México: ¿Cuándo despegará el combustible verde para aviones?

Las aerolíneas mexicanas han hecho vuelos de prueba con combustibles de aviación sostenibles (SAF), pero aún no hay producción nacional ni proyección de crecimiento.

Hace 3 horas
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México comienza a dar sus primeros pasos hacia el uso de combustibles de aviación sostenibles (SAF, por sus siglas en inglés), una pieza clave en la descarbonización del sector aéreo. Aunque Aeroméxico, Volaris y VivaAerobus han realizado pruebas con SAF en ciertas rutas en los últimos dos años, la producción nacional es incipiente y enfrenta importantes desafíos técnicos, regulatorios y financieros.

El SAF puede reducir hasta 80% las emisiones de CO₂ en comparación con el combustible tradicional para aviones, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA). Esta organización ha establecido que el 65% de la descarbonización de la industria aérea hacia 2050 debe venir del uso de SAF. El problema: en México no existen aún bio-refinerías en operación comercial, y los costos logísticos y de importación son elevados.

La empresa española Repsol y la francesa TotalEnergies, que lideran el desarrollo de SAF en Europa y Sudamérica, han comenzado a explorar alianzas en México, aunque todavía sin inversiones confirmadas en plantas.

Por su parte, las autoridades en México no han establecido aún un marco regulatorio específico que incentive el desarrollo y certificación de SAF en el país. A diferencia de Estados Unidos, donde hay incentivos fiscales para el SAF, en México no hay subsidios ni deducciones fiscales que hagan viable su producción local a gran escala.

De acuerdo con el Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT), México tiene un alto potencial para producir SAF a partir de residuos agrícolas, algas, aceites usados y desechos orgánicos. Estados como Chiapas, Veracruz y Sinaloa podrían convertirse en centros estratégicos de producción, si se articulan incentivos públicos, normas técnicas y acuerdos de compra a largo plazo (PPA, por sus siglas en inglés).

Si México quiere ser parte de las cadenas de suministro global de SAF —como ya lo son Estados Unidos, Países Bajos o Singapur—, necesita acelerar su curva de aprendizaje y regulación.

A medida que avanza la transición energética en la aviación, México no puede quedarse en tierra. Invertir en producción nacional de SAF no sólo permitirá cumplir con compromisos ambientales, sino también generar empleos, atraer inversión extranjera y posicionar al país como hub de innovación energética para América Latina.

Germán Sánchez

Germán Sánchez

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