Cuando no hay petróleo, la estrategia es el recurso más valioso
La ausencia de petróleo no es una condena. Varios países han demostrado que la planificación, la diversificación y la inversión inteligente pueden reemplazar lo que el subsuelo no ofrece. Para las economías emergentes sin petróleo, estos casos ofrecen un conjunto de estrategias replicables y realistas, adaptables a sus capacidades y contextos.
Diversificación económica: clave para reducir vulnerabilidad
Una de las estrategias más efectivas ha sido construir economías menos dependientes de recursos naturales. Esto se logra mediante:
- Fomento de sectores con alto valor agregado: tecnología, manufactura, servicios financieros o industrias creativas.
- Educación y capital humano: países como Israel y Singapur invirtieron masivamente en educación técnica y universitaria para impulsar innovación.
- Atracción de inversión extranjera directa (IED): estableciendo entornos regulatorios claros, bajos niveles de corrupción y zonas económicas especiales.
Ejemplo replicable:
Ruanda, sin petróleo, está invirtiendo en tecnologías limpias y servicios digitales para posicionarse como hub regional de innovación en África.
Energías renovables como motor de desarrollo
Para países sin petróleo, apostar por renovables no es sólo una opción ecológica, sino una necesidad estratégica. Los proyectos de energía solar, eólica, hidroeléctrica o geotérmica ofrecen beneficios económicos y geopolíticos:
- Reducen la dependencia de importaciones caras
- Aprovechan recursos naturales locales
- Crean empleos y cadenas de valor nuevas
- Permiten electrificación rural y acceso inclusivo
Ejemplo replicable:
Paraguay, gracias a Itaipú, exporta electricidad a Brasil y Argentina, generando divisas sin petróleo. Etiopía está siguiendo una ruta similar con la represa del Gran Renacimiento.
Turismo sostenible, logística y servicios globales
Algunos países han convertido su ubicación estratégica o patrimonio cultural en motores económicos alternativos:
- Singapur y Panamá: centros logísticos sin petróleo, pero vitales para el comercio global.
- Costa Rica y Croacia: sin recursos fósiles, pero con industrias turísticas que aportan más que muchas exportaciones petroleras.
Esto implica inversión en infraestructura, gobernanza y promoción internacional. La clave está en desarrollar una ventaja comparativa real y sostenible.
Política fiscal y resiliencia económica
Los países sin petróleo suelen tener menos espacio fiscal que los exportadores, pero eso también los fuerza a una gestión más disciplinada:
- Estabilidad macroeconómica y reglas claras: evitan crisis de deuda y atraen capital.
- Impuestos progresivos y recaudación eficiente: compensan la falta de rentas petroleras.
- Instituciones sólidas: protegen el crecimiento frente a cambios políticos o externos.
Ejemplo replicable:
Botsuana, aunque productor de minerales, ha evitado la “maldición de los recursos” gracias a instituciones transparentes y reglas fiscales prudentes, una lección que puede adaptarse a países sin petróleo.
Conclusión: un futuro sin petróleo, pero con oportunidades
Para las economías emergentes sin petróleo, el modelo extractivo no es una opción, pero eso puede ser una ventaja a largo plazo. La clave está en aprender de quienes ya recorrieron ese camino: diversificar, invertir en renovables, apostar por el capital humano y construir instituciones resilientes.
En un mundo que transita hacia la descarbonización, los países que no tienen petróleo pueden saltarse el ciclo de dependencia fósil y construir economías más sostenibles, integradas y soberanas.
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