IA en energía: ¿quién decide cuándo se enciende el mundo?
Hacia un sistema energético inteligente
En las últimas dos décadas, el sistema energético mundial ha atravesado una transformación profunda impulsada por la descarbonización, la descentralización y la digitalización. En este proceso, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un catalizador estratégico. Desde la predicción de la demanda hasta la gestión de redes distribuidas y el mantenimiento predictivo, la IA en energía no solo optimiza procesos, sino que redefine el papel de los actores que controlan el flujo eléctrico global.
Empresas como Google DeepMind ya gestionan el consumo energético de centros de datos mediante IA, reduciendo un 40% el uso de energía en sistemas de enfriamiento. Por su parte, Siemens Energy y General Electric integran algoritmos de aprendizaje automático para anticipar fallos en turbinas eólicas y centrales eléctricas. Esta transformación plantea una pregunta crucial: si el apagador del mañana es un algoritmo, ¿quién lo programa y con qué fines?
Automatización energética: del operador humano al gemelo digital
La digitalización de la energía va más allá del simple control automático. Con el auge de los “gemelos digitales” —réplicas virtuales de redes y equipos energéticos—, los sistemas pueden anticiparse a fallos, optimizar rutas de distribución y equilibrar la carga en tiempo real. La Red Eléctrica de Francia (RTE) ya utiliza IA para simular escenarios de estrés energético con semanas de antelación. Lo mismo sucede en Japón, donde la empresa TEPCO Power Grid usa IA para detectar anomalías en líneas de transmisión con precisión milimétrica.
Estos avances eliminan la necesidad de una supervisión constante por parte de operadores humanos. El sistema “se gestiona solo”, aprendiendo de millones de datos por segundo. Sin embargo, esta automatización plantea desafíos regulatorios, éticos y de ciberseguridad. ¿Qué sucede si un fallo algorítmico apaga una ciudad? ¿Quién es responsable si un sesgo en los datos deja sin energía a una comunidad vulnerable?
La geopolítica del control energético digital
La IA en energía también está alterando los equilibrios geopolíticos. Las naciones que controlen las plataformas de inteligencia energética dominarán aspectos clave de la economía del futuro. China, por ejemplo, invierte agresivamente en sistemas autónomos para redes eléctricas inteligentes. En 2023, su red estatal State Grid Corporation implementó IA para gestionar más de 90 millones de nodos eléctricos en tiempo real, convirtiéndose en una superpotencia energética digital.
Estados Unidos, por su parte, respalda con financiamiento público y privado el desarrollo de algoritmos para almacenamiento, eficiencia energética y respuesta a la demanda. Programas como el ARPA-E Grid Optimization Challenge promueven el uso de IA para resolver cuellos de botella en la red nacional. Europa tampoco se queda atrás: Alemania y Países Bajos lideran la integración de inteligencia artificial en mercados energéticos descentralizados.
La competencia por controlar el “apagador del mañana” no es solo tecnológica, sino también política. Los países que definan los estándares éticos y técnicos de la IA en energía podrían establecer las reglas del juego global en el siglo XXI.
Riesgos invisibles: opacidad algorítmica y vulnerabilidades sistémicas
Aunque los beneficios de la IA en energía son significativos, los riesgos no pueden ignorarse. La llamada “opacidad algorítmica” impide que incluso los expertos comprendan por completo cómo ciertas decisiones son tomadas por modelos de aprendizaje profundo. En un sistema tan sensible como el energético, esa falta de transparencia puede ser crítica.
Además, los sistemas automatizados amplifican las vulnerabilidades cibernéticas. En 2022, un ciberataque contra Colonial Pipeline paralizó el suministro de combustibles en la costa este de EE.UU. por varios días. ¿Qué ocurriría si un algoritmo que gestiona una red eléctrica completa es secuestrado o manipulado?
Organismos como la Agencia Internacional de Energía (IEA) y el World Economic Forum advierten que la automatización sin gobernanza robusta puede crear “puntos únicos de falla” que comprometan la estabilidad energética global. La resiliencia ya no depende solo de la infraestructura física, sino también del código fuente que la gestiona.
Gobernanza energética en la era de los algoritmos
Frente a este escenario, el debate sobre la gobernanza algorítmica se vuelve urgente. La automatización energética debe ir acompañada de regulaciones claras, auditorías de IA, estándares internacionales y participación ciudadana. El control de los sistemas energéticos no puede quedar en manos de cajas negras ininteligibles o intereses corporativos opacos.
Instituciones como el Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE) y la International Electrotechnical Commission (IEC) trabajan en marcos normativos para certificar la seguridad y ética de los sistemas autónomos energéticos. Pero aún queda un vacío político: ¿quién supervisa al supervisor artificial?
El nuevo poder detrás del interruptor
La inteligencia artificial está configurando un nuevo orden energético global. Mientras las redes inteligentes, la automatización y el análisis de datos optimizan la eficiencia, también concentran el poder de decisión en infraestructuras opacas, diseñadas por actores tecnológicos cuya rendición de cuentas aún es débil. La pregunta ya no es si la IA gestionará nuestro suministro energético, sino bajo qué principios lo hará, quién la supervisará y cómo protegeremos el interés público en un entorno cada vez más digitalizado. El apagador del mañana ya no será un botón, sino una secuencia de código. Y el verdadero poder residirá en quienes la escriben.
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