 de Aon. Este año, la cifra podría ser aún mayor. Frente a esta nueva realidad, los seguros climáticos 2025 se convierten en una herramienta esencial para proteger el patrimonio.

El modelo asegurador tradicional está bajo presión

Las aseguradoras basan sus productos en cálculos de riesgo. Pero los datos históricos ya no sirven para predecir lo que viene. En Estados Unidos, empresas como State Farm y Allstate dejaron de ofrecer seguros de vivienda en zonas vulnerables de California.

Situaciones similares ocurren en Canadá, donde más de 20 comunidades ya no tienen cobertura por inundaciones. Las aseguradoras se están retirando de mercados de alto riesgo. Esto deja a millones de personas sin protección frente a eventos extremos.

Nuevas soluciones: auge de los seguros paramétricos

Ante la crisis, la industria ha comenzado a innovar. Una de las principales respuestas es el desarrollo de seguros climáticos paramétricos. Este tipo de seguro no paga por los daños reales. En cambio, se activa si se cumple un parámetro acordado, como cierta cantidad de lluvia o intensidad del viento.

Estos productos permiten pagos rápidos y menos burocracia. Son útiles para agricultores, gobiernos locales y comunidades con poca cobertura tradicional. Organismos como el Banco Mundial y el Global Risk Financing Facility los promueven en América Latina, el Caribe y África.

Brecha creciente en la protección patrimonial

Cada vez hay más pérdidas sin seguro. Esta diferencia se conoce como “brecha de protección”. Swiss Re estimó que, en 2023, solo el 40 % de los daños causados por catástrofes naturales estaban asegurados. En países de ingresos bajos, esa cifra es menor al 10 %.

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Esta falta de cobertura afecta también a los gobiernos. Cuando no hay seguro, los Estados deben asumir los costos de reconstrucción. Eso presiona sus finanzas públicas y puede afectar otros servicios esenciales. Además, el valor de propiedades en zonas de alto riesgo comienza a caer.

Colaboración público-privada: una necesidad urgente

El sector privado no puede asumir solo todos los riesgos climáticos. Por eso, han surgido propuestas para crear alianzas entre aseguradoras, gobiernos y organizaciones internacionales. Estas alianzas buscan compartir los costos y aumentar el acceso a coberturas.

Algunos ejemplos incluyen el Insurance Development Forum y el programa CRICC en el Caribe. También se discute en Europa la creación de un fondo común de seguros climáticos para catástrofes a gran escala. Estas iniciativas muestran que la adaptación requiere soluciones colectivas.

Reacción o anticipación: el dilema de 2025

El año 2025 marca un punto de quiebre para la industria aseguradora. Las compañías deben cambiar sus modelos, crear productos más flexibles y adaptarse a un clima inestable. No hacerlo podría comprometer su viabilidad.

Para los usuarios, contar con seguros climáticos adecuados ya no es opcional. Se ha convertido en una decisión estratégica. Protegerse ante los eventos extremos es parte esencial de la estabilidad financiera en esta nueva era.

Un nuevo rostro para la seguridad financiera

La crisis climática obliga a repensar la forma en que entendemos la seguridad. Los seguros climáticos 2025 no son solo un producto financiero. Son una respuesta ante una amenaza constante y global.

Asegurar lo que tenemos ya no se trata solo de proteger un bien. Es también proteger la capacidad de recuperarnos como sociedad. En un mundo donde lo imprevisible es cada vez más común, la anticipación es la mejor defensa.

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