La carrera por el litio México: entre la soberanía y la transición energética

El litio México emerge como pieza clave en la transición energética mundial. Con la creación de LitioMx, alianzas internacionales y el auge de baterías para autos eléctricos, la nación se enfrenta al reto de convertir su “oro blanco” en valor industrial real.

Hace 20 horas
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La exploración y eventual industrialización del litio en México plantea un cruce entre dos fuerzas poderosas: la aspiración de soberanía mineral y la urgencia global de la transición energética. El país, ubicado en un momento clave, debe decidir si su recurso puede transformarse en valor real para la industria de baterías y automoción eléctrica; al mismo tiempo, su nuevo marco institucional deberá equilibrar intereses nacionales y globales.

Evolución institucional y el papel de LitioMx

En abril de 2022, mediante una reforma a la Ley Minera, México declaró al litio como recurso estratégico, de “utilidad pública” y propiedad de la nación. En agosto del mismo año, se publicó el decreto para crear LitioMx —empresa estatal descentralizada bajo la Secretaría de Energía— encargada de la exploración, explotación, procesamiento y control de las cadenas de valor del litio en el territorio nacional.
Este diseño institucional busca otorgar al Estado mexicano el control exclusivo sobre la industria primaria del litio, aunque permite cierta “asociación” con entidades privadas o públicas en fases posteriores.


A pesar de este marco, los avances de LitioMx muestran retos importantes: según un reporte de enero de 2025, la empresa logró generar carbonato de litio grado batería a nivel laboratorio, pero aún está lejos de escalar a producción comercial.

El presupuesto asignado también se ha señalado como limitado: para 2025 se propuso apenas 12.9 millones de pesos, lo cual resulta simbólico frente al reto técnico y financiero que implica desarrollar instalaciones industriales de extracción y beneficio.
De este modo, la evolución institucional se presenta como una combinación de avance normativo relevante —soberanía del estado sobre el recurso— y una ejecución aún incipiente, en la que las alianzas, la tecnología y la inversión internacional jugarán un papel decisivo.

Alianzas internacionales, tecnología y retos de producción

El potencial de México en litio radica en su ubicación geológica y en el interés global por minerales críticos para baterías. El país ha sido identificado por la United States Geological Survey (USGS) como poseedor de alrededor de 1.7 millones de toneladas de litio en depósitos sedimentarios o arcillosos.


No obstante, el tipo de depósito (principalmente arcillas) representa un desafío técnico relevante: los procesos rentables de extracción a gran escala aún son muy limitados en el mundo, lo que implica una inversión tecnológica y de capital superior al promedio para escalar.


En este contexto, LitioMx ha buscado alianzas internacionales. Por ejemplo, la empresa canadiense Advance Lithium negoció en 2023 una posible asociación con LitioMx para explorar litio en San Luis Potosí y Zacatecas.

Estas alianzas responden a la necesidad de combinar tecnología extranjera, conocimiento de procesos y capital con la soberanía estatal sobre el recurso.
Sin embargo, las disputas legales y la incertidumbre institucional constituyen obstáculos importantes. El retraso en desarrollo, la falta de claridad sobre concesiones anteriores a la reforma y la cancelación de permisos han generado demandas por arbitraje internacional.
Por lo tanto, aunque existe un atractivo tecnológico global —la demanda por baterías eléctricas impulsa el litio como mineral crítico—, México enfrenta el reto doble de innovar y atraer inversión, sin perder el control estatal prometido.

Impacto del litio en baterías, automóviles eléctricos y políticas nacionales

El litio México no sólo tiene un efecto directo en la cadena de suministro de baterías —usadas en vehículos eléctricos, almacenamiento de energía y electrónica portátil— sino que también representa una apuesta estratégica para el desarrollo industrial interno.


En la industria automotriz, la demanda global de vehículos eléctricos sigue al alza, lo que posiciona al litio como componente clave. Estudios estiman que la demanda mundial de litio podría alcanzar 3.8 millones de toneladas para 2035. Si México logra desarrollar la cadena de valor (desde extracción hasta preferiblemente procesamiento y fabricación de baterías), puede ubicarse como actor relevante en la transición energética de América Latina.


A nivel de políticas nacionales, el control del litio se asocia a la soberanía energética y minera. El discurso oficial lo presenta como un recurso para “la nación y el pueblo” y como motor de desarrollo. Asimismo, la participación en la cadena de valor del litio permite al país aspirar a mayor industrialización, generación de empleo especializado y menor dependencia de importaciones para componentes críticos de la economía verde.

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No obstante, hay un riesgo: si la producción se retrasa o se limita a la extracción primaria sin valor agregado, México puede perder la ventana de oportunidad tecnológica que ofrecen las baterías eléctricas y la electromovilidad. En ese sentido, las alianzas internacionales y la inversión en tecnología serán decisivas.

Esquema de tres ejes temáticos

1) Activos e inventario — México cuenta con recursos estimados en 1.7 millones de toneladas de litio sedimentario / arcilloso. Las reservas se concentran en estados como Sonora, Zacatecas, San Luis Potosí, Baja California.
2) Retos o problemáticas — El tipo de depósito (arcillas) es más costoso de explotar; presupuesto estatal limitado; litigios y cancelación de concesiones; tecnología aún en fase de pilotaje.
3) Propuestas y oportunidades — Asociaciones estratégicas público-privadas o con socios internacionales; inversión en procesamiento y valor agregado de baterías; fomentar cadena de valor nacional para autos eléctricos; políticas de desarrollo industrial vinculadas al litio.

Mirando hacia el futuro del litio México

La carrera por el litio México se encuentra en un momento definitorio. El país ha sentado las bases institucionales y normativas para controlar este mineral estratégico, pero la ejecución práctica y la creación de una industria competitiva requieren mover piezas en varias dimensiones.
Por un lado, México debe consolidar alianzas internacionales que aporten tecnología y capital, sin que ello comprometa el control estatal o los objetivos de desarrollo nacional.

Por otro lado, es necesario que LitioMx avance hacia la producción industrial de litio, preferiblemente con tratamiento propio y posiblemente fabricación de baterías, para no quedar relegado como simple proveedor de materia prima.
La influencia de este proceso va más allá de la industria minera. Está en juego la posición de México en la transición global hacia la electromovilidad, la generación de empleos de alto nivel técnico, y la capacidad del país para articular su política industrial y energética en un mundo donde los minerales críticos marcan nuevos equilibrios geopolíticos.


En ese sentido, el “oro blanco” puede convertirse en una palanca de crecimiento, siempre que se combinen visión política, inversión estratégica y tecnologías de vanguardia. Para el lector, la pregunta es clara: ¿está México preparado para convertir sus recursos en poder económico y energético, o será un espectador de la revolución de las baterías? La respuesta definirá su lugar en el nuevo mapa energético global.

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