Papel del gas natural licuado (GNL) en la seguridad energética global

El gas natural licuado ha adquirido un papel central en la reconfiguración del mapa energético mundial. Qatar, Estados Unidos y Australia emergen como proveedores esenciales, especialmente tras los conflictos geopolíticos de 2022 y 2023 que alteraron el suministro de gas ruso. Su influencia marca el nuevo equilibrio energético global.

Hace 10 horas
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GNL: una piedra angular en la nueva arquitectura energética global

El gas natural licuado (GNL) se ha convertido en una herramienta crucial para garantizar la seguridad energética en un contexto internacional cada vez más volátil. Su capacidad para ser transportado por vía marítima lo convierte en una opción flexible y estratégica frente a los gasoductos tradicionales, cuya dependencia geográfica ha sido fuente de vulnerabilidad, especialmente en Europa.

A raíz de la invasión rusa a Ucrania en 2022 y la posterior reducción del gas ruso hacia Europa, los países importadores aceleraron la diversificación de fuentes. En este escenario, el GNL no solo llenó el vacío, sino que asumió un rol protagonista en las políticas energéticas de emergencia. En 2023, el 40 % de las importaciones de gas de la Unión Europea provinieron de GNL, frente al 20 % en 2021, según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE).

Qatar: expansión sostenida y liderazgo en el mercado global

Qatar, con su proyecto North Field Expansion, consolidará su posición como el mayor exportador mundial de GNL hacia finales de la década. La nación del Golfo ha invertido más de 45.000 millones de dólares para incrementar su capacidad de exportación a 126 millones de toneladas anuales (MTPA) para 2027, frente a los 77 MTPA actuales.

En 2024, Qatar firmó acuerdos de suministro a largo plazo con Alemania y China, dos mercados clave. El contrato con Sinopec por 27 años es uno de los más extensos registrados, reflejo de la visión estratégica de Doha: asegurar presencia estable en Asia, mientras diversifica su base de clientes europeos.

Además de su sólida infraestructura —como el puerto industrial de Ras Laffan—, Qatar ofrece condiciones comerciales competitivas gracias a su bajo costo de producción y estabilidad política, factores que refuerzan su papel central en el equilibrio energético global post-2024.

Estados Unidos: auge exportador y diplomacia energética

Estados Unidos se posiciona como un actor clave en el mercado global de GNL, particularmente desde 2016, cuando inició sus primeras exportaciones a gran escala desde la terminal de Sabine Pass. Desde entonces, ha desarrollado una red robusta de terminales en el Golfo de México, como Corpus Christi y Freeport, que le permitieron convertirse en el principal exportador mundial durante varios trimestres de 2023.

Tras la guerra en Ucrania, EE. UU. incrementó sus envíos a Europa en más de un 140 % respecto a 2021, según datos del Departamento de Energía. Este repunte ha sido posible gracias a inversiones privadas y al respaldo político de la administración Biden, que ve en el GNL una herramienta estratégica para reforzar alianzas geopolíticas y sostener el orden energético occidental.

No obstante, el auge del GNL estadounidense enfrenta críticas por su huella ambiental. Aunque el gas se percibe como un combustible puente hacia la transición energética, los proyectos de licuefacción y transporte han generado preocupación entre ambientalistas y comunidades locales, poniendo en tensión los objetivos climáticos.

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Australia: fortaleza en Asia y desafíos internos

Australia ha sido durante años el principal proveedor de GNL para las economías asiáticas, especialmente Japón, Corea del Sur y China. Su ubicación geográfica le brinda ventajas logísticas, y su capacidad instalada —más de 80 MTPA— la coloca entre los líderes del sector.

Proyectos como Gorgon LNG, Ichthys LNG y Wheatstone han sido pilares del auge australiano. Sin embargo, en 2024 el país enfrenta desafíos significativos: protestas laborales, presiones regulatorias por emisiones y un debate creciente sobre el impacto ambiental de la expansión gasífera.

Aun así, Australia mantiene acuerdos comerciales robustos con Asia y continúa desempeñando un rol esencial en el equilibrio energético del Pacífico. Su permanencia como actor clave dependerá de cómo gestione las tensiones entre seguridad energética y compromisos climáticos.

Tendencias clave para el GNL post-2024

Contratos a largo plazo como garantía de estabilidad

Tras años de mercado spot dominante, el auge del GNL ha revalorizado los contratos a largo plazo. Europa, que inicialmente buscaba flexibilidad, ahora prioriza la seguridad de suministro, firmando acuerdos de 15 a 27 años, especialmente con Qatar y EE. UU.

Expansión de infraestructuras de regasificación

Alemania, Francia, India y China han acelerado la construcción de terminales de regasificación para facilitar las importaciones de GNL. Solo en Europa se prevén más de 20 nuevos proyectos entre 2024 y 2027, lo que evidencia un cambio estructural en su matriz energética.

Geopolítica energética y alianzas estratégicas

El GNL se ha convertido en una herramienta geopolítica de primer orden. Los acuerdos energéticos bilaterales entre países exportadores y consumidores redefinen las alianzas del siglo XXI. La competencia entre EE. UU. y Qatar por el mercado asiático, y entre EE. UU. y Rusia en Europa, continuará marcando el ritmo del mercado.

El nuevo orden energético se escribe con GNL

La reconfiguración del mapa energético global tras los acontecimientos geopolíticos de 2022 y 2023 ha dado paso a una era en la que el gas natural licuado ocupa un lugar central. Lejos de ser un recurso transitorio, el GNL se posiciona como un instrumento estructural de seguridad energética, con impactos geoestratégicos de largo plazo.

Qatar, Estados Unidos y Australia —cada uno con sus fortalezas, modelos de negocio y contextos políticos— protagonizan esta transformación. Su papel como proveedores clave no solo garantiza suministro energético, sino que moldea las relaciones internacionales y los compromisos medioambientales del futuro.

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