La decisión de Citigroup de rechazar la oferta de compra de Grupo México por Banamex no solo marca un giro en la historia del sistema financiero mexicano, sino que cierra la puerta a un modelo de integración entre banca, energía e infraestructura que pudo redefinir la manera en que se financian los proyectos industriales del país.
El gigante minero, encabezado por Germán Larrea, había planteado una adquisición total del banco, lo que habría duplicado su nivel de deuda de 9,383 a 18,750 millones de dólares, según cálculos de la casa de bolsa Valmex. Sin embargo, más allá de los números, la operación implicaba la posibilidad de que por primera vez en décadas, un grupo empresarial con intereses energéticos, mineros y logísticos controlara una de las instituciones financieras más emblemáticas del país.
De haberse concretado, la compra habría permitido a Grupo México integrar verticalmente su estructura de negocios: desde la extracción y transporte de recursos hasta el financiamiento de grandes proyectos de energía e infraestructura.
La presencia de Banamex bajo su control habría creado un ecosistema financiero capaz de canalizar crédito y capital a segmentos clave del sector energético, incluyendo transporte de combustibles, minería de litio, energías limpias y proyectos de transmisión eléctrica.
La decisión de mantener la venta parcial del 25% a Fernando Chico Pardo y avanzar con la oferta pública inicial (OPI) del resto del banco envía una señal clara al mercado: Citigroup busca preservar a Banamex como una institución con gobernanza financiera independiente y sin vinculación directa con industrias reguladas o de alta concentración.
Este desenlace representa un alivio para los reguladores financieros, pero una oportunidad perdida para los conglomerados industriales que aspiraban a crear un puente entre la banca mexicana y los sectores energético y de infraestructura.
En un contexto en el que México impulsa proyectos ferroviarios, eléctricos y de refinación, la banca comercial juega un papel cada vez más relevante en el financiamiento de la transición energética. La exclusión de Grupo México del sector financiero relega el papel del capital industrial nacional y fortalece la posición de bancos internacionales y fondos de inversión extranjeros como principales fuentes de financiamiento para proyectos de energía e infraestructura.
Con esta decisión, Citigroup no solo redefine el destino de Banamex, sino también el mapa de alianzas empresariales en México. La separación entre banca y energía se mantiene, al menos por ahora, como una frontera que el capital industrial no ha logrado cruzar.
El reto para el sector energético será encontrar nuevas vías de financiamiento ya sea mediante alianzas con banca de desarrollo, emisiones verdes o inversión extranjera para sostener su expansión en un entorno global cada vez más competitivo.