Petroecuador en crisis: ¿Qué puede aprender México de la caída del 7.22% en producción?

La petrolera estatal de Ecuador atraviesa una crisis operativa y comercial. Su retroceso productivo y dependencia creciente de derivados plantea lecciones urgentes para México y la gestión de Pemex.

Hace 3 horas
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Una advertencia regional desde el corazón de los Andes

La crisis de Petroecuador, evidenciada por una caída del 7.22% en su producción petrolera entre enero y junio de 2025, no es solo un problema nacional para Ecuador. También representa un espejo para países productores de la región, particularmente México, cuyo modelo de empresa estatal energética —Pemex— enfrenta presiones similares. A ello se suma un alarmante incremento del 21.2% en la importación de derivados, lo que refleja una dependencia creciente del mercado internacional para cubrir la demanda interna.

Este escenario plantea preguntas clave para la política energética mexicana: ¿podría Pemex sufrir una contracción similar? ¿Qué estrategias deben fortalecerse para evitar un déficit estructural como el que enfrenta Petroecuador? A continuación, un análisis editorial comparativo con implicaciones de fondo para América Latina.

Petroecuador: declive operativo y presión sobre las finanzas públicas

Entre enero y junio de 2025, Petroecuador pasó de producir 397,000 barriles diarios a poco más de 368,000, según cifras de la empresa estatal. Esta baja se explica, en parte, por los recortes presupuestales, conflictos laborales, atrasos en mantenimiento de campos maduros y la falta de nuevos proyectos de inversión en exploración.

El problema se agrava por un rezago histórico en modernización tecnológica y por las interrupciones en el oleoducto de crudos pesados (OCP), un componente logístico clave en la cadena de valor. En paralelo, el país aumentó la importación de gasolina y diésel para abastecer su mercado interno, lo que elevó significativamente la factura energética en un momento de inestabilidad fiscal.

Ecuador, que subsidia parte del precio de los combustibles, enfrenta un dilema: producir menos, importar más y subsidiar el diferencial es fiscalmente insostenible. El propio ministro de Energía, Roberto Luque, ha señalado que la producción nacional podría seguir cayendo si no se reestructura de fondo el modelo de Petroecuador.

Pemex: ¿blindado o vulnerable?

México, a través de Petróleos Mexicanos (Pemex), comparte varias características con su par ecuatoriana: es una empresa estatal verticalmente integrada, opera con fuerte carga fiscal y tiene una cartera importante de campos maduros. Sin embargo, Pemex ha apostado por una estrategia de autosuficiencia energética basada en tres pilares:

  1. Refinación nacional: la rehabilitación del sistema nacional de refinación y la entrada en operación de la refinería Olmeca en Dos Bocas buscan reducir las importaciones de combustibles, que rondaban el 60% hace una década.
  2. Exploración dirigida: Pemex ha focalizado su inversión en campos terrestres e inversiones de rápido retorno, como Quesqui, Ixachi y Tupilco Profundo, evitando compromisos en proyectos de muy largo plazo o alto riesgo.
  3. Alianzas estratégicas (aunque limitadas): aunque las farmouts y asociaciones público-privadas han sido limitadas bajo la actual administración, existen mecanismos de colaboración para campos con potencial residual.

Estos factores han permitido a México sostener una producción relativamente estable (1.7 millones de barriles diarios en promedio en 2025) y contener el déficit de derivados, aunque con presión constante sobre los márgenes financieros de Pemex.

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Riesgos compartidos y lecciones cruzadas

Aunque la situación de Petroecuador es más crítica, los factores que explican su caída tienen ecos en México:

  • Dependencia de campos maduros: tanto Pemex como Petroecuador operan campos con tasas naturales de declinación superiores al 10% anual. La diferencia está en la inversión de capital para mitigar esa pérdida.
  • Alta carga fiscal: ambas empresas enfrentan presiones presupuestales del Estado. En el caso de Pemex, si bien se ha reducido la carga fiscal en años recientes, sigue siendo una fuente esencial de ingresos para el gobierno federal.
  • Infraestructura obsoleta: tanto el sistema de oleoductos como las refinerías requieren modernización. Petroecuador ha sufrido cortes recurrentes por sabotajes o fenómenos naturales. Pemex, aunque más robusto, no está exento de riesgos logísticos.

México puede aprender de la caída de Petroecuador que la falta de mantenimiento, planeación estratégica y renovación de activos no perdona, incluso en mercados donde la demanda energética está garantizada por una economía interna sólida.

¿Cómo evitar un colapso en cadena?

Para no repetir el colapso productivo de Petroecuador, México necesita reforzar cinco acciones clave:

1. Inversión constante en exploración y recuperación secundaria: Evitar la declinación acelerada requiere inversión continua, incluso en entornos de precios bajos.

2. Transparencia y eficiencia operativa: La lucha contra la corrupción y el despilfarro debe acompañar cualquier esfuerzo de fortalecimiento institucional.

3. Autonomía técnica en decisiones estratégicas: Pemex necesita un margen de maniobra profesional y no político para definir dónde, cómo y con quién invertir.

4. Diversificación energética: Una mayor integración de fuentes renovables podría aliviar parte de la presión sobre los combustibles fósiles.

5. Revisión del modelo fiscal: Una empresa que opera al borde del colapso financiero difícilmente puede garantizar seguridad energética nacional. La reforma del régimen fiscal de Pemex no es una opción: es una necesidad.

Lecciones de una advertencia andina

La crisis de Petroecuador no es un accidente aislado. Es la consecuencia acumulada de años de subinversión, decisiones políticas erráticas y una estructura institucional poco flexible. México todavía tiene margen para prevenir una caída similar, pero debe actuar con visión estratégica y realismo operativo.

La eficiencia energética no se logra con discursos, sino con inversión, planificación técnica y voluntad política de largo plazo. Mientras Petroecuador lucha por recuperar su autosuficiencia, México puede y debe usar esta experiencia como una advertencia anticipada.

Pemex, aún con sus desafíos, tiene una oportunidad histórica de consolidarse como motor energético de México sin repetir los errores de sus pares regionales. La lección es clara: no basta con extraer petróleo, hay que gestionarlo con inteligencia.

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