Innovación bajo presión: el papel del petróleo en la revolución tecnológica de la Fórmula 1

Lejos de desaparecer, el petróleo sigue alimentando la innovación energética en la Fórmula 1. En cada monoplaza se prueba el futuro de los combustibles avanzados.

Hace 4 horas
COMPARTIR
Depositphotos
Depositphotos

En un mundo que avanza hacia la descarbonización, sorprende que la Fórmula 1 siga siendo un laboratorio de referencia para combustibles fósiles avanzados. Sin embargo, la explicación es técnica y estratégica: la máxima categoría del automovilismo exige eficiencia extrema, y ahí, el petróleo aún tiene mucho que ofrecer. Desde los combustibles sintéticos hasta los lubricantes diseñados para resistir temperaturas extremas, la alianza entre esta disciplina y la industria energética impulsa desarrollos clave para la movilidad del futuro.

Combustibles de élite: petróleo refinado para rendimiento sin precedentes

Desde sus inicios, los grandes fabricantes de lubricantes y gasolinas han estado presentes en la F1. Empresas como Shell, Mobil 1, Petronas o TotalEnergies no solo patrocinan equipos: colaboran directamente en la formulación de mezclas únicas de hidrocarburos que optimizan el rendimiento del motor.

Con la llegada de los motores híbridos V6 en 2014, la exigencia aumentó. Los actuales monoplazas funcionan con una eficiencia térmica de casi el 50%, una cifra récord en la ingeniería automotriz, impulsada en gran parte por el trabajo conjunto con la industria petrolera. Según la FIA, esta eficiencia representa una reducción significativa en el uso de combustible por kilómetro, sin comprometer la potencia.

Cada litro que entra en el depósito de un monoplaza contiene años de investigación en estabilidad molecular, reducción de residuos, mejor combustión y resistencia a la detonación. No se trata del mismo tipo de gasolina que llega a las estaciones de servicio: es una versión sofisticada, diseñada para liberar el máximo de energía en el menor tiempo posible, con una huella de carbono cada vez más controlada.

Transferencia tecnológica: de la pista al mundo real

La relevancia del petróleo en la F1 no se limita a lo que ocurre en carrera. Muchos de los desarrollos en lubricación y combustión tienen aplicaciones concretas en la industria automotriz civil, en maquinaria pesada e incluso en aviación. ExxonMobil, por ejemplo, ha transferido tecnología utilizada en Red Bull Racing hacia aceites comerciales de alta eficiencia utilizados por fabricantes como Toyota y Ford.

Además, la categoría se prepara para un cambio histórico: en 2026 entrará en vigor una nueva normativa que obligará a todos los equipos a usar combustibles 100% sostenibles. Esto no excluye los hidrocarburos, pero sí exige que provengan de procesos neutros en carbono, como la captura directa de CO₂ o el uso de biomasas avanzadas. Aquí, nuevamente, los gigantes del petróleo lideran los desarrollos.

Aramco, actual proveedor de Aston Martin, trabaja en e-fuels sintéticos con emisiones netas cero, mientras que BP y Shell invierten en plantas piloto para combustibles alternativos compatibles con infraestructuras existentes. La tecnología probada en pista será clave para descarbonizar sectores difíciles de electrificar, como el transporte aéreo o marítimo.

Depositphotos
Depositphotos

Una transición desde el centro del poder térmico

La sostenibilidad se ha vuelto parte de la agenda central de la F1. No se trata solo de reducir emisiones en carrera, sino de transformar toda la cadena de valor. Desde la logística de los equipos hasta los materiales utilizados en los garajes, la organización busca ser carbono neutral antes de 2030.

El petróleo sigue siendo protagonista en esta transformación. ¿La razón? Su versatilidad. Mientras otras tecnologías —como la electrificación total— enfrentan barreras logísticas o de densidad energética, los combustibles líquidos permiten adaptaciones rápidas, sin alterar la infraestructura existente. Por eso, la F1 apuesta por una evolución del petróleo, no por su eliminación abrupta.

Esta estrategia se resume en tres pilares:

  • Optimización extrema de la eficiencia térmica, con motores que extraen más energía de cada gota.
  • Uso de moléculas limpias, diseñadas para emitir menos contaminantes y maximizar la combustión.
  • Desarrollo de mezclas sintéticas, que imitan las propiedades del petróleo tradicional, pero con huellas de carbono significativamente más bajas.

Estos avances no solo mejoran el rendimiento en pista, sino que definen el rumbo energético de la movilidad global.

Más que velocidad: liderazgo tecnológico con impacto real

Aunque muchos ven en el rugido de un motor de F1 un símbolo del pasado, la realidad es que detrás de ese sonido hay ciencia, ingeniería y visión de futuro. En lugar de desechar el petróleo, la categoría lo está reinventando: lo convierte en una herramienta de transición, no de regresión.

La alianza entre la Fórmula 1 y la industria energética, lejos de representar un obstáculo para la sostenibilidad, se ha convertido en una vía eficaz para alcanzar objetivos climáticos sin comprometer el rendimiento. Es un recordatorio de que la innovación no siempre implica romper con el pasado, sino extraer lo mejor de él para construir un futuro más inteligente.

Te invito a leer:

México: ¿Cuándo despegará el combustible verde para aviones?