Energías limpias y desarrollo: integrar la sostenibilidad a las comunidades mexicanas

México enfrenta el reto de impulsar energías limpias y desarrollo social al mismo tiempo. La integración comunitaria se vuelve crucial para lograr una transición energética justa y sostenible.

Hace 5 horas
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Energías limpias y desarrollo: integrar la sostenibilidad a las comunidades mexicanas

La relación entre energías limpias y desarrollo se ha vuelto un punto crítico en México. El país busca cumplir sus metas de reducción de emisiones al 2030, pero enfrenta el desafío de garantizar que la transición energética no excluya a las comunidades que habitan los territorios donde se instalan parques solares, eólicos o hidroeléctricos. Este equilibrio entre sostenibilidad y justicia social es hoy uno de los debates más relevantes de la política energética nacional.

Un país con metas ambiciosas y tensiones locales

México, a través de su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) actualizada en 2022, se comprometió a reducir en un 35% sus emisiones de gases de efecto invernadero hacia 2030 respecto al escenario de línea base. Para cumplir con esta meta, la Secretaría de Energía (Sener) y diversos análisis estiman que será necesario incorporar más de 40 gigavatios de capacidad renovable en la próxima década, principalmente en proyectos solares, eólicos, hidroeléctricos y geotérmicos.

Sin embargo, proyectos de gran escala han encontrado resistencia en comunidades locales. En Oaxaca, la expansión eólica en el Istmo de Tehuantepec ha generado tensiones desde 2010 por contratos poco transparentes y beneficios económicos mal distribuidos.

«No estmos en contra de la tecnología para generar mediante fuentes renovables; pero sí rechazamos su uso a favor del mero lucho de las empresas y en detrimento de los pueblos y de su patrimonio biocultural» pronunciamiento que se dio en el Seminario Internacional Megaproyectos de energía y territorios indígenas «El Istmo en la encrucijada» celebradó en julio de 2013.

Casos como este revelan que la transición energética no puede centrarse solo en cifras de inversión, sino también en procesos de consulta y participación efectiva.

Impactos sociales de la transición energética

La instalación de parques solares y eólicos no solo transforma el paisaje, también modifica dinámicas económicas. En Sonora, el megaproyecto solar anunciado en 2022 y ampliado en 2024 busca ser un emblema de energía limpia para exportación. No obstante, organizaciones sociales advierten que sin programas claros de inclusión laboral y reinversión en infraestructura local, el impacto positivo será limitado.

Los proyectos renovables en América Latina generan confianza cuando se integran con beneficios comunitarios: electrificación rural, capacitación técnica, acceso al agua o proyectos productivos. México aún tiene un camino pendiente en este sentido.

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La ausencia de beneficios tangibles para las comunidades incrementa la percepción de que la transición energética es un proceso impuesto desde arriba, lo que amenaza la legitimidad de los proyectos y retrasa su implementación.

Estrategias para integrar sostenibilidad y desarrollo local

El reto no se limita a instalar turbinas o paneles solares. Se trata de vincular las energías limpias con un modelo de desarrollo sostenible que respete la identidad cultural y fortalezca la economía local. Existen ejemplos alentadores:

  • Yucatán: programas de energía solar.
  • Chiapas: proyectos hidroeléctricos comunitarios de pequeña escala, produce electricidad a partir de energía eólica, hidroeléctrica y la combustión directa de biomasa.
  • Querétaro: la Universidad Autónoma de Querétaro lanzó un diplomado en diseño y optimización de sistemas solares con IA

Estos casos muestran que, cuando se prioriza la inclusión, la transición energética puede convertirse en un motor real de bienestar.

Mirada hacia el futuro: sostenibilidad con rostro humano

El futuro energético de México dependerá de cómo logre equilibrar inversiones privadas, metas internacionales y necesidades sociales. Los proyectos renovables son indispensables para alcanzar los compromisos climáticos, pero si no se integran con estrategias de desarrollo sostenible en comunidades mexicanas, corren el riesgo de generar rechazo social.

La clave está en pasar de un modelo de extracción a uno de corresponsabilidad: consultas previas transparentes, beneficios compartidos y programas de desarrollo local vinculados directamente con la energía limpia. Iniciativas como los clústeres industriales de hidrógeno verde, discutidos en el Foro Económico Mundial en 2025, ofrecen una oportunidad de alinear inversión y comunidad.

México tiene la capacidad de liderar la transición energética en América Latina. Sin embargo, ese liderazgo solo será legítimo si las comunidades perciben las energías limpias no como un sacrificio impuesto, sino como un camino de progreso compartido.

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