Hidrocarburos en el mix energético de 2025: cifras, proyecciones y tendencias globales
A medida que la transición energética avanza, los hidrocarburos en el mix energético de 2025 siguen ocupando un lugar estratégico. Según los últimos informes de la Agencia Internacional de Energía (IEA) y la Administración de Información Energética de EE.UU. (EIA), el petróleo y el gas natural mantendrán un rol relevante, aunque bajo nuevas condiciones de eficiencia, regulación climática y presión por descarbonizar.
La pregunta clave es: ¿cuánto y cómo seguirán influyendo los hidrocarburos en un mundo que busca abandonar progresivamente los combustibles fósiles?
Un 2025 dominado por la coexistencia energética
Las proyecciones de la IEA para 2025 indican que los hidrocarburos —principalmente petróleo y gas natural— seguirán representando más del 50% del suministro energético global. El World Energy Outlook 2024 estima que el consumo mundial de petróleo alcanzará los 102.5 millones de barriles diarios, un leve descenso respecto al crecimiento pospandemia, pero aún significativo.
El gas natural, por su parte, se consolida como el «combustible de transición», con una demanda proyectada de 4,350 bcm (mil millones de metros cúbicos), especialmente en Asia-Pacífico y Medio Oriente. En contraste, el uso del carbón sigue disminuyendo, aunque sigue siendo relevante en economías como China e India.
Estados Unidos, Arabia Saudita y Rusia lideran la producción de hidrocarburos, mientras que la demanda se está desplazando hacia economías emergentes. Las exportaciones de GNL (gas natural licuado) están en aumento, con inversiones en nuevas terminales desde Qatar hasta Mozambique.
Tensiones entre seguridad energética y descarbonización
El papel de los hidrocarburos en 2025 está atravesado por una paradoja. Mientras que los compromisos climáticos exigen su reducción, las crisis geopolíticas —como el conflicto en Ucrania o la inestabilidad en el estrecho de Ormuz— han impulsado a varios países a priorizar la seguridad energética.
El informe de la EIA de mayo de 2025 destaca que el precio del petróleo Brent promediará $83 USD por barril, influido tanto por la OPEP+ como por interrupciones regionales. Esta volatilidad refuerza la necesidad de diversificación energética, pero también mantiene vigentes los incentivos a la exploración y producción.
Además, muchos países están adoptando tecnologías como el carbon capture and storage (CCS) para hacer compatibles los hidrocarburos con objetivos climáticos. Según la IEA, en 2025 habrá más de 130 proyectos CCS activos, concentrados en América del Norte y Europa.
Transformación estructural: eficiencia, innovación y transición
Más allá del volumen de consumo, el verdadero cambio está ocurriendo en la forma en que se utilizan los hidrocarburos. En 2025, las industrias energéticas están incorporando inteligencia artificial para optimizar la cadena de suministro, desde la exploración hasta la refinación.
Las empresas petroleras —como ExxonMobil, Aramco y Shell— están diversificando sus carteras hacia el hidrógeno azul, biocombustibles avanzados y tecnologías de almacenamiento de carbono. Esto responde no solo a presiones regulatorias, sino también a una demanda creciente de «energía más limpia» en mercados exigentes como la Unión Europea.
En América Latina, Brasil y Argentina destacan por sus estrategias duales: seguir explotando hidrocarburos mientras promueven renovables. México, en contraste, ha ralentizado su transición, apostando aún por la autosuficiencia energética basada en petróleo.
Entre persistencia y transformación: el desafío que queda
El 2025 no será el año en que desaparezcan los hidrocarburos del mix energético, pero sí marcará un punto de inflexión. Las cifras muestran una disminución lenta pero sostenida de su participación relativa, y el avance de nuevas tecnologías energéticas es ya irreversible.
Para los formuladores de políticas, el desafío es doble: garantizar el suministro en un entorno inestable sin bloquear la transición. Las empresas deberán equilibrar rentabilidad con sostenibilidad, mientras los consumidores enfrentan precios más volátiles y cambios en el origen de su energía.
El futuro próximo exige enfoques híbridos, donde la inteligencia tecnológica, la cooperación internacional y la innovación financiera juegan roles cruciales. Más que eliminar los hidrocarburos de golpe, se trata de transformarlos en parte de un ecosistema energético más limpio, resiliente y eficiente.
Una transición que no borra el presente
El mundo de 2025 no ha superado su dependencia de los hidrocarburos, pero ha comenzado a gestionarla de forma más estratégica. Las cifras de la IEA y EIA lo confirman: el petróleo y el gas siguen presentes, aunque enfrentan restricciones, innovaciones y nuevos modelos de negocio.
La transición energética no significa un reemplazo instantáneo, sino una reconfiguración profunda del sistema. En este escenario, los hidrocarburos no desaparecen, sino que evolucionan. El verdadero reto es si las instituciones y los mercados están preparados para liderar esta transformación sin comprometer la estabilidad global.
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