Subsidios al petróleo y gas: el dilema entre crecimiento económico y acción climática

Los subsidios al petróleo son un instrumento económico polémico. Mientras apoyan la industria energética, también perpetúan la dependencia de los combustibles fósiles. ¿Cómo afectan el futuro climático global?

JULIO 01 , 2025
COMPARTIR
Depositphotos
Depositphotos

Los subsidios al petróleo están en el centro de un debate global: ¿son herramientas legítimas de desarrollo económico o un freno estructural a la transición energética? Desde Estados Unidos y México hasta la Unión Europea, estos apoyos estatales revelan tensiones profundas entre intereses económicos a corto plazo y compromisos climáticos de largo alcance. El futuro del planeta —y de sus sistemas productivos— podría depender de cómo se resuelva este dilema.

La lógica económica detrás del subsidio

Los subsidios a los combustibles fósiles tienen raíces históricas en la búsqueda de seguridad energética, empleo y desarrollo industrial. En EE.UU., por ejemplo, la Administración de Información Energética (EIA) estima que en 2023 se destinaron más de 17 mil millones de dólares en beneficios fiscales y créditos a petroleras y gasíferas. México, por su parte, canalizó más de $20 mil millones de dólares a través de subsidios indirectos al precio de la gasolina y diésel, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Estos recursos se justifican por su aparente función estabilizadora: evitar el alza de precios, garantizar el suministro y mantener la competitividad industrial. Sin embargo, esta lógica ignora costos ocultos, como la contaminación, las emisiones de gases de efecto invernadero y el rezago tecnológico en energías limpias.

En Europa, el discurso ha cambiado progresivamente. Países como Alemania, Francia y Dinamarca han comenzado a eliminar subsidios directos al petróleo, alineándose con el Green Deal de la UE, que busca neutralidad climática para 2050. No obstante, incluso en estos casos, persisten apoyos indirectos en forma de deducciones fiscales o precios preferenciales para ciertos sectores.

El impacto ambiental: contradicciones y consecuencias

El impacto climático de los subsidios al petróleo es significativo. La Agencia Internacional de Energía (IEA) advirtió en su informe de mayo de 2025 que dichos subsidios contribuyen a mantener artificialmente bajos los precios del carbono, distorsionando el mercado y retrasando la adopción de energías renovables.

Depositphotos
Depositphotos

En términos prácticos, estos subsidios representan un incentivo para aumentar la producción y el consumo de hidrocarburos, responsables de cerca del 75% de las emisiones globales de CO₂. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), eliminar estos subsidios podría reducir las emisiones mundiales en un 7% al año, una cifra crucial para cumplir los objetivos del Acuerdo de París.

Además, perpetúan la desigualdad: los subsidios al combustible suelen beneficiar más a los grupos de mayores ingresos, quienes consumen más energía fósil, que a las poblaciones vulnerables. En México, por ejemplo, el 20% más rico recibe más del 50% del valor de los subsidios energéticos, según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI).

Reformar sin colapsar: caminos posibles hacia la transición

Eliminar de forma abrupta los subsidios podría tener consecuencias económicas y sociales delicadas. Por ello, los expertos proponen enfoques graduales y focalizados, como reformas fiscales verdes, esquemas de transferencias directas a hogares vulnerables y la reorientación de subsidios hacia energías limpias.

Un caso destacado es el de Indonesia, que logró reducir en más del 70% sus subsidios al diésel entre 2014 y 2021, redirigiendo los recursos hacia infraestructura y educación. La Comisión Europea, por su parte, propuso en junio de 2025 un mecanismo de ajuste progresivo que impone tarifas al carbono a las importaciones intensivas en emisiones, incentivando así prácticas más sostenibles sin desestabilizar economías internas.

En América Latina, el Banco Interamericano de Desarrollo ha lanzado iniciativas piloto para reformar subsidios fósiles sin afectar a los más pobres, combinando datos geoespaciales y transferencias digitales. Estas propuestas podrían ser replicadas en países como México, Colombia y Argentina.

Un dilema que define el rumbo del siglo XXI

Más allá de las cifras y las políticas, los subsidios al petróleo son una prueba decisiva de la coherencia entre los discursos climáticos y las decisiones fiscales de los gobiernos. Mientras se celebran cumbres climáticas y se firman compromisos de descarbonización, los apoyos a combustibles fósiles continúan drenando recursos públicos y anclando a las economías en un modelo energético del siglo pasado. La pregunta de fondo no es solo económica, sino ética y estratégica: ¿seguiremos invirtiendo en el pasado o apostaremos por un futuro compatible con un planeta habitable?

Te invito a leer:

Naturgy invierte $276 millones en Aguascalientes para fortalecer suministro de gas natural