Desde el siglo XIX, el Canal de Suez ha sido mucho más que un corredor marítimo: es una arteria vital para el comercio energético entre Asia y Europa. Ubicado en Egipto, conecta el mar Rojo con el Mediterráneo y reduce en más de 7,000 kilómetros la distancia entre el Golfo Pérsico y Europa Occidental. En un mundo globalizado donde el tiempo y la eficiencia determinan los precios, su papel es irremplazable. Hoy, más del 8% del comercio mundial de petróleo y aproximadamente el 10% del gas natural licuado (GNL) transita por esta franja acuática de 193 kilómetros.
Una vía con siglos de tensión y protagonismo global
La historia del Canal de Suez está marcada por conflictos políticos, intereses estratégicos y profundas transformaciones geoeconómicas. Inaugurado en 1869 bajo la administración del Imperio Otomano y desarrollado por intereses franceses y británicos, el canal fue nacionalizado por Egipto en 1956 bajo el liderazgo de Gamal Abdel Nasser, lo que desencadenó la crisis de Suez y una intervención militar por parte de Israel, Reino Unido y Francia.
Desde entonces, el canal ha sido epicentro de guerras, bloqueos y reconfiguraciones del orden mundial. Durante las guerras árabe-israelíes, su tránsito fue suspendido por años. Más recientemente, el incidente del buque portacontenedores Ever Given en marzo de 2021 volvió a demostrar la fragilidad de esta infraestructura estratégica: el carguero encalló durante seis días, bloqueando por completo la vía e interrumpiendo el flujo de casi 400 buques. Las pérdidas estimadas superaron los US$ 9,000 millones diarios para el comercio global, según Lloyd’s List.
Este suceso no solo afectó a grandes compañías navieras como Maersk o Hapag-Lloyd, sino también a petroleras como Shell y BP, cuyos cargamentos quedaron detenidos en tránsito. Las demoras generaron alzas inmediatas en los precios del crudo y del GNL en los mercados de futuros. Fue una llamada de atención para toda la industria marítima y energética sobre los riesgos de depender de un único paso estratégico.
Eje energético global: petróleo, gas y geopolítica
La importancia del Canal de Suez no solo radica en su función logística, sino en su rol energético. En 2024, según la Agencia Internacional de Energía (AIE), alrededor de 4.5 millones de barriles diarios de petróleo y derivados cruzaron el canal, incluyendo una parte significativa de los embarques desde Arabia Saudita, Irak, Irán y los Emiratos Árabes Unidos hacia Europa y América del Norte.
El gas natural licuado ha ganado protagonismo desde 2022, especialmente tras la guerra en Ucrania. Países como Qatar han incrementado sus envíos hacia Europa a través de esta ruta. De hecho, en la primera mitad de 2025, el tránsito de GNL por el canal creció un 12% interanual, según datos del Suez Canal Authority (SCA).
Además, el contexto geopolítico ha intensificado los riesgos. Los ataques a buques mercantes por parte de grupos armados en Yemen o la creciente militarización del mar Rojo han hecho que aseguradoras y navieras eleven sus primas o incluso desvíen sus rutas hacia el Cabo de Buena Esperanza, a pesar del aumento de costos y tiempos.
En paralelo, la estrategia energética europea de reducir su dependencia del gas ruso ha incrementado la relevancia del Canal de Suez como ruta clave para las importaciones de GNL desde Medio Oriente.
Soluciones, desafíos y perspectivas futuras
Para mitigar los cuellos de botella, Egipto ha impulsado la expansión y modernización del canal, incluyendo una segunda vía inaugurada en 2015, que ha reducido los tiempos de espera y aumentado la capacidad de tránsito diario. El gobierno egipcio prevé culminar nuevas obras de ampliación para 2026, lo que permitirá el paso simultáneo de buques en ambas direcciones a lo largo de más del 50% del trayecto.
La digitalización también ha cobrado fuerza. Se han implementado sistemas de monitoreo en tiempo real, predicción de tráfico y gestión automatizada de ingresos por peajes. Estas innovaciones buscan anticiparse a bloqueos y minimizar el impacto de posibles interrupciones.
El canal también enfrenta desafíos ambientales. El tráfico denso genera emisiones, riesgo de colisiones y contaminación marina. Egipto ha comenzado a cooperar con la OMI y otras agencias para reducir el impacto ambiental mediante regulaciones más estrictas y el fomento de tecnologías limpias, como el uso de combustibles alternativos en buques.
Sin embargo, ninguna tecnología puede eliminar por completo el riesgo estructural de depender de un solo paso. El sistema logístico mundial continúa vulnerable mientras no existan alternativas viables con la misma eficiencia y capacidad.
Una arteria crítica en tiempos de incertidumbre global
El Canal de Suez sigue siendo una pieza clave del tablero energético y geoeconómico global. Su relevancia no solo está en el número de buques o barriles que transporta, sino en su capacidad para reflejar —y amplificar— los riesgos sistémicos del comercio global.
En una era donde los flujos energéticos se reconfiguran por la transición verde, los conflictos regionales y la búsqueda de seguridad en el suministro, el canal representa tanto una ventaja logística como una fuente de vulnerabilidad.
El incidente del Ever Given no fue una anomalía aislada, sino una advertencia: la eficiencia global descansa sobre eslabones frágiles. Y el más estratégico de todos está en Egipto, en las aguas del Canal de Suez.
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