En mayo de 2025, el mercado petrolero vive una nueva guerra de precios. La disputa es entre la OPEP+ y Estados Unidos. Arabia Saudita y Rusia lideran la alianza. Han anunciado un aumento de producción de 411,000 barriles diarios desde julio. Con ello, suman 1.37 millones de barriles más al día desde marzo. Su objetivo es recuperar mercado y castigar a países como Irak y Kazajistán, que excedieron sus cuotas.
Mientras tanto, Estados Unidos mantiene su producción en 13.4 millones de barriles diarios. También aumentó sus exportaciones a 4.3 millones de barriles por día. Aun así, el fracking enfrenta problemas de rentabilidad. El precio del crudo ha caído un 15 % este año. Ahora ronda los 60 dólares por barril.
Estrategias divergentes y sus implicaciones
La OPEP+ ha optado por una estrategia de aumento de producción para presionar a los productores estadounidenses y recuperar su influencia en el mercado. Esta decisión se produce en un contexto de debilitamiento económico global, con el FMI reduciendo la previsión de crecimiento mundial al 2.8% para 2025.
Estados Unidos, en cambio, enfrenta desafíos internos debido a la baja rentabilidad del fracking y al aumento de costos. La industria estadounidense requiere precios superiores a 60 dólares por barril para ser rentable, lo que la hace vulnerable a las estrategias de la OPEP+.
Impacto en los precios y la economía global
En 2025, el petróleo Brent cayó de 75 a cerca de 60 dólares tras la reelección de Donald Trump. La baja se debe al aumento de producción de OPEP+ y a la incertidumbre económica por aranceles de EE.UU. Analistas prevén precios menores a 60 dólares por sobreoferta y baja demanda, salvo giros geopolíticos inesperados. JP Morgan, Goldman Sachs y Bank of America proyectan precios entre 57 y 72.5 dólares para el resto de 2025.
Perspectivas futuras y consideraciones estratégicas
La prolongada guerra de precios entre la OPEP+ y Estados Unidos plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de las estrategias adoptadas por ambas partes. Mientras la OPEP+ busca consolidar su influencia mediante aumentos de producción, Estados Unidos enfrenta desafíos internos que podrían limitar su capacidad de respuesta.
En este contexto, la estabilidad del mercado petrolero dependerá de la capacidad de los actores clave para adaptarse a las condiciones cambiantes y de la evolución de la demanda global en medio de la transición energética y las tensiones geopolíticas.
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