El gobierno de Estados Unidos, encabezado por Donald Trump, impuso un arancel del 50% —duplicando la tasa anterior del 25 %— al acero y aluminio importados. Esta medida entró en vigor el pasado 4 de junio, lo que implica para México una amenaza directa a industrias como la manufacturera, así como a sus exportaciones y miles de empleos relacionados.
Cabe aclarar que nuestro país es el segundo proveedor de acero de Estados Unidos, con más de 3.3 millones de toneladas exportadas anualmente, lo que representa un valor de aproximadamente US$4,000 millones.
De acuerdo con estimaciones de la Secretaría de Economía, los aranceles del 50% ponen en riesgo más de US$20,000 millones en exportaciones relacionadas con acero, aluminio y sus derivados. Además, cerca de 380,000 empleos directos vinculados a la cadena de valor del acero podrían verse afectados si las condiciones de mercado se deterioran.
Frente a esta medida, la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, declaró en su conferencia matutina que, “en el caso de México, primero, es injusta, número uno porque —como lo hemos dicho varias veces— México importa más de lo que exporta en acero y en aluminio. Entonces, formalmente se pone un arancel cuando hay un déficit”.
Debido a que México ha calificado la medida como “injusta e inaceptable”, ahora busca su exención a través de los canales diplomáticos del T-MEC, en donde el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, es quien está a cargo. El principal argumento es que esta política contraviene los principios del tratado.
Al respecto, Sheinbaum señaló que “se trata de una medida que, además, no tiene un sustento legal, ya que se tiene un acuerdo comercial, aunado a que se está colaborando de manera muy estrecha en otros temas como la seguridad, lo cual ha sido reconocido por el propio gobierno de los Estados Unidos”.
En tanto, los efectos se sentirán, particularmente, en industrias como la automotriz, construcción, infraestructura y manufactura avanzada, que dependen de insumos metálicos para la producción y exportación. El encarecimiento inmediato del acero importado provocará un alza en los costos logísticos y de producción, debilitando la competitividad frente a otros proveedores globales.
Expertos en comercio internacional consideran que el panorama es incierto, y que las represalias arancelarias o las negociaciones podrían extenderse durante los próximos meses. Mientras, diversas cámaras industriales han solicitado medidas de apoyo inmediato para amortiguar el impacto, como incentivos fiscales, diversificación de mercados y estímulos a la producción nacional
