México vive una coyuntura estratégica en el ámbito energético. La energía fotovoltaica ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad medible. Con más de 10.5 GW de capacidad instalada en 2025, el país se coloca como uno de los mercados más atractivos de América Latina para la atracción de capital privado. La combinación de radiación solar, ubicación geográfica y presión internacional por la descarbonización abre una ventana de oportunidad que no debe desaprovecharse. En este contexto, hablar de inversiones en energía fotovoltaica es imprescindible.
Un país con ventajas naturales y competitivas
La geografía mexicana ofrece una de las radiaciones solares más altas del mundo, con promedios que superan los 5.5 kWh/m² al día, según datos de la Secretaría de Energía (SENER). Estados como Sonora, Chihuahua y Durango se han convertido en epicentros para proyectos solares de gran escala.
El Plan Sonora de Energías Sostenibles, anunciado en 2022 y fortalecido en 2024 con inversiones conjuntas entre México y Estados Unidos, busca convertir al norte del país en un hub solar con capacidad exportadora hacia Norteamérica. El megaproyecto contempla hasta 5 GW de capacidad fotovoltaica instalada en diferentes fases, lo que lo ubica entre los más ambiciosos de la región.
Además, México cuenta con una posición privilegiada para interconexiones eléctricas. Su cercanía con Estados Unidos —el mayor consumidor eléctrico del mundo— amplifica el atractivo de desarrollar proyectos fotovoltaicos con vocación exportadora, particularmente en Baja California y Sonora.
Capital privado y apetito financiero en ascenso
El financiamiento para proyectos solares en México se encuentra en expansión. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), América Latina recibió más de 30 mil millones de dólares en inversiones renovables en 2024, de los cuales México captó alrededor del 20%.
Empresas globales como Enel Green Power, Iberdrola Renovables y Canadian Solar mantienen operaciones activas en el país. Paralelamente, desarrolladores locales como X-Elio y Zuma Energía han ampliado su portafolio con proyectos que superan los 300 MW cada uno. La confianza del sector privado responde a un mercado eléctrico que, pese a sus retos regulatorios, continúa ofreciendo retornos competitivos frente a otras economías emergentes.
El financiamiento verde también juega un papel clave. Bancos multilaterales como el BID Invest y la Corporación Financiera Internacional (IFC) han apoyado la expansión de parques solares mexicanos, con esquemas que facilitan créditos a largo plazo y reducen el costo de capital para nuevos desarrollos.
Retos regulatorios y la necesidad de certidumbre
No obstante, el crecimiento enfrenta obstáculos. La política energética mexicana ha mostrado señales mixtas en los últimos años. El fortalecimiento de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha generado tensiones con inversionistas privados en el sector renovable.
En 2023 y 2024, diversas controversias en torno a permisos de interconexión y contratos de suministro limitaron la entrada de nuevos jugadores. Sin embargo, la tendencia global hacia la descarbonización, reforzada por acuerdos como el T-MEC y los compromisos de reducción de emisiones ante la ONU, obligan al país a abrir más espacio a la energía fotovoltaica.
El futuro de las inversiones dependerá de la capacidad gubernamental para dar certidumbre regulatoria y garantizar un marco jurídico estable. La integración energética con Estados Unidos y Canadá presiona en favor de una mayor transparencia y apertura.
Proyecciones y oportunidades de expansión
Los próximos cinco años serán decisivos. De acuerdo con BloombergNEF, México podría duplicar su capacidad fotovoltaica instalada y alcanzar los 20 GW en 2030, siempre que se mantenga el flujo de capital y se reduzcan las barreras regulatorias.
Las oportunidades no se limitan a la generación a gran escala. El crecimiento de los sistemas de generación distribuida, particularmente en techos industriales y residenciales, está transformando el modelo eléctrico nacional. Tan solo en 2024, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) reportó más de 400 mil contratos de interconexión de sistemas fotovoltaicos en hogares y negocios.
Asimismo, la fabricación de equipos y componentes solares representa un área emergente. El contexto del nearshoring abre la puerta para que México se posicione como proveedor estratégico de paneles, inversores y estructuras metálicas para el mercado norteamericano.
México frente a la transición energética global
El país se encuentra en un punto de inflexión. Mientras el mundo acelera la transición hacia energías limpias, México no puede darse el lujo de quedar rezagado. La atracción de inversiones en energía fotovoltaica no solo representa beneficios ambientales, sino también económicos y sociales: generación de empleos, diversificación productiva y desarrollo regional.
Las decisiones que se tomen en los próximos años marcarán la posición del país en el mapa energético mundial. La apuesta por la fotovoltaica no es opcional, es un imperativo estratégico que definirá el futuro del sector energético mexicano.
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