Transición en Pemex: del petróleo al hidrógeno verde y bonos ESG

Pemex comienza a dar forma a su transición energética con proyectos de hidrógeno verde y amoníaco sustentable. Desde Deer Park, Texas, la petrolera mexicana experimenta una transformación que podría redefinir su rol en el futuro energético global, respaldada por planes de sustentabilidad y bonos ESG.

Hace 2 horas
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Hacia una redefinición del modelo energético nacional

La transición en Pemex ya no es un concepto aspiracional. A partir de 2024, con el lanzamiento de un proyecto piloto de hidrógeno verde en su refinería de Deer Park, Texas, la petrolera estatal mexicana da señales concretas de querer diversificar su matriz energética. Este viraje ocurre en un contexto global de presión ambiental, cambio regulatorio y un mercado cada vez más inclinado hacia soluciones bajas en carbono.

La iniciativa forma parte del Plan de Sustentabilidad 2023-2028, publicado por Pemex a finales del año pasado, donde se traza una hoja de ruta hacia operaciones más limpias, incluyendo la reducción de emisiones, la inversión en tecnologías verdes y, significativamente, la emisión de bonos vinculados a criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza).

Deer Park: laboratorio de transición energética

El proyecto más simbólico de este nuevo enfoque está teniendo lugar fuera del territorio mexicano. La refinería de Deer Park, adquirida totalmente por Pemex en 2021, se ha convertido en el eje de un piloto de producción de hidrógeno verde mediante electrólisis, usando energía solar y eólica proveniente de Texas.

El hidrógeno producido se utilizará en principio para reducir la huella de carbono de los procesos de refinación. Aunque todavía en fase experimental, esta tecnología promete ser clave para la descarbonización del sector industrial y petroquímico. De consolidarse, Pemex podría extender este modelo a otras instalaciones en México, como Salina Cruz o Tula, regiones con alto potencial solar y eólico.

Amoníaco verde: fertilizantes con baja huella

Otra vertiente de esta estrategia sustentable es la producción de amoníaco verde, impulsada por la creciente demanda de fertilizantes más sostenibles y el resurgimiento de los complejos petroquímicos en el Golfo de México.

Pemex, a través de su subsidiaria Fertilizantes Mexicanos (Fertimex), planea reconvertir parte de su capacidad ociosa para incorporar hidrógeno verde en la síntesis de amoníaco. Esta molécula, esencial para la agricultura, ha sido tradicionalmente una fuente importante de emisiones por el uso de gas natural.

El nuevo enfoque no solo alinea a la empresa con los objetivos climáticos nacionales, sino que también abre posibilidades de exportación, dado que países como Japón y Alemania ya están promoviendo el comercio internacional de amoníaco bajo en carbono como vector energético.

Bonos ESG: financiamiento con impacto

En paralelo, Pemex evalúa la emisión de bonos ESG como herramienta para financiar su transición. Aunque esta estrategia aún no ha sido implementada formalmente, ya existe un marco referencial que permitiría a la empresa emitir instrumentos alineados con los Principios de Bonos Verdes del ICMA y las directrices de sostenibilidad de organismos como la ONU y el Banco Mundial.

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Esta posible emisión de bonos sustentables implicaría una nueva narrativa financiera para Pemex, alejada del tradicional perfil de alto riesgo por sobreendeudamiento y emisiones de carbono. Además, sería una vía para atraer inversionistas institucionales comprometidos con objetivos climáticos, una tendencia creciente en los mercados globales de capital.

El uso de estos fondos estaría vinculado a proyectos como la eficiencia energética en refinerías, recuperación de gases, electrificación de procesos industriales y, por supuesto, producción de hidrógeno verde y amoníaco sustentable.

Riesgos y desafíos de una transición compleja

A pesar del enfoque renovado, la transición en Pemex enfrenta limitaciones estructurales. La empresa sigue dependiendo en más del 90% de sus ingresos del petróleo y derivados, y sus niveles de emisiones continúan siendo los más altos entre las petroleras estatales del continente, según datos del IEA (Agencia Internacional de Energía).

Además, los proyectos piloto aún carecen de escalabilidad y no existe una ley específica en México que obligue a Pemex a cumplir metas climáticas vinculantes. La empresa también enfrenta presiones políticas para mantener la autosuficiencia energética basada en combustibles fósiles, lo que podría ralentizar sus avances hacia una economía baja en carbono.

Sin embargo, la presión del mercado, los compromisos internacionales y la expectativa de inversionistas están empujando al gigante energético a adaptarse. La publicación del Plan de Sustentabilidad y la incursión en el mercado ESG reflejan una voluntad, al menos incipiente, de reposicionarse frente a la transición energética global.

Una señal de transformación necesaria

La transición en Pemex ha comenzado, aunque aún en etapa embrionaria. Con iniciativas como la producción de hidrógeno verde en Deer Park, la apuesta por amoníaco sostenible para fertilizantes y la posible emisión de bonos ESG, la petrolera mexicana da sus primeros pasos hacia una modernización alineada con los retos del siglo XXI.

Si estos esfuerzos logran consolidarse con una visión de largo plazo, soporte técnico y viabilidad financiera, Pemex podría no solo reducir su huella ambiental, sino también redefinir su papel como actor energético responsable en el escenario internacional.

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