México avanza en conectividad digital: según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2024 del INEGI, el 83.1% de la población de 6 años o más (100.2 millones de personas) son usuarios de internet; de ellos, el 96.5 % accede desde un teléfono inteligente. Sin embargo, en regiones rurales y periféricas como Oaxaca, Chiapas y Guerrero, la frecuencia de cortes y apagones limita la experiencia digital y el desarrollo productivo.
Por ejemplo, en junio pasado, el huracán Erick afectó el suministro en miles de usuarios de Oaxaca y Guerrero, dejando sin energía a unas 87,000 personas horas después del paso de este fenómeno natural. Aunque la Comisión Federal de Electricidad (CFE) restableció el servicio al 68% de los afectados, los cortes recurrentes evidencian la fragilidad de la red eléctrica en zonas vulnerables.
Esta situación agrava la brecha digital energética: contar con internet no basta si no hay suministro eléctrico constante. Una interrupción prolongada puede paralizar desde servicios de educación en línea, hasta la operación de pequeñas y medianas empresas que dependen del internet.
En Oaxaca y Chiapas, donde han ocurrido cortes recientes por eventos meteorológicos extremos, la conectividad se vuelve intermitente y precariza la infraestructura digital. Mientras que la población de Guerrero quedó prácticamente sin suministro tras el huracán Erick, mostrando lo vulnerable que siguen siendo esas regiones —a pesar del creciente uso del internet—.
La construcción de microrredes locales, el despliegue de almacenamiento de energía y proyectos híbridos con generación solar distribuida pueden ser soluciones efectivas. Estudios sobre Smart Grids en México han demostrado que las interrupciones pueden reducirse hasta en 40% mediante automatización y monitoreo inteligente de fallas.
Cerrar la brecha digital–energética implica combinar políticas públicas de infraestructura eléctrica confiable con despliegue de energías renovables en zonas rurales. Si bien la cobertura de internet está llegando, sin energía continua es frágil. Invertir en baterías comunitarias, microrredes y sistemas híbridos puede no sólo asegurar educación y acceso digital, sino también impulsar productividad local.
Hoy, el desafío es consolidar el internet confiable y sostenible en todo el país. Mientras México ya alcanza más del 80% de cobertura digital, depende de su red eléctrica resistir apagones frecuentes para evitar que la conectividad digital se quiebre en los momentos más necesarios.