Hoja de ruta para escalar la eficiencia energética: clave para empleo, asequibilidad y seguridad energética

Eficiencia energética: el pilar olvidado de la transición global La eficiencia energética ha sido durante mucho tiempo una promesa no…

Hace 7 horas
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Eficiencia energética: el pilar olvidado de la transición global

La eficiencia energética ha sido durante mucho tiempo una promesa no cumplida dentro de la política climática y energética internacional. Aunque representa una de las formas más costo-efectivas de reducir emisiones y mejorar el acceso a energía limpia, su implementación a gran escala ha sido limitada por falta de inversión, diseño institucional deficiente y escasa priorización política.

El Banco Mundial busca revertir esta tendencia. En su reciente publicación del 18 de junio de 2025, titulada “A Roadmap to Scale Up Energy Efficiency for Jobs, Affordable and Reliable Energy”, el organismo multilateral establece un plan estratégico para posicionar la eficiencia energética en el centro de la transformación energética global.

Una oportunidad económica y social subestimada

El informe sostiene que escalar la eficiencia energética es una de las vías más rápidas para mejorar la seguridad energética y generar empleo. Según datos del Banco Mundial, cada millón de dólares invertido en eficiencia energética puede generar hasta 10 empleos, superando en intensidad laboral a otros sectores energéticos.

Además, el acceso universal a energía asequible podría acelerarse si se redujeran las pérdidas energéticas actuales. A nivel mundial, más del 30% de la energía producida se desperdicia por ineficiencias en edificios, transporte e industria. Estos márgenes representan una reserva de desarrollo aún no aprovechada, especialmente en economías emergentes.

Barreras estructurales: financiamiento, regulación e incentivos

A pesar de los beneficios, las inversiones en eficiencia energética solo representaron el 9% del total de financiamiento energético en 2024. La razón, según el documento, se encuentra en tres obstáculos principales:

  1. Falta de marcos normativos claros: Muchos países carecen de leyes y reglamentos que obliguen o incentiven la adopción de estándares de eficiencia.
  2. Escaso acceso a financiamiento: Las soluciones energéticas eficientes suelen tener retornos positivos, pero requieren inversiones iniciales que están fuera del alcance de hogares y pequeñas empresas.
  3. Débil capacidad institucional: La implementación y monitoreo de políticas energéticas eficientes requiere coordinación interinstitucional, algo que falta incluso en economías desarrolladas.

Una hoja de ruta en cinco ejes

La propuesta del Banco Mundial articula una hoja de ruta basada en cinco líneas de acción:

  1. Fortalecer la gobernanza energética: Establecer políticas nacionales robustas, con metas claras, marcos legales y rendición de cuentas.
  2. Movilizar financiamiento escalable: Crear instrumentos financieros innovadores y reducir el riesgo de inversión para el sector privado.
  3. Desarrollar capacidades institucionales: Formar equipos técnicos y administrativos para diseñar, implementar y monitorear políticas.
  4. Impulsar mercados locales de tecnología eficiente: Fomentar cadenas de valor que integren tecnologías limpias a nivel nacional y regional.
  5. Alinear la eficiencia con los objetivos climáticos: Integrarla en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs) y en estrategias de seguros climáticos 2025.

Eficiencia energética y resiliencia ante el cambio climático

En un contexto de crisis climática cada vez más visible, la eficiencia energética se presenta también como una herramienta clave para la resiliencia. Al reducir la demanda energética total, disminuye la vulnerabilidad de los países a choques externos como interrupciones del suministro o aumentos de precios de combustibles fósiles.

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Además, permite que los sistemas energéticos integren más fácilmente energías renovables intermitentes, como solar y eólica. Esta flexibilidad es fundamental para asegurar una transición ordenada y equitativa, especialmente en contextos donde los seguros climáticos 2025 buscan blindar a las poblaciones más expuestas a fenómenos extremos.

Casos de éxito y recomendaciones regionales

El informe también destaca ejemplos exitosos en países como India, que implementó programas masivos de eficiencia en iluminación y refrigeración, o Marruecos, que vinculó sus políticas de eficiencia energética con la descarbonización del sector industrial. En América Latina, México aparece como caso con potencial, aunque su marco regulatorio requiere ajustes para escalar los avances logrados entre 2010 y 2018.

A nivel regional, el Banco Mundial recomienda que las políticas de eficiencia se integren a los planes de infraestructura, y se coordinen con metas de electrificación, movilidad limpia y gestión urbana.

¿Por qué es ahora el momento?

El informe subraya que el año 2025 es una ventana estratégica para actuar. La inversión en energía a nivel global se encuentra en un punto de inflexión, con una mayor disposición hacia tecnologías limpias, aunque todavía concentrada en países desarrollados. Escalar la eficiencia energética ahora permitiría reducir las futuras necesidades de infraestructura pesada, minimizar costos de transición y maximizar beneficios sociales.

Además, vincular la eficiencia energética con los seguros climáticos 2025 —diseñados para proteger a los más vulnerables frente a eventos extremos— refuerza su papel como política transversal que combina mitigación, adaptación y desarrollo económico.

La ruta hacia una política energética inclusiva

La eficiencia energética no debe considerarse un suplemento opcional dentro del diseño de sistemas energéticos, sino el punto de partida lógico para una política efectiva. A medida que los países buscan reducir emisiones sin comprometer crecimiento ni acceso, la ruta propuesta por el Banco Mundial ofrece un marco claro, escalable y orientado a resultados.

Un cambio estructural con impacto global

Para que la eficiencia energética cumpla su promesa, se requiere una voluntad política sostenida, articulación regional e incentivos coherentes entre actores públicos y privados. Solo así se transformará en el motor de una transición energética justa, resiliente y centrada en las personas.

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