El sector industrial mexicano enfrenta un escenario energético desafiante en 2025: volatilidad en los precios, riesgos crecientes de apagones y una presión global por descarbonizar sus operaciones.
Ante este panorama, cada vez más empresas están optando por modelos de autoconsumo energético híbrido, una solución que combina generación fotovoltaica y sistemas de almacenamiento en baterías (BESS), permitiendo garantizar el suministro y reducir su dependencia de una red eléctrica sobrecargada.
De acuerdo con un análisis de Greening México, compañía especializada en soluciones de energía renovable, invertir en infraestructura energética propia es hoy una necesidad estratégica. “Ante el creciente riesgo de apagones y una red eléctrica cada vez más saturada, las empresas requieren mayor independencia energética”, afirma José María Galdón, director general de Greening México.
Esta lógica se refleja a nivel global: según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la generación solar creció 30% en 2024, consolidando al autoconsumo como una respuesta clave frente a la fragilidad de los sistemas eléctricos tradicionales.
En México, las condiciones también favorecen este modelo. La Reforma Energética ha simplificado los procesos para permisos de proyectos entre 0.7 y 20 MW, lo que permite a las empresas instalar sus propios sistemas solares con mayor agilidad. Además, el Plan de Fortalecimiento y Expansión del Sistema Eléctrico Nacional 2025–2030 contempla una inversión pública de más de US$22,000 millones, aunque reconoce que entre 6,400 MW y 9,550 MW de capacidad deberán provenir del sector privado.
A esta ecuación se suma el impulso del nearshoring, que ha atraído nuevas cadenas de producción al país. Estas compañías, en su mayoría globales, exigen altos estándares de sostenibilidad y energía limpia para sus operaciones. En este contexto, el autoconsumo híbrido con almacenamiento emerge como un diferenciador competitivo para atraer inversión y sostener operaciones continuas.
Una herramienta fundamental en esta transición son los Acuerdos de Compra de Energía (PPA). Bajo esta figura, el proveedor instala y opera un sistema solar en las instalaciones del cliente, quien a cambio se compromete a comprar la energía generada a un precio fijo y predecible, sin necesidad de inversión inicial. “Los contratos de suministro a largo plazo permiten reducir la incertidumbre energética, optimizar los costos y mejorar la competitividad de las empresas”, explica Galdón.
Además, estos acuerdos permiten incorporar certificados de energía limpia, lo que refuerza la estrategia ESG (ambiental, social, gobernanza) de las compañías y aporta ventajas reputacionales frente a sus socios comerciales. Una vez terminado el contrato, la planta queda como activo de la empresa, incrementando su autonomía energética.
En este nuevo paradigma, los desarrolladores de soluciones energéticas, como Greening México, se consolidan como aliados técnicos para la industria. Su experiencia en regulación, ingeniería e integración financiera permite implementar soluciones llave en mano que aseguren la continuidad operativa, reduzcan riesgos energéticos y habiliten la transición hacia un modelo de sostenibilidad.
“La industria mexicana está ante una disyuntiva crítica: continuar con modelos energéticos tradicionales expuestos a la volatilidad o apostar por la autonomía energética como ventaja competitiva. Nosotros estamos listos para acompañarlos en ese camino”, comparte el director general de Greening México.