BRICS y su impacto en el mercado global de hidrocarburos: un nuevo eje energético multipolar

Con la expansión de los BRICS y su creciente influencia energética, el mapa global de los hidrocarburos experimenta un reacomodo geopolítico profundo. ¿Qué implica para el comercio y la seguridad energética?

Hace 3 horas
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BRICS y su impacto en el mercado de los hidrocarburos

Desde su fundación en 2009, el grupo BRICS —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— ha evolucionado de una alianza económica emergente a un bloque con fuerte peso geopolítico. Con la reciente incorporación de países petroleros clave como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Irán, la influencia del grupo en el mercado global de los hidrocarburos es cada vez más significativa. Este reordenamiento multipolar plantea implicaciones profundas para el comercio energético, la seguridad de suministro y la transición hacia fuentes más limpias.

El ascenso energético del bloque BRICS+

Hasta hace poco, los BRICS representaban alrededor del 40% de la población mundial y el 25% del PIB global. Con su ampliación en 2024 para incluir a países productores como Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes Unidos, el bloque consolidó una masa crítica energética. Solo entre Rusia, Irán y Arabia Saudita, el grupo ampliado controla más del 40% de la producción mundial de petróleo crudo, según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE).

Esta nueva configuración fortalece la capacidad de los BRICS+ para incidir en el precio del petróleo, desafiar la hegemonía del dólar en las transacciones de crudo y establecer nuevas rutas energéticas. Rusia, por ejemplo, ha intensificado el comercio de hidrocarburos con China e India, ofreciendo descuentos frente al crudo Brent y marginando a Europa de sus exportaciones clave desde el inicio de la guerra en Ucrania.

Por su parte, China —el mayor importador mundial de petróleo— ha usado el yuan como instrumento de pago en contratos bilaterales con países como Irán y Arabia Saudita, lo que apunta a una desdolarización gradual del comercio energético.

Implicaciones geopolíticas y económicas para el mercado de hidrocarburos

La consolidación energética de los BRICS tiene implicaciones directas en la estabilidad y gobernanza del mercado petrolero. La OPEP+, que ya contaba con varios países BRICS en sus filas, enfrenta ahora una ampliación de alianzas políticas que podrían traducirse en mayor coordinación en los recortes de producción o en estrategias comunes frente a sanciones internacionales.

Además, la convergencia entre los BRICS y otros foros como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) o el Banco de Desarrollo del BRICS (NDB) sugiere la creación de plataformas financieras y logísticas propias, menos dependientes de las instituciones occidentales. El NDB ya ha financiado decenas de proyectos de infraestructura energética en miembros del bloque, priorizando oleoductos, terminales marítimas y refinerías.

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Para los países consumidores de energía —especialmente Europa y Estados Unidos— este realineamiento representa un desafío en términos de diversificación de proveedores. El riesgo de que parte del comercio global de hidrocarburos opere al margen de mecanismos tradicionales como SWIFT, el FMI o el Banco Mundial, refuerza la necesidad de adaptar sus estrategias de seguridad energética.

Oportunidades, riesgos y lo que viene para los hidrocarburos

Aunque la concentración de poder energético en los BRICS+ despierta preocupaciones geopolíticas, también abre nuevas oportunidades de cooperación Sur-Sur. América Latina, por ejemplo, observa con interés cómo países como Brasil asumen un papel estratégico en el diseño de cadenas de valor regionales más equilibradas. Argentina —país invitado al bloque— podría convertirse en un nodo clave gracias a sus reservas de shale oil y gas en Vaca Muerta.

Uno de los principales retos para el bloque será equilibrar su papel como potencia hidrocarbonera con las exigencias globales de descarbonización. Mientras India y China aún dependen de carbón y petróleo para alimentar su crecimiento, Sudáfrica enfrenta presiones para abandonar el uso intensivo de combustibles fósiles. La paradoja es clara: aunque los BRICS impulsan el crecimiento energético, también deben liderar la transición verde si quieren mantener legitimidad internacional.

Por ahora, el grupo promueve iniciativas como el uso de monedas locales en el comercio de hidrocarburos, el desarrollo de bancos de compensación interregionales y la inversión en infraestructura de transporte energético. De consolidarse, estos esfuerzos podrían desplazar el dominio de Nueva York y Londres como centros de fijación de precios.

Un reordenamiento energético en marcha

El ascenso de los BRICS como potencia energética colectiva marca el inicio de un nuevo capítulo en el mercado global de los hidrocarburos. Ya no se trata solo de reservas o producción, sino de la capacidad de definir reglas, precios y alianzas bajo una lógica multipolar.

Para los países fuera del bloque, esto implica repensar sus estrategias de diversificación y resiliencia energética. Para los miembros del BRICS, el desafío será mantener la cohesión interna y avanzar hacia una gobernanza energética que combine crecimiento, cooperación e innovación sostenible. Lo que está en juego no es solo el precio del petróleo, sino el equilibrio de poder en la era post-occidental.

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