La diversificación del portafolio energético de Pemex: biocombustibles, geotermia e hidrógeno

Pemex avanza hacia un modelo energético más diverso. Biocombustibles, geotermia e hidrógeno son los ejes de su transformación hacia una empresa sostenible y competitiva.

OCTUBRE 16 , 2025
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Un cambio de rumbo ante la nueva realidad energética

Petróleos Mexicanos (Pemex) avanza en una ruta inédita: diversificar su portafolio energético para integrar fuentes más limpias y sostenibles. En medio de los compromisos climáticos globales y la presión por modernizar su modelo de negocio, la empresa estatal ha comenzado a explorar nuevas áreas como biocombustibles, geotermia e hidrógeno, en un intento por equilibrar su papel histórico con las demandas del siglo XXI.

En mayo de 2025, el Consejo de Administración de Pemex aprobó modificaciones a su Estatuto Orgánico que amplían su campo de acción a energías no derivadas de hidrocarburos, incluyendo la geoenergía y el hidrógeno verde (Pemex, 2025). Este ajuste marca un punto de inflexión en la estrategia institucional, consolidando su transición de empresa exclusivamente petrolera a operador energético integral.

El giro también responde al nuevo marco político y regulatorio impulsado por la administración federal. Desde 2024, la reforma energética redefinió los papeles de Pemex y CFE como agentes activos en la transición energética mexicana, con objetivos claros de reducción de emisiones y mayor participación en tecnologías limpias.

Biocombustibles: energía verde compatible con la infraestructura actual

Entre las nuevas líneas estratégicas, los biocombustibles figuran como una de las alternativas más avanzadas. Pemex planea producir diésel renovable a partir de biomasa residual hacia 2030, según su Plan de Sostenibilidad 2025-2035.

La propuesta busca aprovechar residuos agrícolas y forestales para generar combustibles “drop-in”, compatibles con los motores y redes actuales sin necesidad de grandes modificaciones técnicas. Esta tecnología permitiría reducir emisiones sin alterar significativamente la cadena de suministro existente.

Sin embargo, el desafío es doble: garantizar el suministro estable de biomasa y atraer inversiones tecnológicas que hagan viable la producción a escala. Medios especializados advierten que, si bien Pemex ha trazado las líneas generales, los proyectos piloto aún no han sido detallados públicamente.

Geotermia: aprovechar el calor del subsuelo

El aprovechamiento de la energía geotérmica representa otro eje de diversificación con potencial. En regiones con alta actividad volcánica —como Michoacán, Puebla y Baja California—, México posee recursos geotérmicos significativos que podrían ser aprovechados por Pemex.

La empresa ha señalado su interés en reutilizar infraestructura industrial y plataformas en desuso para generar electricidad a partir del calor terrestre. Este modelo podría reducir costos de entrada y aprovechar la experiencia técnica acumulada en perforación profunda.

El reto principal sigue siendo financiero: los proyectos geotérmicos requieren inversiones iniciales altas y largos periodos de recuperación. Sin embargo, su carácter continuo y predecible los convierte en una fuente ideal de energía base dentro del nuevo portafolio energético nacional.

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Hidrógeno: el nuevo vector de la transición

De las tres tecnologías, el hidrógeno verde es la más ambiciosa. En junio de 2025, Pemex presentó su primer proyecto de electrólisis con capacidad de 921 MW, orientado a generar hasta 41 000 toneladas de hidrógeno al año. El plan forma parte de una cartera nacional de 24 proyectos en desarrollo, con una inversión total estimada en más de 21 000 millones de dólares.

La empresa considera que el hidrógeno puede convertirse en un vector clave para almacenamiento de energía, descarbonización del transporte pesado y sustitución progresiva del gas natural en procesos industriales.

Sin embargo, su implementación enfrenta desafíos significativos: el alto costo de la electrólisis, la falta de infraestructura de transporte y la necesidad de asegurar que la electricidad provenga de fuentes verdaderamente renovables.

Los analistas coinciden en que Pemex deberá definir una hoja de ruta más precisa y establecer alianzas tecnológicas internacionales para escalar su capacidad de producción en la próxima década.

Retos estructurales y financieros

La diversificación energética no puede avanzar sin resolver problemas internos. Pemex sigue siendo una de las petroleras más endeudadas del mundo. Su producción de gas húmedo alcanzó 2 319 millones de pies cúbicos diarios en 2024, pero con un nivel de utilización de plantas del 44.8 %, lo que refleja márgenes de ineficiencia y desaprovechamiento de activos.

Además, la ausencia de calendarios claros, presupuestos definidos y mecanismos de reporte transparentes limita la credibilidad de los compromisos de transición. Superar estas barreras exigirá reformar la estructura corporativa, modernizar los procesos de gobernanza y fortalecer la colaboración con el sector privado y académico.

Hacia una empresa energética del siglo XXI

La diversificación del portafolio energético de Pemex no es una moda: es una necesidad estratégica para garantizar su relevancia en un entorno global que avanza hacia la descarbonización. Biocombustibles, geotermia e hidrógeno ofrecen caminos reales para ampliar su matriz productiva, reducir emisiones y mantener competitividad internacional.

No obstante, el tiempo apremia. Si la empresa logra traducir sus anuncios en resultados medibles, podría consolidarse como un actor clave en la transición energética mexicana. Si no, corre el riesgo de quedar rezagada frente a otros jugadores públicos y privados que ya avanzan con mayor velocidad.

El futuro de Pemex dependerá de su capacidad para convertir la diversificación energética en una política de Estado sostenida, con visión técnica, disciplina financiera y apertura a la innovación. Solo así podrá dejar atrás su dependencia histórica del petróleo y consolidar su lugar en el nuevo mapa energético global.

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