El gas licuado de petróleo (gas LP) es el principal combustible para cocinar y calentar agua en los hogares mexicanos, pero su presencia cotidiana contrasta con la compleja red de infraestructura y regulación que permite que llegue, de manera relativamente segura, a millones de viviendas cada día.
Primer tramo del recorrido
El proceso inicia en las refinerías y centros de procesamiento de gas, donde se obtiene la mezcla de propano y butano que conforma el gas LP. Desde ahí, el combustible viaja a través de poliductos, carros tanque y autotanques hacia las terminales de almacenamiento y reparto operadas por Pemex y empresas privadas. Estas instalaciones funcionan como centros estratégicos que garantizan el abasto regional y mantienen reservas para evitar desabasto.
Distribución final: cilindros y tanques estacionarios
Una vez en las terminales, el gas LP se distribuye a los municipios mediante camiones especializados que alimentan dos tipos de suministro doméstico:
- Cilindros portátiles, que se llenan en plantas distribuidoras y se entregan casa por casa.
- Tanques estacionarios, que se abastecen mediante autotanques con mangueras de alta presión directamente en los hogares.
Ambos sistemas requieren estrictas medidas de seguridad debido al carácter altamente inflamable del combustible.
Costos y precios regulados
El precio del gas LP uno de los insumos más sensibles para la economía, se determina cada semana con topes fijados por la Comisión Nacional de Energía (CNE), que considera factores como costos logísticos, transporte y condiciones del mercado internacional. Aunque los precios varían por región, el esquema busca evitar abusos y mantener estabilidad en los costos para el consumidor final.
¿Qué rol tiene Pemex?
Pemex es la columna vertebral del suministro: produce, transporta y almacena el gas LP que luego las distribuidoras llevan a los hogares. Aunque el mercado minorista está en manos de empresas privadas, sin Pemex la red nacional de abasto no podría operar con la amplitud actual.
Pese a la regulación, la cadena del gas LP no está exenta de riesgos. Las fugas, provocadas principalmente por instalaciones domésticas deterioradas, mangueras vencidas o cilindros en mal estado, representan la mayor causa de incidentes. Por lo que, Protección Civil recomienda revisiones periódicas, verificar que los cilindros no tengan golpes severos y asegurarse de que los distribuidores cuenten con permisos vigentes.
Por otro lado, el tema regulatorio opera bajo normas de seguridad estrictas establecidas por la Comisión nacional de energía (CNE), la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) y autoridades municipales. Estas regulaciones abarcan desde la calidad de los cilindros y la operación de autotanques hasta las condiciones de las plantas de almacenamiento y distribución. Además, las empresas deben cumplir con verificaciones técnicas, controles de peso y capacitación de su personal.
Detrás de actividades cotidianas como encender una estufa existe una infraestructura que conecta refinerías, ductos, depósitos, transporte especializado y redes de distribución, todo bajo normas diseñadas para garantizar seguridad y precios controlados. El gas LP continúa siendo, pese a la expansión del gas natural y la electricidad, la energía doméstica por excelencia en millones de hogares mexicanos.