La energía nuclear está viviendo un cambio de paradigma gracias a los microreactores (o variantes avanzadas de los llamados reactores modulares pequeños – SMR, por sus siglas en inglés). Esta nueva generación de reactores promete combinar eficiencia, menor tamaño, flexibilidad de construcción y mayor seguridad para afrontar los retos de la descarbonización, la electrificación en zonas remotas e incluso la industria pesada. En este artículo exploramos qué son los microreactores, cómo están diseñados para operar con estándares elevados de seguridad, cuáles son sus costos proyectados y por qué pueden convertirse en una pieza clave en la matriz energética del futuro.
¿Qué son los microreactores modulares (SMR) y cómo funcionan?
El término SMR engloba reactores nucleares de menor escala que los tradicionales grandes reactores de agua ligera. Según la Nuclear Energy Agency (NEA) estos reactores pueden producir desde decenas hasta unos pocos cientos de megavatios eléctricos, lo que los hace más aptos para emplazamientos con menor infraestructura o para aplicaciones específicas.
La “modularidad” significa que muchas de las unidades o componentes del reactor pueden fabricarse en fábrica, transportarse al sitio y ensamblarse allí. Esto reduce los tiempos de construcción, permite escalabilidad progresiva y menores inversiones iniciales.
Además, los microreactores pueden integrarse en sistemas más pequeños o menos robustos que los grandes centrales nucleares, lo que abre posibilidades de suministro en zonas industriales, plataformas aisladas, islas o regiones sin grandes redes eléctricas.
Seguridad mejorada y diseño a prueba de fallos
La seguridad es una de las grandes promesas de los microreactores. Muchos diseños incorporan sistemas pasivos de refrigeración, contenciones más robustas, y ubicación bajo tierra o en emplazamientos controlados. Por ejemplo, la Sandia National Laboratories y la Idaho National Laboratory han participado en estudios de “seguridad por diseño” para SMR en que se evalúan estrategias de protección ante sabotaje, pérdida de suministro eléctrico o respuesta retardada.
Por otra parte, se ha observado que los requisitos de seguridad actuales fueron pensados para grandes plantas nucleares tradicionales. En cambio, los SMR podrían beneficiarse de reglamentaciones ajustadas a su escala, lo cual reduciría las barreras de entrada.
Sin embargo, la seguridad no está garantizada únicamente por tamaño reducido: organizaciones como la Union of Concerned Scientists han advertido que “no todo lo pequeño es automáticamente más seguro”, y que los sistemas de contención reducida o ubicaciones no tradicionales pueden acarrear nuevos riesgos.
En resumen, los microreactores ofrecen una combinación atractiva de seguridad reforzada + diseño modular, pero requieren supervisión regulatoria, vigilancia cibernética (dada su posible operación remota) y estándares adaptados.
Costos, economía y potencial para regiones aisladas o industriales
Desde el punto de vista económico, los microreactores presentan ventajas interesantes: menor inversión inicial, mayor flexibilidad de localización, y menor escala de proyecto que una central tradicional. Según la U.S. Department of Energy, los SMR pueden reducir la inversión específica al operar con módulos fabricados en planta y montaje más rápido.
Un informe de la Nuclear Energy Institute estima que los SMR podrían alcanzar una “economía de tipo” (nth-of-a-kind) con costos de construcción del orden de 2 000 US$/kW eléctrico, frente a 3 800 US$/kW para los primeros modelos.

Más aún, un estudio muy reciente sobre microreactores (2025) indica que, con cierta política de apoyo pública (como créditos fiscales), los costos nivelados de energía (LCOE) podrían ubicarse entre US$48 y 78 por MWh, lo que los hace competitivos frente a otras formas emergentes de generación.
Para regiones aisladas o con redes débiles, los microreactores pueden ser especialmente atractivos. Su flexibilidad de emplazamiento los hace adecuados para:
- zonas fuera de red o islas que actualmente dependen de diésel
- industrias de extracción, minería, que requieren gran carga térmica o eléctrica constante
- repotenciación de centrales fósiles retiradas, donde la infraestructura ya existe
Adicionalmente, su integrabilidad con renovables permite gestionar mejor la intermitencia.
Retos y condiciones para su adopción masiva
Aunque el panorama es prometedor, la adopción de microreactores no está exenta de retos. Entre los principales se encuentran:
- Regulación y licencias: Las normas de seguridad y protección actuales fueron desarrolladas para reactores grandes. Adaptarlas para microreactores implica ajustes todavía en curso.
- Economías de escala inversas: Las unidades pequeñas pierden parte del beneficio de escala que tienen los grandes reactores. Aunque la producción en serie compensa, se necesita volumen de mercado para lograrlo.
- Cadena de suministro y fabricación modular: Para que los costos bajen realmente, es necesario estandarizar diseños, producir en serie componentes críticos y contar con cadena industrial robusta.
- Aceptación social y financiación: La energía nuclear sigue generando reticencias en algunos sectores. Además, se requieren modelos de negocio que contemplen riesgo, seguro y retorno a largo plazo.
- Combinar con renovables y redes débiles: En zonas aisladas, además de la tecnología nuclear, es necesario adaptar redes, interfaz con otros generadores y sistemas de respaldo.
Llamado a actuar: la hora de los microreactores
Los microreactores están a las puertas de una fase de despliegue que podría transformar la matriz energética global, en particular en contextos donde la energía limpia, la seguridad de suministro y la flexibilidad son fundamentales. Para gobiernos, industrias y reguladores se abre una ventana de oportunidad: definir marcos normativos, incentivar la producción en serie, identificar emplazamientos adecuados y educar al público sobre los beneficios de esta tecnología.
Si logramos articular estos elementos, los microreactores podrán actuar junto con renovables como parte clave de una estrategia energética limpia, confiable y descentralizada. En definitiva, los microreactores podrían ser la revolución energética silenciosa que nueve decenios después de la primera planta nuclear se hace realidad.
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