Pemex y CFE frente a los compromisos climáticos de México rumbo a 2030

Mientras México ratifica su adhesión al Acuerdo de París y fija metas hacia 2030, Pemex y CFE deben acelerar su transformación energética. ¿Están alineadas con los compromisos climáticos globales?

Hace 3 horas
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Pemex y CFE frente al futuro climático de México

Pemex y CFE son pilares de la política energética nacional, pero también actores críticos en la lucha contra el cambio climático. Los compromisos climáticos de México hacia 2030, alineados con el Acuerdo de París, exigen reducciones sustanciales de emisiones de gases de efecto invernadero. ¿Están estas dos empresas estatales listas para encarar la transformación que el planeta demanda?

México y el Acuerdo de París: metas exigentes, desafíos estructurales

En 2022, el Gobierno de México actualizó su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC), comprometiéndose a reducir un 35% sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2030 respecto al escenario tendencial. Este compromiso va más allá de los acuerdos iniciales firmados en 2015, pero requiere una transformación estructural en sectores clave: energía, transporte e industria.

Pemex representa el 15% de las emisiones totales de México, según datos del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), mientras que CFE —a través de su parque termoeléctrico— contribuye con alrededor del 20% de las emisiones del sector eléctrico. Sin una transición energética profunda en estas dos entidades, alcanzar los objetivos de París sería inviable.

Aunque el Plan Sonora de Energía Sostenible y otros programas federales apuntan al desarrollo de energías renovables, las inversiones de Pemex en refinación y producción de combustibles fósiles han generado críticas por su aparente contradicción con la descarbonización. CFE, por su parte, ha aumentado su participación en generación limpia, pero aún depende en más del 50% de fuentes fósiles.

Evaluación crítica: entre el discurso oficial y la realidad operativa

La narrativa oficial enfatiza el “rescate energético soberano” y la consolidación de Pemex y CFE como instrumentos estratégicos del Estado. Sin embargo, este enfoque choca con las tendencias globales de descarbonización y con las recomendaciones científicas del IPCC, que exigen una reducción del uso de combustibles fósiles del 45% para 2030.

Pemex ha anunciado proyectos de eficiencia energética y reducción de quema de gas, pero persisten rezagos estructurales. Por ejemplo, el Programa de Desarrollo del Sector Energético 2023–2027 reconoce que la empresa requiere modernización tecnológica para reducir sus emisiones de metano, uno de los gases más nocivos a corto plazo.

CFE, por su parte, ha avanzado en proyectos de cogeneración eficiente y energías renovables, incluyendo centrales hidroeléctricas rehabilitadas y plantas solares en Sonora. No obstante, aún opera plantas de carbón y combustóleo, como las de Petacalco o Tula, cuya reconversión es urgente si se quiere cumplir con los compromisos internacionales.

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Otro reto clave es la falta de mecanismos robustos de medición, reporte y verificación (MRV) de emisiones. Sin datos transparentes y auditables, resulta difícil asegurar que Pemex y CFE están avanzando conforme a los plazos y metas del Acuerdo de París.

Oportunidades, soluciones y el tiempo como factor crítico

Pese a las críticas, Pemex y CFE tienen la capacidad institucional y técnica para convertirse en protagonistas de la transición energética. Pero esto requiere decisiones políticas claras, financiamiento verde y una mayor vinculación con actores privados y multilaterales.

Para Pemex, una hoja de ruta viable incluiría:

  • Reducción progresiva de quema y venteo de gas
  • Integración de tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CCUS)
  • Impulso a la producción de hidrógeno bajo en carbono
  • Alianzas con empresas tecnológicas para digitalización de sus procesos

En el caso de CFE, la prioridad está en:

  • Acelerar la reconversión de centrales fósiles a ciclos combinados eficientes
  • Ampliar su portafolio de generación limpia con solar, eólica e hidroeléctrica modernizada
  • Expandir las redes inteligentes para facilitar la transición del sistema eléctrico

Ambas empresas también pueden fortalecer su papel en la electrificación del transporte, la eficiencia energética y la descarbonización industrial, siempre que se definan objetivos medibles, presupuestos consistentes y plazos vinculantes.

Hacia un liderazgo climático real desde el Estado

El cumplimiento de los compromisos climáticos de México rumbo a 2030 no es sólo una obligación internacional, sino una condición para garantizar la competitividad futura del país y la resiliencia de sus economías locales. Pemex y CFE no pueden quedarse al margen: deben asumir un rol protagónico, innovador y transparente.

Esto no significa desmantelar el aparato energético estatal, sino reconvertirlo. La transición energética debe verse como una oportunidad histórica para modernizar la infraestructura, atraer inversión responsable y mejorar la calidad de vida de millones de mexicanos mediante energía limpia, asequible y segura.

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