La transformación digital dejó de ser una alternativa, para convertirse en uno de los ejes rectores de las industrias del país. En México, aunque el 80% de las grandes compañías ha iniciado procesos de digitalización, sólo el 28% ha alcanzado una madurez plena, de acuerdo con datos de IDC. Esta brecha representa un riesgo estratégico para sectores clave de la economía, como energía, manufactura y logística, que compiten en cadenas de valor cada vez más digitalizadas y exigentes.
La llegada de nuevos marcos ESG (Ambiental, Social y Gobernanza) ha elevado los estándares globales. Por lo que, las empresas ya no sólo tienen que ser rentables: también deben ser sostenibles, transparentes y tecnológicamente ágiles. Bajo este nuevo entorno, tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), el análisis de datos en tiempo real y la ciberseguridad se han convertido en pilares de competitividad.
En el sector energético, por ejemplo, la digitalización permite optimizar el uso de recursos, anticipar fallas en infraestructura crítica y reducir emisiones. En la manufactura, el modelo de “fábricas inteligentes” (smart factories) con sensores, robótica e integración digital está elevando la eficiencia y la trazabilidad. En logística, el uso de IA para rutas, mantenimiento predictivo y gestión de inventarios es ya una práctica estándar en algunos países.
Sin embargo, la industria mexicana aún enfrenta retos: escasez de talento digital, brechas en infraestructura de conectividad, rezago normativo y falta de inversión continua. Además, muchas empresas aún ven la transformación digital como un proyecto de TI, cuando en realidad debe ser una estrategia de negocio transversal, desde la última línea operativa hasta la alta dirección.
La buena noticia es que los avances tecnológicos son cada vez más accesibles. Soluciones en la nube, plataformas de análisis y herramientas de IA generativa permiten a compañías medianas y grandes acelerar su curva de adopción.
La transformación digital no es un destino, sino un proceso continuo de adaptación. México tiene el potencial de convertirse en una potencia industrial inteligente, pero sólo si sus empresas entienden que digitalizarse no es una moda, sino una condición de competitividad sostenible.
