La transformación de la petroquímica: del desecho al recurso
Durante décadas, los plásticos fueron símbolo del progreso industrial y también del impacto ambiental. Hoy, la petroquímica global vive un punto de inflexión: transformar su modelo lineal —producir, usar y desechar— en uno circular, donde los residuos se convierten nuevamente en materia prima.
Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), el sector químico consume cerca del 14 % del petróleo mundial, pero podría reducir esa huella mediante polímeros reciclables y bioplásticos derivados de biomasa o CO₂ capturado. Esta transición no solo busca eficiencia energética, sino también competitividad frente a regulaciones ambientales más estrictas.
Innovaciones globales: del etanol verde al reciclaje químico
Empresas como BASF y Braskem están liderando la innovación.
- BASF desarrolla polímeros biodegradables (Ecovio®, Ultramid® Ccycled) capaces de descomponerse sin dejar microplásticos.
- Braskem, con su “Green Plastic”, produce polietileno a partir de caña de azúcar, evitando más de 3 millones de toneladas de CO₂ desde 2010.
Ambas compañías integran tecnologías de reciclaje químico avanzado, que permiten recuperar monómeros a partir de residuos plásticos mixtos, un proceso que complementa el reciclaje mecánico tradicional.
En México, Pemex Etileno también busca modernizar su portafolio. Su planta en Morelos ha sido clave para reactivar la producción de etileno y explorar alianzas con la industria del plástico nacional, con miras a impulsar productos de bajo impacto ambiental y alto valor agregado, en línea con los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo Industrial Sustentable.
Economía circular y energía: una alianza necesaria
La petroquímica circular no solo aborda el problema de los residuos, sino que también puede ahorrar energía. El uso de biomasa y residuos plásticos como insumo reduce la dependencia del crudo y favorece la integración con fuentes renovables.
De acuerdo con el World Economic Forum, una economía circular en plásticos podría recortar hasta un 40 % del consumo energético del sector hacia 2040. Este cambio implica digitalización de plantas, trazabilidad de materiales y modelos colaborativos entre productores, recicladores y gobiernos.

Hacia una nueva cultura de los materiales
Los plásticos del futuro ya no serán desechables, sino inteligentes, reciclables y sostenibles. El desafío está en escalar estas tecnologías y crear incentivos que cierren el ciclo de producción. México podría jugar un papel clave si combina su base petroquímica con innovación verde y colaboración internacional.
El cambio no es solo tecnológico: es cultural. Si el siglo XX fue el de los plásticos eternos, el XXI será el de los plásticos que vuelven a nacer, impulsando una economía más limpia y consciente.
Te invito a leer:
Retos de los nodos logísticos energéticos en México: vulnerabilidades y desafíos técnicos en 2025