La industria mexicana de las bebidas y alimentos es una de las más visibles al momento de que con el objetivo de alcanzar un mejor manejo de los residuos busca replicar el modelo de reciclaje del PET para diversos.
México es líder regional en el proceso de conversión de botellas y envases plásticos de PET usados en nuevos productos con una tasa de reciclaje del 63% frente a países como Brasil con 56%, Estados Unidos con 29% o la Unión Europea con 56%, de acuerdo con datos de la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (ANIPAC).
La clave de este exitoso nivel de reciclaje está en la generación de una proceso autosustentable y la reconversión de las botellas y envases de plásticos usados en un objeto con valor, explica Adrián Velasco, director de Empaques Plásticos Flexibles en ECOCE.
“Si dejas una botella de PET en un lugar público, es cuestión de minutos para que alguien más se lo lleve, porque tiene un valor, existe un mercado que lo hace ver no como un residuo sino un material valorizable. Claro, hubo un gran compromiso por parte de la industria a través de la inversión de capital financiero, capital humano, todo proceso de investigación y desarrollo, había un nivel de riesgo y a pesar de eso la industria lo tomó, invirtió, fue consistente año por año”, explica el experto en sustentabilidad y economía circular en entrevista con Petróleo & Energía.
En promedio, el costo del kilogramo de PET es de siete pesos, en comparación a los 2.50 pesos que se paga por el PBT y los tres pesos por el acrílico, según datos de Upcycle.global.
El desarrollo en el reciclaje del PET, contrasta con el panorama general del reciclaje en México. A nivel nacional, la tasa promedio de recuperación de residuos sólidos urbanos ronda apenas el 10%, según estimaciones de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).
La mayoría de los residuos generados en el país —alrededor de 120 mil toneladas diarias— termina en rellenos sanitarios, tiraderos a cielo abierto o, peor aún, contaminando cuerpos de agua y ecosistemas.
En ese sentido, sectores de la industria de alimentos y bebidas, como las que utilizan empaques plásticos flexibles están siguiendo una ruta similar a la que el PET tomó hace dos décadas.
“Se trata de ‘animales’ diferentes, si me permites llamarlos así, pero los principios se pueden replicar, claro con un compromiso serio de la industria (…) estamos corriendo proyectos piloto a una escala pequeñita en ciertas regiones del país, como por ejemplo el las la zona metropolitana de la Ciudad de México, Mérida, Jalisco, Monterrey. Estamos en una etapa muy temprana pero a diferencia de hace 22 años las presiones regulatorias, las presiones ambientales, las presiones sociales, las presiones mediáticas son inmensamente mayores”, afirma el directivo.
Cabe destacar que los empaques plásticos flexibles son envases que no mantienen una forma rígida, sino que se adaptan a la forma del producto que contienen y son una de las opciones más populares para la industria alimentaria, pero también la farmacéutica y de consumo.
El reciclaje no es suficiente
El líder empresarial y experto en sustentabilidad reconoce que para utilizar los recursos de manera más responsable, el reciclaje no es suficiente. De hecho, se trata de un proceso integrado entre el gobierno, la industria y la sociedad.
El primer paso de este proceso, explica Velasco, es el consumo consciente, seguido de política y programas enfocados en reincorporar a los residuos como productos útiles para su reutilización e incluso la reducción de residuos que no son necesarios.
“Me parece que el reto que tenemos como país y como sociedad global es que necesitamos ser muy ágiles y muy comprometidos porque la problemática es enorme y realmente no alcanzamos a entender las consecuencias que tendría la inacción en estos temas. Entonces sí necesitamos un compromiso”, advierte.