El Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (PRODESEN) es la guía técnica y estratégica más importante en la planeación del sector eléctrico mexicano. Publicado anualmente por la Secretaría de Energía (SENER), el PRODESEN establece las proyecciones de generación, transmisión, distribución y modernización de infraestructura eléctrica para un horizonte de 15 años. En su edición más reciente, proyecta los retos y oportunidades del sistema eléctrico nacional rumbo al 2038, en un entorno marcado por la descarbonización, la electrificación de la economía y la necesidad de garantizar seguridad energética.
Diagnóstico actual del sistema eléctrico nacional
El PRODESEN 2024-2038 identifica un sistema eléctrico en expansión, pero sujeto a tensiones estructurales. De acuerdo con el documento, la demanda eléctrica crecerá a una tasa media anual de 3.1% en el periodo de análisis, impulsada por la industria, la digitalización, la movilidad eléctrica y el crecimiento demográfico. En 2023, la capacidad instalada nacional fue de 93,089 MW, con una participación de 55.4% de centrales privadas y 44.6% de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
A pesar de los avances, subsisten desafíos en cuanto a la cobertura territorial, el envejecimiento de la infraestructura y la limitada integración de renovables intermitentes como la solar y la eólica. En transmisión, el rezago en nuevas líneas ha provocado congestiones regionales, especialmente en el norte del país, mientras que la distribución enfrenta pérdidas técnicas y no técnicas superiores al 10%. Estas deficiencias limitan la competitividad energética y elevan los costos del suministro.
El PRODESEN también expone las zonas del país con mayor crecimiento de la demanda, como la Península de Yucatán, el Bajío, el noreste industrializado y las regiones fronterizas, donde se requieren inversiones prioritarias en generación, transmisión y respaldo operativo. La diversificación tecnológica y geográfica se vuelve crítica para evitar cuellos de botella y reducir vulnerabilidades ante fenómenos meteorológicos extremos o ciberataques al sistema.
Planeación, transición energética y seguridad eléctrica
Uno de los ejes centrales del PRODESEN es su función como instrumento de coordinación para el desarrollo ordenado del sistema eléctrico. El documento integra escenarios energéticos consistentes con los compromisos internacionales de México en materia de cambio climático, en especial la meta de alcanzar un 50% de generación limpia para 2030. Para ello, se plantea la incorporación de más de 60 GW de capacidad nueva hacia 2038, de los cuales el 71% provendrá de fuentes limpias, incluyendo solar, eólica, hidroeléctrica, geotérmica y nuclear.
El programa también prioriza la expansión de líneas de transmisión estratégica, con más de 16,000 kilómetros nuevos proyectados para fortalecer interconexiones regionales, mejorar la confiabilidad del suministro y facilitar la entrada de nuevas tecnologías. En ese marco, el rol de la CFE como operador central cobra relevancia, con proyectos clave como el refuerzo del sistema eléctrico de Baja California, la interconexión del sistema peninsular con el resto del país y la red eléctrica para el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
Asimismo, el PRODESEN considera variables técnico-económicas que permiten modelar la operación del sistema bajo distintas condiciones, incluyendo la incorporación de almacenamiento en baterías, redes inteligentes y la digitalización del despacho eléctrico. La flexibilidad será una condición esencial para integrar energías variables y mantener el equilibrio entre oferta y demanda en tiempo real.
Un componente adicional es la resiliencia operativa ante eventos disruptivos, como tormentas, sequías o picos de demanda. La planeación propuesta enfatiza la necesidad de fortalecer los protocolos de contingencia y la capacidad de respuesta del Centro Nacional de Control de Energía (CENACE), entidad encargada del despacho en tiempo real del sistema.
Inversiones, retos estructurales y oportunidades emergentes
Para materializar las metas del PRODESEN, se estima una inversión total de más de 1.1 billones de pesos a lo largo del periodo 2024–2038, de los cuales alrededor del 62% se orientarán a generación y el resto a transmisión y distribución. La participación privada será determinante, especialmente en renovables y almacenamiento, pero también se anticipa un rol activo del Estado a través de la CFE. La financiación será un aspecto clave, y se requerirán esquemas innovadores que combinen inversión pública, fondos multilaterales y alianzas público-privadas.
Entre los desafíos señalados se encuentran:
- La necesidad de fortalecer al CENACE en sus capacidades de modelado, pronóstico y despacho.
- El diseño de incentivos regulatorios que favorezcan la flexibilidad del sistema y la generación distribuida.
- El impulso a proyectos regionales que respondan a necesidades locales sin perder coherencia nacional.
El PRODESEN también advierte sobre la importancia de alinear la política energética con la industrial, dado que sectores como la manufactura de semiconductores, la electromovilidad, la inteligencia artificial y los centros de datos dependerán críticamente de un suministro eléctrico limpio, confiable y competitivo. La energía ya no es sólo un insumo, sino un habilitador del crecimiento económico del país.
Además, se abre la puerta a innovaciones como las microrredes, la gestión activa de la demanda, la eficiencia energética y el hidrógeno verde, cuya viabilidad está vinculada a la infraestructura proyectada por este instrumento. El documento considera estas tendencias como oportunidades estratégicas para crear nuevas cadenas de valor nacionales.
De ruta técnica a pilar estratégico nacional
El PRODESEN ha pasado de ser un documento técnico de planeación a consolidarse como un pilar estratégico para la transformación energética de México.
Su utilidad trasciende el sector eléctrico: permite orientar inversiones, armonizar políticas públicas y garantizar la soberanía energética en un contexto geopolítico complejo.
No obstante, su éxito depende de la continuidad institucional, la participación efectiva de los actores públicos y privados, y la actualización oportuna de sus escenarios conforme evolucionan los marcos regulatorios, tecnológicos y climáticos. La versión 2024-2038 constituye una oportunidad para acelerar la transición energética mexicana con base en planeación rigurosa, visión de largo plazo y responsabilidad climática.
Te invito a leer:
Nuevo marco minero en México: oportunidad de inversión sostenible