Interrupciones logísticas por eventos climáticos extremos: lecciones y resiliencia en el transporte energético

Las interrupciones logísticas por eventos climáticos extremos son una amenaza creciente para el transporte energético global. Este análisis aborda sus causas, impactos y las estrategias de resiliencia adoptadas.

JULIO 24 , 2025
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Las interrupciones logísticas por eventos climáticos extremos son cada vez más frecuentes y representan una amenaza para la continuidad del transporte energético en el mundo. Huracanes, inundaciones y sequías han puesto en evidencia la vulnerabilidad de las cadenas de suministro. En 2024, la Agencia Internacional de Energía (IEA) advirtió que el 30% de las interrupciones energéticas globales tuvieron origen en fenómenos meteorológicos severos, lo que subraya la urgencia de reforzar la resiliencia.

El impacto directo de huracanes en la infraestructura energética

Los huracanes son responsables de algunos de los daños logísticos más graves. El huracán Ian en 2022 paralizó terminales de combustibles en Florida durante más de una semana, afectando la distribución de gasolina y diésel en todo el sureste de Estados Unidos. En México, el huracán Otis en octubre de 2023 destruyó parte de la red de distribución en Guerrero, obligando al gobierno a movilizar recursos de emergencia para abastecer de combustibles al puerto de Acapulco.

Según datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), los huracanes de categoría 4 y 5 han aumentado un 25% en el Pacífico oriental en los últimos 30 años. Esta tendencia afecta no solo a los puertos y terminales, sino también a los oleoductos y sistemas de almacenamiento. La infraestructura crítica, como los ductos de Pemex, ha tenido que detener operaciones por riesgos de inundaciones y daños estructurales.

Ejemplos recientes y cifras clave

En 2024, el puerto de Houston —clave para la exportación de crudo hacia Asia— sufrió una suspensión operativa de cuatro días debido a inundaciones provocadas por tormentas atípicas. Se estima que la interrupción costó a las empresas de logística más de 500 millones de dólares en pérdidas. Estas cifras muestran cómo el transporte energético depende de la planificación ante riesgos climáticos.

Inundaciones y sequías: desafíos menos visibles pero devastadores

Aunque los huracanes acaparan la atención mediática, las inundaciones y sequías tienen efectos igual de destructivos. Las lluvias torrenciales en el centro de México durante septiembre de 2024 afectaron las vías férreas que transportan gas LP hacia el Bajío, generando retrasos en el suministro. De acuerdo con la Secretaría de Energía (SENER), el 12% de la distribución nacional de gas LP se vio afectada por incidentes relacionados con inundaciones en ese año.

Por otro lado, la sequía extrema que golpeó Texas y el norte de México en 2023 provocó una reducción en la capacidad de generación hidroeléctrica. Esto obligó a una mayor demanda de transporte de gas natural y combustibles fósiles, saturando corredores logísticos como los cruces fronterizos en Tamaulipas y Coahuila. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) reportó que en ese periodo se incrementaron un 15% los costos logísticos por ajustes de última hora en el transporte de insumos energéticos.

Infraestructura vulnerable a eventos extremos

La infraestructura ferroviaria y carretera, esencial para el transporte energético, es especialmente vulnerable a los cambios repentinos del clima. Carreteras bloqueadas, puentes colapsados y vías férreas inundadas han obligado a replantear rutas logísticas. Los operadores han comenzado a implementar sistemas de monitoreo climático en tiempo real para anticipar estos riesgos.

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Estrategias de resiliencia y lecciones aprendidas

La respuesta de la industria energética frente a estos eventos ha evolucionado. Las empresas han adoptado medidas preventivas que van desde la modernización de infraestructuras hasta el uso de tecnologías de inteligencia artificial para optimizar rutas de transporte. Shell y ExxonMobil, por ejemplo, han invertido en plataformas digitales que permiten predecir interrupciones logísticas con hasta 72 horas de anticipación.

Iniciativas en México y América del Norte

En México, Pemex y la Secretaría de Marina trabajan en protocolos de respuesta rápida para reactivar terminales marítimas tras huracanes. En Estados Unidos, la Administración Federal de Energía (FERC) impulsa inversiones en sistemas de protección de ductos contra inundaciones y fenómenos de erosión. Estas acciones buscan reducir los tiempos de inactividad y garantizar el abastecimiento energético en zonas críticas.

Otra lección clave ha sido la diversificación de rutas y modos de transporte. Las empresas ya no dependen únicamente de un corredor logístico; en su lugar, diseñan planes alternos con apoyo en transporte ferroviario, marítimo y terrestre. Además, el uso de drones para inspección de daños en oleoductos o instalaciones remotas se ha convertido en una herramienta eficaz para la toma de decisiones rápidas.

Perspectivas y desafíos futuros

El cambio climático seguirá intensificando estos riesgos. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) proyecta que, para 2030, la frecuencia de eventos climáticos extremos podría aumentar un 40% en algunas regiones del continente americano. Este pronóstico obliga a gobiernos y empresas a invertir en resiliencia logística como parte de su estrategia de seguridad energética.

Entre los retos más urgentes está la integración de infraestructura sostenible y resistente al clima. Esto incluye elevar estándares de construcción en terminales marítimas, diseñar ductos más seguros y mejorar la coordinación entre el sector público y privado. La colaboración internacional también es clave, ya que muchos de los corredores energéticos son transfronterizos.

Fortalecer la resiliencia para un futuro energético estable

La gestión efectiva de las interrupciones logísticas por eventos climáticos extremos es esencial para garantizar un suministro energético seguro. Invertir en infraestructura más robusta, digitalización y diversificación logística son medidas imprescindibles para reducir riesgos. La industria energética no puede permitirse ignorar estas señales de alerta. El aprendizaje derivado de huracanes, inundaciones y sequías recientes demuestra que la resiliencia no es una opción, sino una condición indispensable para el futuro del transporte energético. Las decisiones tomadas hoy determinarán la capacidad de las economías para enfrentar las crisis climáticas de la próxima década.

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