El crecimiento del mercado de GNL en México ha sido una señal clara de su posicionamiento estratégico en el mapa energético global. Sin embargo, este desarrollo no está exento de desafíos. A medida que se multiplican las terminales, se expanden los ductos y crece la exportación, emergen con fuerza tres interrogantes centrales: ¿es sostenible este modelo? ¿qué impacto ambiental genera? ¿existe una regulación efectiva para mitigar sus riesgos?
El reto actual no es solo construir infraestructura, sino asegurar que el gas natural licuado (GNL) sea un verdadero puente hacia una transición energética baja en carbono, y no un obstáculo a largo plazo.
El dilema ambiental: ¿combustible de transición o trampa fósil?
Aunque el gas natural es más limpio que el carbón o el combustóleo, no es una fuente renovable. Su uso implica emisiones de CO₂ y, en el caso del GNL, también emisiones fugitivas de metano, un gas con un potencial de calentamiento global 80 veces mayor que el CO₂ en 20 años.
Las principales preocupaciones ambientales sobre el GNL en México incluyen:
- Fugas en ductos y terminales: Las instalaciones de compresión y licuefacción pueden liberar metano si no cuentan con tecnologías avanzadas de captura.
- Impacto en ecosistemas costeros: La construcción de terminales en puertos como Puerto Libertad (Sonora), Topolobampo (Sinaloa) o Ensenada (Baja California) puede alterar manglares, zonas de anidación de aves y hábitats marinos.
- Consumo de agua y energía: El proceso de licuefacción requiere grandes volúmenes de energía y agua, lo cual representa un riesgo en zonas con estrés hídrico como el noroeste del país.
- Ruido y contaminación luminosa: En regiones de alta biodiversidad, estos factores pueden afectar fauna local.
Grupos ambientalistas como Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) y Greenpeace México han emitido alertas sobre la falta de evaluaciones acumulativas del impacto de múltiples proyectos de GNL en una misma región. Actualmente, cada proyecto es evaluado de forma individual, sin una visión sistémica de su huella colectiva.
Marco regulatorio: fragmentación institucional y rezago técnico
Uno de los principales retos para la sostenibilidad del mercado de GNL en México es la fragmentación regulatoria. Las atribuciones están divididas entre múltiples dependencias:
- SENER: responsable de la política energética
- CRE: otorga permisos de generación, transporte y almacenamiento
- ASEA: vigila seguridad industrial y medio ambiente
- SEMARNAT: aprueba evaluaciones de impacto ambiental
Esta división genera vacíos y superposiciones. En muchos casos, los trámites se duplican, se retrasan o carecen de criterios técnicos unificados. Además, la falta de personal técnico especializado en GNL dentro de ASEA y SEMARNAT limita la capacidad de evaluación a profundidad.
A esto se suma la incertidumbre política. En los últimos tres años, varios proyectos han enfrentado parálisis administrativa, debido a cambios en los criterios de evaluación o moratorias no oficiales sobre nuevas terminales. Este entorno genera desconfianza tanto entre inversionistas como entre comunidades afectadas.
Sostenibilidad energética: ¿cómo construir un modelo responsable?
Para que el mercado de GNL en México sea realmente sostenible, no basta con reducir emisiones o cumplir con los mínimos legales. Se requiere una visión de largo plazo que integre factores sociales, económicos y ecológicos. Algunas acciones clave incluyen:
- Monitoreo transparente de emisiones: Impulsar la instalación de sensores de metano en tiempo real en todas las terminales, con datos públicos accesibles para autoridades, ciudadanos y organizaciones independientes.
- Evaluaciones ambientales acumulativas: Incorporar metodologías que analicen impactos sinérgicos de varios proyectos en una misma zona (por ejemplo, Sinaloa y Baja California).
- Consulta y participación comunitaria: Garantizar procesos auténticos de consulta indígena y social, con mecanismos de seguimiento y compensación.
- Normas de eficiencia energética: Exigir tecnologías de bajo consumo en licuefacción y fomentar el uso de energías renovables en la operación de las plantas.
- Uso dual del GNL: Promover aplicaciones del GNL como combustible de transición en transporte marítimo, minería y generación móvil, con estándares ambientales robustos.
- Plan nacional de transición del GNL: Establecer un horizonte temporal para el uso intensivo del GNL (2025–2040), con metas claras de reducción paulatina en favor de renovables.
México no puede aspirar a ser líder energético sin integrar la sostenibilidad como eje rector de su estrategia gasífera. El momento de construir un marco regulatorio de vanguardia es ahora.
La sostenibilidad, clave para legitimar la expansión del GNL
La legitimidad del mercado de GNL en México dependerá de su capacidad para demostrar que puede desarrollarse sin comprometer el entorno ni marginar a las comunidades locales. Si se insiste en una visión meramente extractiva o exportadora, el modelo encontrará resistencias crecientes, tanto internas como internacionales.
En contraste, si el país asume un liderazgo responsable —con regulación sólida, estándares ambientales altos y participación ciudadana efectiva— podrá posicionarse no solo como un proveedor confiable de gas, sino como un referente en sostenibilidad energética en América Latina.
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