Transición energética en América Latina: cooperación, retos y avances reales

Durante el Ciclo Crecer con Energía, OLADE presentó un panorama detallado sobre los avances y obstáculos de la transición energética en América Latina, destacando la urgencia de cooperación técnica, inversión y políticas coherentes.

Hace 5 horas
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La urgencia de coordinar esfuerzos regionales quedó evidenciada durante el Ciclo Crecer con Energía, donde OLADE expuso datos clave sobre la transición energética en América Latina. Con una matriz aún dependiente de combustibles fósiles, los países de la región enfrentan desafíos técnicos, regulatorios y financieros para avanzar hacia un modelo más limpio, justo e inclusivo.

Contexto general: ¿cómo avanza la transición energética en América Latina?

La transición energética en América Latina y el Caribe no es un concepto nuevo, pero sí uno que ha cobrado mayor urgencia ante el contexto climático, la volatilidad geopolítica y la presión social por una matriz energética más limpia. Durante el ciclo “Crecer con Energía”, promovido por la Agencia de Promoción de la Inversión del Ecuador (InvestEcuador) y el Ministerio de Energía y Minas de ese país, la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) brindó una evaluación actualizada y franca sobre el estado de avance de la región.

Según OLADE, aunque América Latina cuenta con una matriz energética relativamente limpia comparada con otras regiones del mundo —debido a su alta proporción de generación hidroeléctrica—, persisten desafíos estructurales: dependencia del petróleo para transporte, baja integración regional de mercados eléctricos, escasa inversión en eficiencia energética y limitada incorporación de energías renovables no convencionales.

Diagnóstico: avances y obstáculos comunes en la región

Progresos en infraestructura y legislación

Varios países han avanzado significativamente en el desarrollo de marcos regulatorios para atraer inversiones limpias. Chile, Colombia, Uruguay y Brasil destacan por sus políticas en energías renovables, sistemas de subasta eléctrica y normativas de movilidad sostenible. Además, la integración de tecnologías como el almacenamiento energético, redes inteligentes y digitalización está ganando terreno.

OLADE destacó también el aumento del financiamiento verde en la región, con mecanismos como bonos climáticos y alianzas público-privadas en proyectos solares, eólicos y geotérmicos.

Desafíos estructurales y desbalance territorial

Sin embargo, no todo el panorama es alentador. Existen brechas significativas entre países, tanto en acceso como en calidad del suministro energético. Centroamérica y el Caribe presentan altos costos de generación y vulnerabilidad ante fenómenos climáticos. Asimismo, las zonas rurales en países andinos y amazónicos aún enfrentan rezago en electrificación.

OLADE subrayó la falta de políticas energéticas a largo plazo como una de las principales barreras, junto con la ausencia de una visión regional coordinada para aprovechar sinergias en generación, transporte e interconexión eléctrica.

Estrategias para una transición justa y efectiva

Planificación técnica con visión social

El enfoque propuesto por OLADE implica no solo descarbonizar, sino asegurar que la transición energética en América Latina sea justa. Esto requiere integrar componentes de justicia social, acceso equitativo y capacitación de mano de obra en las comunidades afectadas por la salida de los combustibles fósiles.

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Además, la diversificación tecnológica y la promoción del hidrógeno verde, la bioenergía y el litio como oportunidades estratégicas están siendo incluidas en planes nacionales de transición en países como Argentina, Bolivia y México.

Integración energética regional: una tarea pendiente

Uno de los puntos centrales de la intervención de OLADE fue la necesidad de fortalecer los mecanismos de cooperación regional. A pesar de iniciativas como el SIEPAC en Centroamérica o los acuerdos bilaterales de interconexión eléctrica entre países andinos, aún hay mucho por hacer en términos de mercados integrados, normativas armonizadas y financiamiento compartido.

Sin una visión regional articulada, los esfuerzos individuales de cada país podrían fragmentarse y perder efectividad. El comercio de electricidad renovable, la gestión compartida de recursos hídricos y la infraestructura conjunta son elementos claves para una transición energética sostenible.

Perspectivas futuras: transición energética y desarrollo económico

Impactos esperados en PIB, empleo y competitividad

Según proyecciones presentadas por OLADE y la CEPAL, una transición energética bien gestionada podría aumentar el PIB regional hasta en 1.5% adicional anual, crear más de 10 millones de empleos netos al 2030 y fortalecer la resiliencia ante crisis externas, especialmente en economías vulnerables a choques petroleros.

Asimismo, la transformación energética impulsará sectores como la manufactura de equipos renovables, la electromovilidad, el litio y la economía digital, con potencial de posicionar a América Latina como líder global en energía sostenible.

Barreras que podrían frenar el cambio

Sin embargo, OLADE advirtió que la inacción, la politización de la energía y la dependencia de ingresos fósiles podrían poner en riesgo la transición. La región necesita políticas de Estado estables, mecanismos de financiamiento a gran escala y compromiso real de actores públicos y privados.

El momento es ahora para América Latina

La transición energética en América Latina no puede esperar más. Como lo expuso OLADE en el ciclo Crecer con Energía, el potencial existe, pero requiere decisión política, inversión estructural y cooperación regional. Cada año perdido es una oportunidad que se aleja. Si la región quiere garantizar seguridad energética, desarrollo sostenible y justicia social, debe actuar de forma coordinada, técnica y con visión de futuro.

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