Trump redibuja el mapa energético: recorte de energías renovables en Estados Unidos y nueva apuesta por los combustibles fósiles

La administración Trump canceló más de 7.500 millones de dólares en subvenciones para proyectos renovables en 16 estados demócratas. El golpe político y económico reabre el debate sobre la seguridad energética, la independencia industrial y el rol estratégico de las fuentes limpias en la nueva era de demanda eléctrica por la inteligencia artificial.

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El recorte de energías renovables en Estados Unidos ejecutado por el Gobierno de Donald Trump marca un giro drástico en la política energética mundial. La cancelación de 7.500 millones de dólares en ayudas públicas a 223 proyectos de energía limpia reaviva el choque entre dos visiones: la transición hacia fuentes bajas en carbono y el retorno a una matriz basada en el carbón, el gas y la fracturación hidráulica.

Lejos de ser una medida administrativa, la decisión tiene implicaciones profundas en la industria eléctrica, el federalismo estadounidense y las cadenas de suministro globales vinculadas a la inteligencia artificial.

Primer golpe: los subsidios anulados y los estados afectados

El Departamento de Energía detalló la anulación de 321 subvenciones que habían sido otorgadas durante el periodo de transición entre las elecciones de 2024 y la toma de posesión de Trump en enero de 2025. Según el texto oficial, estos proyectos —localizados en California, Nueva York, Massachusetts, Washington y otros trece estados gobernados por demócratas— “no garantizaban un retorno positivo para el contribuyente”.

Las agencias afectadas incluyen la Oficina de Energías Limpias, la de Redes Modernizadas y la de Investigación Energética Avanzada (ARPA-E), históricamente reconocida por impulsar tecnologías pioneras en almacenamiento, fusión nuclear y captura de carbono. De acuerdo con estimaciones de Wood Mackenzie, al menos un tercio de los proyectos cancelados correspondían a parques eólicos marinos, considerados clave para el equilibrio eléctrico de la costa este.

El director de la Oficina de Presupuesto, Russell Vought, defendió el recorte en la red social X afirmando que “la agenda climática de la izquierda será desmantelada en favor de la seguridad energética real”. El mensaje fue interpretado como una declaración de guerra explícita a las políticas del antiguo “Green New Deal” demócrata.

La nueva prioridad: energía para la inteligencia artificial

Trump ha reiterado que Estados Unidos deberá duplicar o incluso triplicar su generación eléctrica antes de 2030 para abastecer los centros de datos que sostienen la expansión de la inteligencia artificial. Esta visión industrialista ha llevado a priorizar tres fuentes: petróleo y gas shale, minería de carbón con captura de CO₂ y energía nuclear avanzada.

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Los ejecutivos del sector fósil celebraron la medida. La asociación Independent Petroleum Producers señaló que “la innovación digital requiere energía firme, no promesas verdes”. En paralelo, empresas como NextEra y Orsted —líderes en eólica y solar— alertaron sobre el riesgo de fuga de inversiones hacia Europa y Asia, donde los mecanismos de apoyo a renovables se mantienen estables.

¿Repliegue temporal o ruptura estructural?

El recorte de energías renovables en Estados Unidos no solo reconfigura la transición interna, sino que también tiene efectos internacionales. Los estados afectados poseen algunos de los clústeres tecnológicos y financieros más relevantes del mundo. Silicon Valley, Boston y Nueva York dependen de energía limpia para mantener sus estrategias de descarbonización corporativa. Las grandes empresas tecnológicas —Google, Amazon, Microsoft— habían firmado acuerdos de compra de electricidad 100% renovable, ahora en riesgo de incumplimiento.

Los analistas de BloombergNEF advierten que, si la política se mantiene, las cadenas de suministro de turbinas eólicas, paneles solares y baterías podrían desplazarse definitivamente hacia Europa, Corea del Sur y los Emiratos Árabes Unidos, donde existen estímulos estables para la fabricación local.

Un país dividido entre transición y seguridad

La pregunta estratégica es clara: ¿puede Estados Unidos abastecer la revolución digital sin sacrificar su liderazgo climático?

El giro de la Casa Blanca obliga a los actores energéticos —tanto industriales como comunitarios— a replantear su papel. Los estados demócratas podrían responder mediante esquemas de financiamiento propios, alianzas ciudad-empresa y litigios federales por discriminación presupuestal. El Congreso, dominado por republicanos, respaldará mayormente la línea fósil, pero algunos legisladores del Medio Oeste presionarán por mantener ciertos incentivos solares que benefician al sector agrícola.

Renovables en pausa, inteligencia artificial en ascenso

El recorte de energías renovables en Estados Unidos abre un nuevo capítulo en la disputa global por la seguridad energética. La Casa Blanca ha dejado claro que alimentará la inteligencia artificial con cualquier fuente disponible, aunque eso implique relegar temporalmente la transición ecológica. El país se enfrenta a una elección profunda: acelerar la digitalización a cualquier costo o construir un modelo energético robusto y limpio que pueda sostener la innovación sin hipotecar el futuro climático.

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