Clima extremo y crisis eléctrica: el vínculo entre olas de calor y apagones en 2025

El calor extremo ya no es una excepción, es una constante. Las olas de calor están llevando al límite las redes eléctricas, y los apagones se vuelven cada vez más frecuentes. ¿Qué revela esta tensión entre clima y energía sobre nuestra preparación para un futuro más cálido?

Hace 5 horas
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Ola de calor y apagones: una relación cada vez más directa

El verano de 2025 confirma una tendencia alarmante: el aumento de las temperaturas globales no solo compromete la salud humana, sino que tensiona al límite los sistemas eléctricos. Las olas de calor extremas, alimentadas por el cambio climático, disparan la demanda energética por el uso masivo de aires acondicionados y sistemas de refrigeración. Esta presión puede desestabilizar las redes eléctricas, provocando cortes de suministro, sobrecargas e incluso apagones generalizados.

Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), 2024 fue el año más cálido registrado, y 2025 va camino de superarlo. Ciudades como Nueva Delhi, Phoenix, Madrid y Ciudad de México ya han vivido temperaturas superiores a los 45 °C. En ese contexto, la infraestructura eléctrica —en muchos casos envejecida o mal adaptada— se ve obligada a operar por encima de sus capacidades técnicas.

¿Por qué las olas de calor provocan apagones?

El fenómeno es multifactorial. Primero, las altas temperaturas generan un aumento sin precedentes en la demanda eléctrica residencial y comercial.

Las regiones con climas tradicionalmente templados, el parque instalado de aire acondicionado ha crecido de forma acelerada sin la correspondiente expansión en capacidad de generación o transmisión.

En segundo lugar, el calor también afecta directamente la eficiencia de las infraestructuras. Las líneas de transmisión pierden capacidad cuando el aire es más cálido, y las plantas termoeléctricas —que dependen de agua para refrigerarse— enfrentan restricciones por escasez hídrica. Tal como lo demostró el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) en México, durante la ola de calor de mayo de 2023 se activaron alertas críticas en más de una decena de estados, con racionamientos y apagones rotativos.

Además, los incendios forestales —frecuentes en episodios de calor extremo— dañan infraestructura eléctrica y obligan al corte preventivo de suministro en grandes áreas, como ocurrió en California y Grecia en veranos recientes.

Tendencias en 2025: más calor, más demanda y más vulnerabilidad

La temporada cálida de 2025 está marcada por un fenómeno de El Niño persistente, sumado a la aceleración del cambio climático antropogénico. Esto ha provocado olas de calor más largas, intensas y frecuentes. Países como Brasil, China, Estados Unidos e India están experimentando picos históricos de demanda eléctrica en pleno julio.

En Texas, por ejemplo, el Electric Reliability Council of Texas (ERCOT) advirtió en junio que la red podría enfrentar interrupciones si no se reduce voluntariamente el consumo durante las horas pico. Del mismo modo, en España, Red Eléctrica alertó sobre el riesgo de saturación en regiones del sur debido a la simultaneidad de altas temperaturas y bajos niveles hidroeléctricos.

Por otro lado, África subsahariana y Asia meridional enfrentan el doble desafío: redes frágiles y crecimiento rápido en la demanda, lo que podría desencadenar apagones prolongados que afectan no solo la calidad de vida, sino también los servicios críticos como hospitales y sistemas de agua.

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Cambio climático y energía: una relación bidireccional

El vínculo entre el cambio climático y la energía no es unidireccional. Mientras que las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del uso de combustibles fósiles son responsables del calentamiento global, el cambio climático también altera radicalmente las condiciones en las que operan nuestros sistemas energéticos.

Este círculo vicioso exige un replanteamiento integral del modelo energético. Las estrategias de adaptación deben incluir no solo más capacidad instalada renovable, sino también redes eléctricas inteligentes, almacenamiento de energía, microredes urbanas y planes de contingencia climática.

En esta dirección, la Unión Europea está impulsando su Plan de Acción para Redes Inteligentes, mientras que Estados Unidos ha asignado más de 10 mil millones de dólares a la modernización de la red eléctrica a través del Inflation Reduction Act. Sin embargo, la implementación es lenta frente al avance del calentamiento.

¿Cómo responder ante los apagones del futuro?

Frente a la realidad de los apagones 2025, las respuestas deben darse en tres niveles: institucional, tecnológico y ciudadano.

  • A nivel institucional, los gobiernos deben garantizar inversiones en infraestructura resiliente, rediseñar la planificación energética con criterios climáticos y actualizar los códigos de construcción para hacer más eficiente el uso de energía.
  • En lo tecnológico, el almacenamiento distribuido, la energía solar residencial, los sistemas de gestión de demanda y las tecnologías de predicción meteorológica avanzadas serán clave.
  • Desde el lado ciudadano, se requiere una cultura energética más responsable: uso eficiente del aire acondicionado, aislamiento térmico en viviendas, consumo eléctrico fuera de las horas pico y sistemas de respaldo en hogares y empresas.

Anticipar, no solo reaccionar

El calor extremo es el nuevo escenario base. Esperar a que los apagones confirmen la fragilidad del sistema equivale a reaccionar tarde. La planificación energética y climática deben integrarse como política pública estructural, no como medida de emergencia estacional.

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