Políticas e innovación para el agua en el sector energético: Urgencias y soluciones en México

La escasez de agua amenaza la viabilidad del sistema energético. México debe avanzar en políticas integradas e innovaciones tecnológicas que promuevan un uso eficiente y sostenible del recurso hídrico en la industria energética.

Hace 2 horas
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La crisis hídrica que vive México no es ajena al sistema energético. Como vimos en la primera entrega de este reportaje, el agua en el sector energético no solo es esencial para procesos industriales, sino también un factor de vulnerabilidad frente al cambio climático y la presión social. En esta segunda parte, exploramos las propuestas de política pública e innovación tecnológica que pueden permitir una transición energética más sostenible, con una gestión responsable del agua como pilar central.

Marco normativo y políticas públicas: una arquitectura que requiere modernización

Actualmente, la gestión del agua para fines energéticos en México se encuentra dispersa en distintas leyes: la Ley de Aguas Nacionales, la Ley de la Industria Eléctrica, la Ley de Hidrocarburos y la Ley General del Equilibrio Ecológico. Esta fragmentación dificulta una gobernanza efectiva del nexo agua-energía.

Una propuesta urgente es la creación de un marco regulatorio transversal que integre ambos sectores. Esto implicaría:

  • Establecer un régimen específico de concesiones de agua para uso energético, con criterios de sostenibilidad y eficiencia.
  • Incluir el factor hídrico en la evaluación ambiental de proyectos energéticos, desde la etapa de planeación.
  • Actualizar la NOM-001-SEMARNAT, que regula descargas de aguas residuales, para incluir parámetros más estrictos en plantas termoeléctricas, petroquímicas y refinerías.

Además, se necesita una hoja de ruta nacional de uso eficiente del agua en energía, con metas verificables y coordinada por un órgano técnico-científico intersecretarial (Conagua, Sener, Semarnat y CFE).

Instrumentos económicos: incentivos y penalizaciones

Una política pública efectiva no puede basarse únicamente en la regulación. Se requieren instrumentos económicos que modifiquen el comportamiento industrial. Algunas opciones viables incluyen:

  • Tarifas diferenciadas por tipo de fuente de agua: cobros mayores para agua subterránea y potable, menores para aguas residuales tratadas.
  • Bonos o deducciones fiscales para plantas energéticas que inviertan en sistemas de reúso o tecnologías de ahorro hídrico.
  • Fondos públicos concursables para proyectos piloto de eficiencia hídrica y reducción de la huella hídrica en energía.
  • Mecanismos de mercado para el intercambio de derechos de agua entre sectores productivos con monitoreo público.

Estos instrumentos permitirían avanzar hacia una economía hídrica en el sector energético, en la que se valore adecuadamente el recurso y se priorice su uso racional.

Innovación tecnológica: hacia una infraestructura resiliente y eficiente

La tecnología ofrece herramientas potentes para enfrentar la escasez de agua en procesos energéticos. Algunas innovaciones clave que ya están disponibles o en desarrollo incluyen:

Recirculación y reúso avanzado de agua

Las tecnologías de circuito cerrado en plantas termoeléctricas, que enfrían con agua reciclada, permiten reducir hasta en un 80% el consumo respecto a sistemas abiertos. CFE ha implementado algunos pilotos en este sentido, pero su adopción aún es marginal.

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También destacan las plantas de tratamiento terciario que permiten usar aguas negras o grises para procesos industriales. Esto es especialmente relevante en zonas urbanas o costeras con acceso a agua residual.

Captura de agua de condensación

En zonas áridas, sistemas que recuperan la condensación de procesos térmicos pueden abastecer parte del agua requerida en sitio. Esta tecnología, aún emergente, ha sido probada en países como Israel, Australia y Chile, y podría adaptarse a las condiciones de Baja California, Sonora y Coahuila.

Monitoreo en tiempo real y digitalización hídrica

El desarrollo de sensores inteligentes, plataformas de Internet de las Cosas (IoT) y sistemas SCADA aplicados al manejo del agua permite detectar fugas, optimizar el uso en tiempo real y predecir necesidades futuras. La digitalización del recurso hídrico en plantas energéticas no solo mejora la eficiencia, también reduce riesgos regulatorios y reputacionales.

Procesos energéticos sin agua o con agua salobre

A largo plazo, se exploran procesos energéticos que minimicen el uso de agua dulce. Por ejemplo, generadores termoeléctricos que operan con agua salobre o de mar, y tecnologías de energía solar térmica en ciclo seco. Aunque aún costosas, representan una frontera de desarrollo necesario en escenarios de alta escasez.

Participación social e intersectorialidad: legitimidad y colaboración

Ninguna política ni innovación será suficiente si no se construye de forma participativa y transparente. Las comunidades cercanas a operaciones energéticas deben tener voz en la gestión hídrica, sobre todo cuando compiten por el mismo recurso.

Se requieren mecanismos de consulta y colaboración entre empresas, comunidades, científicos, autoridades locales y ONGs, para co-crear soluciones adaptadas a cada contexto. La transparencia en la asignación, uso y tratamiento del agua en la industria energética es clave para recuperar la confianza ciudadana.

Además, es vital impulsar alianzas público-privadas que canalicen inversión hacia tecnologías de eficiencia hídrica, y convenios con universidades e institutos de investigación para desarrollar innovación local.

Convergencia necesaria para una transición hídrica-energética

México se encuentra en una encrucijada crítica. La seguridad energética y la seguridad hídrica ya no pueden pensarse de forma separada. En un país donde el 75% del territorio presenta algún grado de estrés hídrico, cada litro de agua destinado a producir energía debe estar justificado por criterios técnicos, sociales y ambientales.

Avanzar hacia una transición energética justa y resiliente implica integrar al agua como eje central en el diseño de políticas, regulaciones, tecnologías e inversiones. La sostenibilidad del modelo energético dependerá, en gran medida, de nuestra capacidad para gestionar el agua con inteligencia, responsabilidad y equidad.

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