El IEPS impuesto en México representa una de las piezas clave del sistema tributario moderno. Creado en 1980 durante la administración de José López Portillo, este gravamen buscó fortalecer las finanzas públicas a través de un mecanismo específico: cargar impuestos adicionales a bienes y servicios considerados estratégicos o con externalidades sociales. Su vigencia y transformaciones han convertido al IEPS en un termómetro de las prioridades fiscales del país y en un reflejo de la tensión entre recaudación e impacto social.
La creación del IEPS: un tributo diseñado para la coyuntura de los años ochenta
El Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) se instauró en un contexto económico marcado por crisis petroleras, presiones inflacionarias y la necesidad urgente de diversificar la recaudación. Durante el sexenio de López Portillo, el gobierno federal reconoció que depender únicamente de los ingresos petroleros generaba una vulnerabilidad estructural.
El IEPS, publicado en el Diario Oficial de la Federación en diciembre de 1980, nació con un enfoque claro: gravar productos cuyo consumo representaba beneficios inmediatos para las arcas públicas. Entre los primeros rubros incluidos estuvieron gasolinas, alcohol, cervezas, tabacos y bebidas azucaradas, categorías vistas como de “alta demanda inelástica”, es decir, que difícilmente reducirían su consumo pese al aumento en precios.
Con ello, el Estado buscaba una fuente segura de financiamiento que pudiera sostener el gasto público y, al mismo tiempo, desincentivar consumos considerados nocivos para la salud o con alta carga social.
Función e implicaciones actuales del IEPS en México
Más de cuatro décadas después de su creación, el IEPS impuesto en México se ha consolidado como un instrumento dual: por un lado, recaudatorio, y por otro, regulador. Hoy en día, este impuesto sigue gravando principalmente a productos como gasolinas, diésel, cigarros, bebidas alcohólicas, refrescos, además de ciertos servicios como telecomunicaciones en etapas pasadas.
El IEPS aporta un porcentaje considerable a la recaudación federal no petrolera. Según estimaciones recientes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), su contribución ha llegado a representar hasta el 8% de los ingresos tributarios en determinados ejercicios fiscales.
Sin embargo, el impacto social y económico del IEPS es motivo de debate constante. Para el sector energético, por ejemplo, este impuesto determina buena parte del precio final de las gasolinas. En momentos de volatilidad internacional, el gobierno ha usado mecanismos de estímulos fiscales para amortiguar su efecto en el consumidor, como sucedió en los últimos años frente a la inflación energética global.
En el ámbito de la salud pública, el IEPS también se utiliza como herramienta para desincentivar el consumo de tabaco y bebidas azucaradas, alineándose con recomendaciones internacionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aun así, críticos señalan que la recaudación no siempre se canaliza hacia programas preventivos o de salud pública, lo que genera cuestionamientos sobre su verdadero propósito.
Desafíos y perspectivas futuras del IEPS
El IEPS impuesto en México enfrenta retos que trascienden la técnica tributaria. Entre los principales destacan:
- Equidad social: al gravar bienes de consumo popular como refrescos o gasolina, el IEPS puede considerarse un impuesto regresivo, es decir, que afecta proporcionalmente más a los hogares de bajos ingresos.
- Volatilidad energética: la dependencia del IEPS en combustibles hace que su recaudación y efecto social varíen con los precios internacionales del petróleo.
- Salud pública y coherencia fiscal: aunque se argumenta que este impuesto desincentiva consumos nocivos, en la práctica sigue siendo una fuente de ingresos indispensable. Surge así la contradicción entre fines recaudatorios y fines de salud.
- Transición energética: en un país que se encamina lentamente hacia energías limpias, depender de la recaudación de combustibles fósiles a través del IEPS plantea una disyuntiva a futuro.
El horizonte apunta a una reforma integral. México podría explorar fórmulas que equilibren la necesidad de recaudación con esquemas de redistribución social más claros. También se abre el debate sobre la posibilidad de ampliar el IEPS hacia sectores emergentes como bebidas energéticas, apuestas o servicios digitales de alto consumo, replicando tendencias internacionales.
El IEPS como espejo de las prioridades fiscales mexicanas
El IEPS impuesto en México no solo es un tributo técnico: es un reflejo de las prioridades y dilemas del Estado. Desde su origen en 1980 hasta su papel en la política económica contemporánea, este impuesto ha mostrado la capacidad —y la limitación— de los gobiernos para equilibrar recaudación, justicia social y estabilidad macroeconómica.
Su futuro dependerá de la habilidad para rediseñar un esquema que, sin perder eficacia recaudatoria, logre atender las demandas de equidad social y sostenibilidad. El desafío es claro: convertir al IEPS en un verdadero instrumento de política pública integral y no únicamente en una válvula financiera de corto plazo.
Te invito a leer: